Ryōmen Sukuna

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"Pacto carnal"
(Parte 2 de 2)
Continuación de "Escape"
Advertencias: sí. Se recomienda leer con discreción.

Aquel duro cuerpo masculino se estrelló contra ella, de tal manera que sus pechos se apretaron contra el torso de él y su pelvis se unió a la suya, dándole una señal de lo que aquella maldición necesitaba de ella

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Aquel duro cuerpo masculino se estrelló contra ella, de tal manera que sus pechos se apretaron contra el torso de él y su pelvis se unió a la suya, dándole una señal de lo que aquella maldición necesitaba de ella.

Aquel corte provocado con su propio cuchillo, se cerró completamente, sin dejar otro rastro más que el de su sangre mezclándose junto a la tela de su uniforme.

La marca en su cuello escoció, sintiendo nuevamente la textura de aquella lengua húmeda pasar sobre ella de forma ascendente y descendente.

Y aunque aquel fuera un pacto forzado, que asumió sólo para mantener a sus amigos y compañeros a salvo, no pudo evitar que su piel se erizara ante el toque de aquella mano masculina que descendía de forma insistente, buscando más contacto.

Ryōmen Sukuna tenía muchas ambiciones, y la mayoría de ellas tenía que ver con la sed de sangre que yacía en su interior, sangre de sus enemigos, sangre de la gente que hace miles de años atrás logró sellarlo, privándolo de su libertad; pero esa sed era algo insignificante para la que sentía en esos momentos con aquella fémina entre sus brazos. 

Una de sus grandes manos, fue a parar al lateral del cuello de la mujer, sintiendo el leve palpitar de la arteria que transportaba aquella preciada sangre. Todavía sintiendo aquel líquido carmesí en sus papilas gustativas, las que saborearon lo más dulce que había probado en miles de años.

La punta de su nariz pasó por el arco de su cuello, embriagándose de aquel olor que lo tentó desde la primera vez que aquel mocoso se acercó a ella. Ese mismo olor se burló de él durante todas esas semanas, aumentando su necesidad y tentándolo a salir. Su pecho se expandió para llenar sus pulmones de esa fragancia, sonriendo levemente al ver el ligero y casi imperceptible escalofrío apoderarse del cuerpo de ella como respuesta.

Con una sonrisa victoriosa, uno de los brazos de la maldición se envolvió alrededor de ella, llevando una de sus manos a la nuca de la mujer. Sus dedos se enredaron gustosamente en aquellas hebras largas, tirando de su cabeza atrás, sin importarle la brusquedad con la que la manejaba, únicamente concentrado en disfrutar de aquel contacto.

Pero a pesar de que se encontraba en un éxtasis que llevaba su sangre hasta el punto de presión y enloquecía su mente, escuchó perfectamente como algo crujía a su espalda, recordándole que se encontraban en campo abierto, donde cualquiera podía pasar por allí pese a que se encontraban en uno de los tantos rincones que poseía la escuela, estando tan escondidos que sería difícil distinguirlos con claridad si es que alguien llegaba a transitar por allí. Aún así a Sukuna no le importaba quién osaba a mirarles. Pero si ese alguien intervenía... Sería una historia completamente diferente. Una historia en la que esa persona no volvería a vivir para contarle a los demás.

CURSED TALE ─jujutsu kaisen one shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora