Capítulo 23. Atrapada en el infierno

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~Genave~

Me desperté sobresaltada en medio de la oscuridad, con un fuerte dolor en el bajo vientre. Las sabanas estaban manchadas de sangre y saliendo de la cama algo apresurado tome a Rubí en mis brazos y la traslade al cuarto de mi padre. Rey abrió los ojos y me miro confundido, le mostré mi pantalón manchado para que no se preocupara de más y este hizo un asentimiento de cabeza mientras se acomodaba nuevamente bajo las sabanas.

Cerré la puerta despacio y trate de calmar el revoloteo que tenía en el pecho. Aquella pesadilla se había sentido demasiado real. Toda esta locura comenzaba a volverse aterradora y el simple hecho de saber que podía perder a Leonardo me atormentaba. Camine hacia mi habitación y le quite las sabanas a la cama, estaba agradecida de que la sangre no había manchado el colchón porque esa iba a ser una mancha difícil de sacar.

Deje las sabanas a un lado y camine al cuarto de baño. Mire la hora en mi móvil y me fije en que tenía una llamada perdida de Gina, sentí un leve temblor en las manos porque era realmente extraño que mi hermana llamara a estas horas teniendo en cuenta que aquí todavía era de madruga. Cerré la puerta detrás de mí y marque el número de Gina mientras me disponía a quitarme aquel pantalón de pijama.

Lo siento sé que es de madrugada—se apresuró a decir y su voz se escuchaba rara.

—Está bien Gigi tuve un accidente menstrual y por eso estoy despierta— dije restándole importancia al asunto y escuche la voz de Alessio de fondo junto con unos murmullos que no se entendían— ¿Qué pasa?—quite el teléfono del altavoz y me senté sobre el inodoro. Otro cólico venia rompiendo y tuve que respirar profundo para no quejarme.

Estamos en el hospital—sentí una sensación extraña en el estómago al escucharla decir aquello y las manos se me pusieron frías—Le dispararon a Leonardo, no es de gravedad pero sabes lo que eso implica—otro fuerte dolor azoto mi bajo vientre y sentí que se me congelaba el cuerpo.

— ¿Quién lo hizo? Fue Emiliano, Gina dime algo por favor— dije de manera atropellada y sabía que me escuchaba desesperada. Trate de calmarme para no despertar a Rey.

Jotrov—Cada parte de mi cuerpo se tensó y el corazón se me cayó a los pies porque eso solo confirmaba lo que había visto en aquellas fotografías— ¿Genave?—cuestiono mi hermana al darse cuenta de que me había quedado en absoluto silencio.

—Recibí un correo, no puedo negarte que me asusto. Pero pensé que se trataba de alguna jugada de Emiliano, ahora de verdad comienzo asustarme—escuche un leve golpecito en la puerta y a continuación la voz de mi hija.

—Mamá ¿estás ahí? ¿Porque estoy con el abuelo? ¿Estas enferma?—cuestiono de manera insistente.

—Vuelve a la cama con el abuelo cariño, iré por ti en un momento.

—Está bien—dijo con voz adormilada y escuche sus pasos alejarse mientras yo regresaba a la llamada con Gina.

¿Porque no me dijiste sobre el correo?—me cuestiono Gina con reproche y era que como siempre no quería perturbarla con mis asuntos—No respondas—Continuo—Alessio está realmente molesto y sabes que no dejaran pasar esto por alto. Y de manera sincera sabes que no puedo intervenir en esto Genave—me asusto el tono que utilizo para decirme aquello, sin embargo tenía más que claro que los Lombardi no se quedarían de brazos cruzados. No podía cuestionarlos.

—Te llamare más tarde —dije y corte aquella llamada de manera repentina.

Respire profundo y aparte una lagrima que se deslizo por mi mejilla ¿Qué demonios había hecho mal en la vida? Porque cuando comenzaba a tomar un respiro todo volvía a tornarse complicado. Comenzaba asfixiarme, me sentía atrapada en un pasado que nunca debió volver desde la sombras y me negaba a dejar ir este sentimiento que comenzaba a crecer dentro de mí.

Una tenue luz solar comenzaba a colarse por las cortinas en cuanto salí del baño y volví a la habitación. Ni me molestaría en volver a la cama porque que de todas formas no iba a poder dormir más. Así que solo le deje caer sobre ella a esperar que el sol terminara de salir.

***

Me pare algo aturdida por la posición en la que me había quedado tirada sobre el colchón. El reloj marcaba las 6:00 am y sabía que mi padre y Rubí dormían como roca. Me mire en el espejo de la cómoda y parecía como si un tren me hubiese pasado por arriba. Recogí las sabanas que yacían en el rincón donde las había colocado en la madrugada y la levante con poco gusto aunque debía sacar aquella mancha antes de que Rubí me bombardeara con sus preguntas.

La casa estaba extremadamente silenciosa y un extraño escalofrió me recorrió el cuerpo cosa que me puso alerta, aunque sabía que más tarde me estaría durmiendo en la oficina. Encendí la luz del pequeño cuarto y me lleve un susto de mierda al encontrarme de frente con la careta de hockey de Jimmy, era probable que Rubí hubiese estado jugando con ella, mi padre hacia lo que dijera aquella niña y jugar con los juguetes viejos de mi hermano era su hobby favorito.

Abrí la puerta de la lavadora, pero antes de encenderla escuche un ruido proveniente de la sala de descanso. Deje las sabanas sobre el piso y lleve mis pasos al lugar en cuestión, solo para darme cuenta de que las cortinas se ondeaban por la brisa que se colaba por la ventana y el jarrón favorito de Darla se encontraba desparramado por la alfombra, aunque intacto y aquello fue bastante raro.

—Cuantas veces tendré que decirle a papá que no deje las ventanas abiertas—dije para nadie en particular y me aproxime hacia ella para cerrarla.

Me dispuse a recoger el jarrón y me levante despacio cuando sentí el peso de una sombra sobre mí. Sus manos cubrieron mi boca rápidamente y se me corto la respiración en cuanto reconocí aquel aroma. Su tacto se sentía caliente. Tan diferente al frio tempano de hielo que sentí la última vez que sostuve su mano. La diferencia era que ahora no sentía la tristeza que sentí aquel día, lo único que mi cuerpo y todo mi sentían en aquel momento era miedo.

—La mía musa—dijo con aquel acento italiano tan marcado y me pareció que habían pasado mil años desde la última vez que lo escuche—mmm—dijo inhalando mi aroma y sentí un nudo en el estómago. Y no tenía que ver con nada romántico.

Un alarido quiso escapar de mi garganta, pero era imposible que gritara con sus manos cerrándose de aquella forma sobre mi boca. Las lágrimas comenzaban a mojar mis mejillas y sentí un dolor punzante en mi bajo vientre, pero nada de lo que hiciera cambiaría mi realidad en este momento. Estaba atrapada en el infierno y aquel demonio no me dejaría escapar.

Lo claro y oscuro del placer (Libro #3 serie Oscura +18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora