Capítulo VIII

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Cada vez que Lan WangJi pronunciaba su nombre, Wei WuXian sentía una ola de emociones que iban desde la calidez hasta la ira.

Wei WuXian no estaba seguro porque, si era solo por molestar o por puro placer propio, pero Lan WangJi no había dejado de decir su nombre desde que se conocieron.

Tenían quince, y la secta YumengJiang había abierto sus puertas a otros jóvenes amos de otros clanes.

De la secta YumengJiang se decía muchas cosas, pero a diferencia de las otras sectas, dichas habladurías eran más buenas que malas.

Los cultivadores de la secta Jiang eran considerados como eruditos con espadas. Lo que hacía que muchos intentarán enviar a sus hijos a estudiar con ellos.

Sin importar cuan tontos fueran los estudiantes al ingresar, al menos parecían menos perdidos cuando regresaban a sus hogares o por lo menos, sabrían algo de la historia de su propia secta.

Ese año en particular, todos en Muelle del Loto estaban ansiosos porque tendrían dos invitados especiales; los Dos Jades de Lan, quienes se decían eran poderosos y talentosos, pero mas que nada, eran un deleite para la vista.

Sobre ese asunto, Jiang Cheng comentó:

—Algunas veces la belleza más importante esta en el interior.

Claro, Jiang Cheng lo dijo, solo porque lo había leído en una novela romántica y le pareció sabio decirlo en esa ocasión.

Jiang YanLi respondio:

—A-Cheng, cuando seas médico, me dices la belleza del interior.

Wei WuXian no opino ni en contra ni a favor de ninguno de los dos hermanos Jiang.

Le parecía de mala educación hablar a espaldas de otros.

Como discípulo principal y como el próximo líder de la secta, Wei WuXian y Jiang Cheng, habían ido personalmente a escoltar a los nuevos alumnos.

Ya que todas las sectas se conocían entre sí, a pesar de que ese 《conocían entre si》significaba que alguna vez hubieran intentado matarse, por lo que, los jóvenes amos se habían visto la cara alguna vez, y además, sus edades no diferenciaban muchos, lo que produjo que rápidamente se hicieran amigos.

Jiang Cheng sonreía y charlaba con amabilidad con todos.

De pie junto a Jiang Cheng, Wei WuXian no demostraba ni alegría ni tristeza en su rostro. Sin embargo, si algún valiente lograba acercarse notaba la indiferencia y frialdad en sus ojos, por lo que nadie quizo intentar entablar conversación con él.

Estaban los que, con una sola mirada de Wei WuXian, pensaban en todo clase de cosas, comenzando con que habían cometido un grave error al nacer.

Luego, estaban los que envidiaban a Wei WuXian y en secreto, más tarde, practicarian su cara de poker para verse más misteriosos y poderosos.

El joven amo Jin, Jin ZiXuan, no pensaba en nada, guardaba todas sus energías para preocuparse. En especial, para preocuparse por la joven doncella Jiang y su látigo.

El segundo amo de la secta Nie, Nie HuaiSang, pensaba que Wei WuXian no era alguien a quien debía robar, por lo que se concentró en Jiang Cheng y los libros que escondía en las mangas de su túnica.

Por último, estaba el discípulo de la secta Wen, Wen Ning, que solo creía que Wei WuXian era alguien divertido, incluso si ese divertido, era él burlándose de Wei WuXian.

Entonces, Wen Ning salto a la embarcación que los llevaría al Muelle del Loto y le dijo:

—Menuda asquerosidad de barcucha. Joder, que se cae a pedazos —Todos los demás se sorprendieron antes sus palabras y aguantaron la respiración esperando la reacción de Wei WuXian—. Si me ahogo, alguien tendrás que darme respiración boca a boca, eso sí, tendrá que ser cara de piedra porque todos ustedes están para la mierda.

Una Canción de BatallaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora