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Rubén suspiró antes de intentar hablar pero las palabras ya no le salían.

De pronto comenzó a llorar. Su madre se le acercó para abrazarle ante la mirada de la directora, la cual miraba con cierta tristeza la escena.

-Dime que ha sucedido Rub- dijo su madre sin separarse de el.

Rubén entonces se armó de valor para comenzar a narrar lo que le habían hecho y la razón por la que no había acudido a clase.
Contó desde los golpes hasta el abuso y las amenazas.

Al acabar de explicarlo la directora le miraba sorprendida al igual que su madre.

-Llegaremos hasta el fondo de esta situación- dijo la directora hablando con la mujer- Hablaremos con los niños de los que habla Rubén y con sus padres y si es cierto todo lo que dice su hijo tomaremos las medidas legales. Siento mucho que hallas tenido que pasar por eso.

-Gracias- añadió Emily para después salir del despacho junto a su hijo.

Comenzaron a caminar hacia el coche en silencio.
Rubén no soltaba la mano de su madre y esta no tenía intención de soltarle tampoco.

Rubén y su madre llegaron a casa y el Omega no tardó en subir a su habitación.
Emily entró al cuarto de su hijo y el panorama le resultó devastador.

Rubén se encontraba tumbado en su cama llorando sobre la almohada. Su mochila estaba a un lado de la habitación y su cama estaba hecha.

El pequeño trataba de cubrir sus sollozos con la tela de la almohada pero era una tarea complicada.

La Beta se sentó en un borde de la cama a un lado de su hijo mirándole con tristeza.

-Rub...- susurró Emily llamado la atención de su pequeño hijo de ocho años.

-Mamá me duele- dijo Rubén entrecortado debido a las lágrimas que corrían velozmente por sus mejillas hasta llegar a la almohada.

Emily acercó a su cachorro a su cuerpo y rodeó sus brazos abrazando a su hijo.

-Tranquilo- volvió a susurrar Emily. Rubén seguía llorando en los brazos de su madre- Todo estará bien te lo prometo.

-¿Porque tengo que ser un Omega?

Esa pregunta le rompió el corazón a su madre. Ella siempre había considerado a todas las castas iguales en posibilidades y ver a su hijo tan roto solo por su casta le partía el alma.

-No digas eso Rub...

-Todo sería mejor si fuera un Alfa o un Beta, nunca habría perdido a mis amigos y no me habrían hecho daño- añadió el menor aún llorando.

-No volverás a ir a ese colegio ¿Está bien?

Rubén asintió para después acomodarse en los brazos de su madre dispuesto a dejar de llorar de una buena vez.

(...)

Habían pasado ya casi dos años desde que Rubén dejó el colegio y comenzó a estudiar en casa.

Ese día era su primer día de clases en un colegio después del incidente.

-¡Rubén! Baja ya o se te hará tarde- gritó su madre para que su hijo le escuchara desde el piso de arriba.

La idea de volver a ir a clases había sido de Rubén, aún que ahora se arrepentía y se encontraba en el baño teniendo un ataque de ansiedad.

Hacía ya bastante tiempo que le pasaba y la verdad es que ya sabía que hacer en ese tipo de situaciones.

Cuando se relajó un poco salió del baño y bajó las escaleras.
Agarró su desayuno y después esperó a su madre.

El nuevo colegio estaba algo más lejos que el anterior por lo que su madre tenía que acompañarle a llegar.

(...)

Rubén se encontraba esperando a que el profesor le permitiera entrar. Tenía claro que no se acercaría a nadie. Cualquier casta podía ser peligrosa excepto los Omegas. Pero ya tenía suficiente con ser el un Omega como para tener que aguantar a sus amistades con la misma casta.

Simplemente iría a clase, no se comunicaría con nadie y volvería a casa a hacer lo que quisiera.

Ese era su plan y era el que tenía la intención de seguir.

Cuando escuchó su nombre entró a la clase y sintió todas las miradas sobre el, por lo que empezó a ponerse nervioso.

-Puedes presentarte Rubén- dijo el maestro amablemente.

-M-me llamo Rubén Doblas- comenzó a hablar el pequeño- tengo 10 años y soy Omega.

-Muchas gracias Rubén- añadió el profesor al ver que el menor ya no decía nada- Puedes sentarte detrás de Miguel.

Un niño con gafas levantó la mano por lo que Rubén caminó hacia el para sentarse en el asiento vacío detrás de él.

La clase comenzó y Rubén trataba de prestar la máxima atención posible.

-Hola- susurró el tal Miguel obviamente dirigiéndose a Rubén.

El Omega le ignoró, por su olor podía asegurar que era un Beta y los recuerdos de su anterior colegio no tardaron en llegar a su mente. Por lo que no contestó.

(...)

Habían pasado ya días y el castaño con gafas no había parado de tratar de llevar una conversación con Rubén. El Omega siempre le ignoraba pero al ver que Miguel no tenía intención de parar un día decidió hablarle.

-Hola- saludó Miguel cómo de costumbre sin esperar ninguna respuesta.

-Hola- dijo Rubén con la mirada en otro lado. Miguel se sorprendió pero se alegró al instante de que el menor le hubiera respondido.

-¡Al fin me hablas!- exclamó emocionado el Beta- Me llamo Miguel pero me puedes llamar Mangel, solo me llaman así mis amigos pero tengo pocos amigos, tú podrías ser mi amigo si quieres aunque si no quieres no importa...

Rubén escuchó atentamente todo lo que el castaño tenía que decir y al parecer no tenía intención de parar. Sería una amistad interesante.

(...)

Ya habían pasado casi ocho años desde que Rubén decidió hablar con Miguel y aceptó ser su amigo. Han sido ocho años de amistad en la cual Rubén consiguió aceptar a los Betas como "no peligrosos" según Rubén decía. No se había acercado a un Alfa en todos esos años y había conseguido contarle a Miguel el porque de su pánico a los Alfas. Su amigo le había apoyado sin dudarlo.

Un día Rubén se encontraba esperando a Mangel en una cafetería en la que siempre se encontraban.

Su querido amigo le había dicho que le presentaría a su pareja por lo que esté aceptó gustoso.

Rubén se sentó en una mesa libre y esperó a su amigo el cual apareció junto a un chico pelirrojo.

-Hola Rubiuh- saludó Mangel al llegar- Te presentó a Lolito.

-Hola- añadió Rubén, el castaño ya sabía que la pareja de su amigo era un Beta, sino no hubiera aceptado a conocerle.

Los tres chicos se volvieron amigos rápidamente, tanto que Rubén se atrevió a contarle sobre su pasado.

Se encontraban en la cafetería a la que siempre acudían. Mangel y Lolito habían estado hablando sobre mudarse a un pueblo cercano llamado Karmaland para trabajar como héroes.

-¿Te apetecería venir con nosotros Rubiuh?- preguntó Mangel felizmente.

-No creo que pueda- se excusó Rubén- ¿Te recuerdo que soy un Omega?- eso último lo dijo con algo de desprecio hacia su casta.

-Hemos hablado ya con algunos de los héroes y todos nos han dicho que no importa la casta de la persona, solo que sepa pelear- añadió Lolito tratando de convencer a su amigo.

Rubén entró en un dilema. Lo que le preocupaba no era su casta, que en verdad si era un problema, sino que el trabajo de héroe lo solicitaban sobre todo Alfas y lo que menos quería Rubén en ese entonces era tener contacto con ellos. Pero por otro lado no quería dejar tirados a sus únicos amigos.

🌠 - Negarse

🐚 - Aceptar

•DENIED• ×Rubegetta× {Decisiones}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora