Capítulo 12. El peón

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~Leonardo~

Sabía que Alessio buscaba alejarme de Genave como diera lugar. Y cuando toco la puerta aquella mañana y me apresuro para que saliera, no tuve menor duda de que aquella había sido su intensión. Me encontraba malhumorado. El rechazo por parte de Genave me hacía sentir frustrado y todo el misterio que envolvía su vida más que perturbado, sin embargo la insistencia de mi primo en mantenerme alejado era lo que me hacía explotar la cabeza.

El chófer me abrió la puerta y me abotone el saco. Las oficinas de Nueva York se encontraban en un edificio bastante lujoso y no esperaba menos. Mi padre había pasado su vida convirtiendo Lom's Petroleum en un imperio y por eso insistía en que debía estar preparado para dirigirlo. Uno de los guardias entro por delante de mí al edificio. Todo el personal me recibió de manera ordenada en el lobby principal. Aquello pareció un recibimiento militar, un tanto abrumador.

—Señor Lombardi un placer, soy Dayanara Wesley gerente regional—la mujer me extendió la mano y le regale una sonrisa, sentí su mano temblar.

—El placer es mio— la observe contener la respiración y luego de un momento que pareció ser eterno soltó mi mano.

—Su padre me comunico que quiere que le presente a los gerentes, sub-gerentes y encargados de área. Así como a parte de los ejecutivos—tenía que prepararme para una larga y tediosa jornada.

Alessio no me había preparado para esto y cuando le pregunte que debía hacer aquella mañana antes de echarme definitivamente de aquella casa me miro con intensidad y luego pronuncio aquellas palabras "Comportare a la altura de un Lombardi" y eso no era tan fácil para mí. Nunca me había comportado de manera seria, mi vida había sido demasiado descuidada y ahora me encontraba con el rostro inexpresivo y la mirada penetrante. Si, podríamos decir que parecía un puto Lombardi.

— ¿Por dónde iniciamos?—pregunte mirando fijamente los ojos de Dayanara. Se mordió el labio inferior y aquello provoco una sonrisa en mis labios era realmente excitante saber lo que mi sola presencia provocaba en las mujeres.

—El señor Alessio nos pidió hacer una reunión para mostrarle los progresos de la filial, me disculpo de antemano si ocurre alguna eventualidad. Todo fue demasiado rápido—se apresuró a decir un poco avergonzada.

—Despreocúpese. No estoy aquí para criticar—me entrego unas carpetas en aquel momento.

—Estos son nuestros ejecutivos más importantes. No pretendo que se aprenda los nombres de todos. Pero así tiene cierta familiaridad—Asentí en afirmación y abrí la primera carpeta mientras esta me guiaba por aquel pasillo sin dejar de hablar.

Repase las demás carpetas rápidamente, pero al llegar a la última Dayanara me pidió que la acompañara al interior de un salón. Cerré la carpeta para estudiarla más tarde y me concentre en lo que la mujer me mostraba observando todo a mi alrededor con atención. Nunca le preste realmente atención a las cosas que involucrara el negocio familiar, con tener dinero en mis tarjetas, vehículos de lujos y un jet para viajar no importo nada más. Cargar con la responsabilidad de heredar aquel imperio había sido siempre mi mayor temor.

—Todos los convocados estarán aquí en un momento—me invito para que ocupara la silla principal y aproveche aquel momento para terminar de familiarizarme con aquellas personas.

Abrí aquella carpeta y sentí una extraña sensación en la boca del estómago. Mis manos se pusieron frías. Mirar aquel rostro, que digo, leer aquel nombre me había dejado helado y cerré los ojos por un momento porque creí que me lo estaba imaginando, pero al abrirlos la foto y aquel nombre seguían allí. Dayanara había salido y yo tome un trago de la botella de agua que habida dejado para mí. No podía siquiera pensar que mi padre había sido tan descarado, era que no procesaba lo que estaba pensando.

—Señorita Wesley —dije en cuanto entro al salón seguida por otras personas. Miro la carpeta abierta sobre la mesa y se puso pálida. Este había sido un error, uno que al parecer le costaría caro.

—Esta mujer—dije con evidente molestia. Ella miro a todos lados y luego se acercó a mí.

—Señor eso no debió estar ahí, esto fue un error—trato de apartar la carpeta, pero coloque mi mano bruscamente sobre ella.

— ¿Dónde está?—la mire amenazante y está bajo la cabeza llevando la mirada a sus pies.

—Señor Lombar...

— ¿¡Dónde demonios esta!?—. Grite. Dayanara se estremeció y los allí presentes dejaron de hacer sus cosas para mirarnos.

—Cuarto nivel, fondo a la izquierda— tome la carpeta y salí de allí hacia el destino que me había indicado.

Me afloje la corbata y camine apresurado. La rabia comenzaba a bullir por mi sangre al recordar todas las cosas malas que aquella mujer le había hecho a mi familia y también las que me hizo de manera personal. No podía creer que mi padre se había atrevido, ni siquiera podía asimilar que ella siguiera presente en su vida, porque eso si no podría perdonárselo. No tuve que hacer mucho esfuerzo para encontrarla, pues aquella oficina estaba recubierta por cristales transparentes.

— ¿Tiene cita?—pregunto una chica metiéndose en mi camino. La mire de arriba abajo con malestar y esta contrajo el rostro.

—Soy el jefe niña, así que apártate de mi camino ahora—me miro sorprendida y se apartó rápidamente mientras yo entraba en aquella oficina sin avisar.

Ella se encontraba de pie, mirando despreocupada la vista de la ciudad. Sentí que mi enojo se incrementaba al darme cuenta de que aquello era verdad y esta se giró hacia mí mientras una sonrisa malintencionada de esas que siempre regalaba adornaba su rostro.

—Vaya, vaya la carpeta que no debió estar entre las demás surgió efecto demasiado rápido—me aproxime hacia ella amenazante—Si fuera usted, no hiciera eso señor Lombardi—llevo su mirada a uno de los rincones donde se encontraba una cámara de seguridad—Pero puedes insultarme todo lo que quieras, no tiene audio—realmente aquella mujer era una maldita desgraciada.

—Estoy tratando de entender qué demonios haces aquí, pensé que estabas muerta—una carcajada escapo de sus labios. Esa que odiaba con todas mis fuerzas.

— A tú padre no le convenía tenerme cerca, pero tampoco lejos. Y tú adorada madre estuvo de acuerdo—Se acercó a mí y me recorrió con la mirada—Ya eres todo un hombre Leonardo. Cuando te conocí eras solo un chico. Uno con una grande y jugosa polla—levanto la mano para tocarme, pero lo impedí tomándola por la muñeca con firmeza.

—Ni siquiera lo intentes—me miro con lascivia y algo se me revolvió en el estómago.

Pero así era ella, Brizna Princeton. La puta que intento meterse entre mis padres, luego de pervertirme. Recuerdo haberme arrastrado por ella, la muy zorra sabía cómo usar sus encantos para enloquecer a los hombres y de la misma forma en que había caído rendido ante ella lo hizo mi padre. En mi caso personal había pecado por inexperiencia. La mujer frente a mí me había llevado hacer cosas impensables y debía admitir que había aprendido demasiado de ellas. El hombre que era hoy había sido por aquella sucia experiencia. Pero al final solo me utilizo para llegar a mi padre.

—Wow, me excita escucharte hablar así—se relamió los labios —podría inclinarme sobre el escritorio y dejar que me cojas como una perra. No me importaría que todos nos vieran—solté su mano bruscamente y la aparte de mi de la misma manera.

Mirarla me hizo recordar aquel día. A mi cabeza llegaron las imagines de mi madre totalmente destrozada por aquel engaño y como al fin abría los ojos para descubrir al monstruo que había dentro ella. Sin embargo yo podía soportarlo todo. Que me arrancara el corazón y lo destrozara, que pisoteara mi orgullo y lo arrastrara, pero que lastimara a mi madre. Eso si no lo iba a tolerar.

—Lástima que no puedas hacer nada, porque aunque te conviertas en el dueño de este imperio nunca podrás tocarme. No podrás hacerlo porque si no los Lombardi Pemberton van a quedar hundidos en el fango —la tome por el cuello y la observe disfrutar mi trato.

Apretó mi mano un poco más sobre su cuello, porque aquel trato la enloquecía. Brizna era una maníaca sexual, le encantaba la bestialidad y ser azotada hasta quedar sin fuerzas. Me había enseñado lo más oscuro del placer y había disfrutado de todo el control que había ejercido sobre mí. Pero ahora había llegado el momento de enseñarle quien era realmente el peón en este juego de ajedrez.


Lo claro y oscuro del placer (Libro #3 serie Oscura +18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora