Capitulo XXI

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Era una escena completamente fuera de su imaginación y parecía no saber de qué sorprenderse más.

Al principio, Jin Ling no tenia suficiente coraje para finjir que no conocía a las personas en la mesa, sin embargo, la voz fuerte y clara de su tío que exclamaba: «¡Ahhhh! ¡El villano es tan bueno  que no es de extrañar que el protagonista se doble!», junto a las ovaciones de Nie HuaiSang y Lan WangJi, le dieron una extraña fuerza para finjir ser sordo.

—¡Sí, sí! ¡Lo llevo en su brazos! ¡En sus brazos! ¡A un solitario y tranquilo río!

—¡Continúa hermano Jiang! ¡Continúa! —animaba Nie HuaiSang mientras Lan WangJi le servía un poco mas de licor a un muy borracho Jiang Cheng.

Jin Ling sólo quería ser un cobarde más de la familia Jin pero esos dos hombres malvados no dejaban de intimidar a su pobre e inocente tio.

¡Tenía que sacar valentía de donde no tenía y proteger a su tío!

—¡Se están quitando la ropa! ¡Oh, no! ¡El protagonista se esta resistiendo! ¡No te rindas hermano villano llega hasta el final!

—...

—¡El villano acaba de presionar al protagonista hacia abajo!

Pensándolo mejor, Jin Ling se auto-desmayo golpeando varios puntos de acupuntura. ¡Ya no quería seguir ni escuchando ni viendo mas tal escena! ¡Su tío Jiang Cheng acaba de romper todas sus ilusiones de la infancia! Ya entendía, porque a su madre no le gustaba dejarlo ala cuidado de su tío y como desearía no haberlo entendido nunca.

Las personas que habían visto como había comenzando todo de un Lan WangJi enfadado por haber sido engañado a un Jiang Cheng borracho y que leía en voz alta uno de sus libros, se reían por lo bajo, se preguntaban el nombre de la obra y el autor, y otros, adoraban a Wei WuXian como su nuevo Dios por estar en la misma mesa que los tres escandalosos y beber té e ignorar a todo a su alrededor.

¡Tal indiferencia! Un don otorgado por los Dioses y digno de adoración y alabanzas.

Mientras tanto, el chisme de que el joven maestro Nie había emborrachado, otra vez, al líder de la secta Jiang y que el líder de la secta Jiang estaba recitando una nueva obra dramática, se extendió como polvora y atrajo a nuevos oyentes, como abejas a la miel.

Y por supuesto, los discípulos de la secta QingheNie se encargaban de cobrar la entrada.

—¡Quieres escuchar al líder Jiang, paga! ¡Y nada de intentar pagar con sus cuerpos, víboras lujuriosas!

—...

—¡Tampocos se aceptan pagos con el cuerpo de tu abuela, nietos poco filial!

—...

Jiang Cheng, ignorante de todo el alboroto afuera, seguía leyendo en voz alta, cuando en su desvarío de ebrio, notó que alguien no estaba inmerso en la emoción de dos enemigos en un encuentro apasionado y lujurioso.

—¡Tú! —exclamó, al tiempo en que señalaba a Wei WuXian. Su rostro de un rojo intenso, casi  del color de una langosta cocinada—. ¿Cómo te atreves? —preguntó, atrayendo el libro hacia su pecho. Como toda una joven señorita desonrada.

Wei WuXian siguió tomando té como si todo el alboroto de su alrededor no existiera.

Si había alguien que podía soportar a Jiang Cheng y sus dramas era él. Imnumerable veces habia visto a Jiang Cheng actuando como si la vida se le fuera acabar porque no mostraba interés en sus obras dramáticas.

Wei WuXian sabía cómo funcionaba la mente de Jiang Cheng: libros, libros, más libros y no había espacio para más nada.

El en pasado, era él quien tenía que recordarle a Jiang Cheng que no podía durar toda la noche despierto leyendo o una semana entera sin salir de su habitacion y sin bañarse. Era él quien tenía que escuchar los comentarios alegres o despectivos, las críticas y las risas contenidas de Jiang Cheng mientras leía.

Una Canción de BatallaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora