Apenas salí del hospital, me sentí liberada, me sentí en paz aunque un poco abrumada aún…de que no estaría con mi pequeño Mateo, de que no iba a besar sus mejillas y que no dormiría con él. Comenzaba a sentir un vacío existencial, no tenía motivo por estar aquí aún, a veces pensaba que hubiera sido mejor quedarme dormida en aquel sueño que parecía tan perfecto.
Pero entonces unos ojos verdes me miraban fijamente, me sonreía amablemente y mi alma se quedaba en paz nuevamente.
Matt manejaba tranquilo en dirección a nuestro hogar, giraba mi cabeza al ver los árboles pasar rápido y las personas caminar por las aceras, el sol estaba resplandeciente y hacía bastante calor, yo solo quería recostarme y que el aire me pegara en las mejillas…así podría respirar y sentir algo de frescura.
— Me gustaría pintarme el cabello rosa
Matt se quedó en silencio, pero en un semáforo en rojo lo hizo detenerse y mirarme entonces, me sonrió despacio apretando mi mano y acariciando luego mi mejilla.
— Te verás hermosa si lo haces
— ¿Te gustaría?
— Mucho, mucho
— Bueno…le diré a Natalia que me ayude
— Eso sería excelente
Natalia tenía buen gusto y toque para toda la cuestión del cabello. Llegamos a casa y era una bastante bonita, sonreí porque quizá no la recuerdo. Un solo piso, jardín amplio, fachada algo rustica pero moderna a la vez, sonreí de costado y con ayuda de Matt entramos a esa hermosa casa, que quizá ahora es mi hogar.
— ¡¡SORPRESA!!
— ¡¡Ahh por dios!! – me toqué el pecho y reí al ver a todos.
Estaban todos y me llené de alegría, abracé a todos y cada uno de ellos. Habían preparado comida, incluso arreglaron el hermoso espacio donde se encontraba la sala, había una gigantesca televisión, un estéreo bastante profesional y a lo largo, detrás de una puerta doble de vidrio, miré una piscina. Me quedé seria entonces, caminé despacio y llegué a la misma al abrir la puerta corrediza y recordar aquel momento en el que Matt se desmayó y quedó abajo del agua.
— ¿quieres nadar? – su voz me sacó del transe
— No…no…solo es increíble que tengamos piscina
— Si…es relajante ¿Tienes hambre?
— Por ahora no – sonreí al mirarlo — te ves muy guapo así despeinado
— ¿En serio? Bueno me despeinaré por ti diario
— Eso suena lindo
Me abrazó despacio y besó mi frente, el momento fue perfecto a pesar de ser pequeño. Sus brazos me apretaban como si no quisiera que me fuera de nuevo, no quiero imaginarme el dolor o la angustia, aunque en mi sueño lo pasé…cuando él no despertaba. Por suerte no perdí la memoria, de igual modo me enamoraría de un hombre como este… ¿Quién no lo haría?
Regresamos adentro y comíamos algunas botanas con cerveza y de más…yo no podía aún así que estaba mi buen aso con agua de frutas naturales…que gracias a Victoria quedó delicioso. Reía despacio y en un momento…el silencio se hizo notar y un llanto…dos llantos…tres…invadieron el cuarto donde estábamos.