Capítulo 3.Lo que tenga que pasar

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~Genave~

Había decidido tomar unos tragos aquella noche para olvidar por un momento lo que estaba por venir. Me senté en la barra y pedí un gin-tonic tome un sorbo de aquella bebida y lleve la vista a mí alrededor. Era bueno tener aquel escape, era bueno por un momento sentir algo de normalidad en mi vida, pero entonces mis ojos se detuvieron en un lugar en específico, uno que no era parte para nada de aquella normalidad. Leo Lombardi se encontraba en unos de los vip rodeado de mujeres. Él y Alessio eran muy parecidos, tenían ese aire de superioridad, aunque debía admitir que mi cuñado había cambiado después de conocer a mi hermana. Aparte la mirada y le di la espalda cuando sus ojos se posaron sobre mí y suplicaba que no me hubiera visto, porque aquel hombre era una maldita tentación.

—Disculpe señorita, pero creo que la conozco—Su voz era naturalmente seductora y tuve que voltear hacia él solo por pura decencia. Tome otro sorbo del gin-tonic para que me diera valor y cable mis ojos en él.

—Leonardo—dije y al parecer no le gustó mucho que lo llamara por su nombre.

—Dime Leo—sugirió y tomo aquella pajilla entre sus labios. Tenía que estar volviéndome loca, pero ver aquello fue excitante y algo desconcertante. El maldito sabía cómo jugar sucio— ¿sola?—cuestiono, mientras se acomodaba en el banquillo a mi lado y yo trataba de volver a mis sentidos.

—Sí, necesitaba despejarme—se colocó tentadoramente cerca y su aroma me embriago provocando que me sintiera aturdida.

—Puedo brindarte otra bebida—Ni siquiera me había fijado en que el gin-tonic se había terminado su miraba era demasiado hipnótica.

Sus ojos me miraban como llama ardiente o no sabía si era solo mi imaginación, se relamió los labios y tuve que mirar a otro lado, no podía soportar esta tensión entre nosotros.

—Si—dije al fin, mientras él le hacía señas al barman para pedirla.

Nos quedamos en silencio por un momento y me fije en los tatuajes que adornaban sus manos. Leo no negaba sus genes y yo no podía darme el lujo de dejarme seducir por un hombre como él, tenía demasiada mierda en mi vida y un trabajo al que pronto debía regresar y en el cual debía volcar toda mi atención. Y no hablemos de mi hija, así que complicarme más la vida con el primo de mi cuñado no era algo que deseaba.

—Aquí tiene señorita—dijo amablemente aquel chico, le sonreí en agradecimiento y cuando volteé el hombre a mi lado tenía una de sus cejas alzadas.

—Entonces, despejando la mente creo que estamos en lo mismo—Sabia que había dicho aquello para disimular su molestia, como también descubrí en aquel momento que Leo era un hombre intenso. Lombardi era Lombardi, no había forma de ocultar su naturaleza.

—Sí, tengo algo que resolver antes de volver a Nueva York, así que pensé en distraerme esta noche—No sabía si aquello había sonado a insinuación, esperaba que no, porque tampoco era como que estaba tan necesitada.

— ¿te iras pronto?—pregunto con curiosidad, pero una mujer se acercó a él en aquel momento interrumpiendo nuestra conversación. Era muy provocativa, de esas que encajaban perfectamente en el perfil de mujeres que podían gustarle a Leo y él no tardo en poner toda su atención en ella.

—Gracias por el trago—dije tomando un último sorbo—Es hora de irme—Tomé mi bolso y salí apresurada, porque necesitaba poner distancia de aquel hombre. La noche estaba fría y agradecía haberme puesto aquella chaqueta, metí las manos en los bolsillos para calentarlas y mire ambos lado de la calle para pedir un taxi.

— ¡Genave!—escuche decir detrás de mí. Mire sobre mi hombro como Leo se acercaba y me pregunte en aquel momento ¿que buscaba ese hombre?—Lo siento por lo de hace un momento conozco mucha gente y a veces me distraigo, déjame llevarte—pidió al tiempo que una limosina se estacionaba frente a nosotros, no entendía porque se disculpaba no tenía necesidad de hacerlo. Y sopese por unos segundos su petición.

No sé porque sentí que debía negarme, pero si lo hacía solo estaría demostrando que su presencia me intimidaba y que más daba si algo pasaba, porque tenía más que claro que esta no era la situación, pero si así fuera, quizás nunca volvería a ver a Leonardo Lombardi después de este día, no tenía nada que perder. Al final acepte que me llevara y lo deje abrirme la puerta. También dejaría que pasara lo que tuviera que pasar, para arrepentirme tendría mucho tiempo. 

Lo claro y oscuro del placer (Libro #3 serie Oscura +18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora