Capítulo XIX

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No dejaba de burlarse. Por más que lo intentará no lo lograba. Nadie nunca le había dicho que los Jin fueran tan divertidos.

—Así que, tu perro...

—A-ja —Jin Ling está asustado y por eso, no se atrevía a molestarse por las continúas bromas de Lan WangJi.

—... un perro demoniaco....

—S-í.

—Y lo llamaste Hada, ¿no?

—S-í.

—Con razón huyó. Mira que nombrar a un perro demoníaco Hada.

—Es un nombre muy bonito –O eso habia dicho su tío. Tal vez debería decir que fue su tío Jiang Cheng quien nombró al perro demoníaco.

Aunque, luego de ser víctima de la continúa intimidación de Lan WangJi, estaba bastante seguro de que este, igualmente, seguiría burlándose de él.

—Bonito, bonito, bah. Solo para que lo sepas: si tu perro demoniaco fuera humano y estuviese en Gusu, los otros discipulos le esconderian el uniforme mientras se baña y le meterían dedos llenos de saliva en los oídos.

—Dioses, Lan WangJi, ¿qué clase de cosas hacen los Lan? –preguntó Nie HuaiSang jugando con un abanico pegable.

—Yo lo haría.

—Cómo no.

—¿Ustedes, no? —le pregunto Lan WangJi.

—¡Claro que no! ¡Nosotros le robariamos toda su dinero! Puede que su comida y para que negarlo, su ropa tambien.

—...

Jin Ling miró a Wei WuXian pidiendo alguna ayuda para su perro.

—Mmm.

¿Dónde estaba su tío Jiang Cheng? ¡Quería a su tío! No mejor aún, quería a su mamá. Prefería tenerle miedo a ella que a Lan WangJi y Nie HuaiSang.

—¿Entonces, vamos a entrar o no? —preguntó Nie Mingjue, recostando su cuerpo en un árbol.

Los cinco estaban en la entrada del bosque de la serranía Xinglu, donde el perro espiritual de Jin Ling se había perdido.

Wei WuXian no podía resistirse al lloriqueo de Jin Ling por la pérdida del perro. Era el hijo de su Shijie, después de todo. Lan WangJi no estaba dispuesto a buscar el perro porque era una buena persona, pero si estaba dispuesto a perseguir a Wei WuXian adónde quiera que este fuera. Y los hermanos Nie, bueno, él menor había soborno al mayor con una pieza de cerdo y habían ido con ellos de buena voluntad. Lo que era bastante sospechoso, si le preguntaban a Lan WangJi.

—¿Como se puede perder un perro demoníaco? —Inquirió Nie HuaiSang.

—Yo insisto en que huyó.

—Yo insisto en que te calles.

—Yo insisto a que no me insistas a que me cálle.

—...

—Pobre Hada, esta allí, afuera sólo y perdido —susurro Jin Ling.

Apuntando con el índice por encima de su hombro, Lan WangJi dijo:

—Gusu es por ahí, y Qinghe por aquí. Él está en medio, así que no está tan perdidó, ¿no?

—...

—Por cierto, debo advertirles que desde hace semanas en el bosque ha habido una gran concentración de cadáveres de una sola pierna —Sonriendo, Nie HuaiSang se cubrió el rostro con el abanico—. No lo digo para que tengan cuidado. Lo digo, porque, ya que estáran por allí, seria estupendo si se deshacieran de todos esos molestos cadáveres.

Una Canción de BatallaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora