Capitulo 2

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Cogí la bandeja que se encontraba en la mesa del restaurante de la empresa en la que trabajaba y salí con paso apresurado esquivando a los cocineros que se encontraban en mi camino.
Abrí las puertas que conectaban la cocina con el área de mesas, el barullo de gente era inmenso, camine tomando la bandeja con las dos manos evitando que el agua de arándanos y el pie de fresas se me cayeran de las manos. Hace poco tiempo me había pasado eso y debo de admitir que no era algo muy digno de mirar.
Recordé que después de aquel accidente me tuve que quedar cinco días enteros hasta las una de la madrugada lavando platos para pagar lo que rompí. Que sin embargo yo no había tenido la culpa ya que un niñito se me hubiera atravesado mientras llevaba la bandeja y eso a mí gerente no le importo.

Así que ahora tenía sumo cuidado quien se me atravesaba por delante, ya que no quería volver a pasar por lo mismo.
Llegando a mi destino coloque la bandeja y repartí los platos correspondientes, y luego me retire a tomar unas cuantas órdenes y fui a la cocina para poder colocar el papelito en el gancho y esperar a que la orden estuviera lista.

Dentro de la cocina era un caos, cocineros corriendo de aquí para allá dando órdenes, camareros con carritos acomodando platos, todo estaba en movimiento por no mencionar el calor que se sentía, parecía hervidero.

—Veo que no tienes nada que hacer Mayra. — dijo Wendy riendo.
—De hecho estoy esperando las órdenes para llevarlas a la mesa. —Explique—La que no tiene nada que hacer eres tú. —respondí mientras sonreía.
—Si claro. —Respondió rodando los ojos— Sabes que la mayoría de mis clientes solo vienen por una rebanada de pastel. —Se quejó— No tengo tanto que hacer como tú.
—Al menos. No que yo.—respondí haciendo una mueca.
—Bueno—respondió poniendo una mano en mi hombro. Al menos no lavamos platos agradece eso—respondió soltando una risita.

Sonreí con diversión. Para luego acercarme a tomar mi bandeja y acomodar los platos rebosantes de comida. Una vez afuera me dirigí de nuevo y repetí el mismo procedimiento.

Después de unas cuantas idas y vueltas y asegurarme que no les faltara nada a los clientes regrese a la cocina por un vaso de agua.
Justo cuando iba a dejar el vaso al fregadero Wendy pasó por mi lado y sonrió con picardía para luego cuchichearme.

—En una de tus mesas acaba de llegar un grupo de chicos y están guapísimos.

Rodee los ojos mientras sacaba mi libretita de órdenes del delantal que llevaba puesto.

—Tu nunca pierdes el tiempo. —respondí para luego salir y llegar hacia la mesa.

Mientras buscaba uno hoja en blanco para anotar los pedidos divise la mesa 24 junto a los ventanales y a un grupo de cinco chicos. Todos estaban encorvados hacia adelante, como si tuvieran una reunión secreta. Camine hacia ellos mientras sacaba el lapicero y una vez enfrente me dirigí con mi mejor sonrisa y la típica bienvenida.

—Buenas tardes. Bienvenidos. ¿Qué van a ordenar?—respondí mientras sonreía.
Todos voltearon hacia mí en cuanto termine la pregunta y observe con sorpresa al chico que yacía enfrente de mí.

Era el.

Trague saliva y observe a los cuatro chicos que se encontraban ahí observando la carta mientras él se pasaba la lengua por los labios y me miraba fijamente. En sus ojos detonaba una pizca de diversión. Si. Me recordaba o más bien recordaba el pequeño incidente que habíamos tenido.

Sus ojos eran de un color caramelo obscuro en su pómulo izquierdo tenía un lunar, llevaba una playera blanca que resaltaba su pecho musculoso y firme, al igual que sus brazos, su boca estaba con una sonrisa de diversión.

Quite mi vista de ahí y mire al chico de al lado, era rubio y con unos ojos azules. Anote su orden y luego fui pasando de uno en uno. Cuando llegue con el chico que estaba enfrente de mi trate de sonar natural.

— ¿Qué va a ordenar?-pregunte vacilante
El chico exhalo por la boca y luego se relamió los labios mientras colocaba sus brazos cruzados sobre la mesa mientras sonreía.

—Que sea una malteada de fresa y una hamburguesa de queso doble con papas extra grandes preciosa. —respondió mientras sonreía.
Sonreí falsamente mientras anotaba el pedido.
—Idiota.-Respondí para mis adentros
—Sus órdenes llegaran en unos instantes. —Respondí mientras cerraba la libreta y daba media vuelta para dirigirme hacia la cocina.

—¿Qué tal están? —pregunto Wendy una vez que estaba en la cocina.
—Hay un rubio. —respondí sin importancia.
— ¿Y?—pregunto
—Pues nada. Si quieres velos por ti misma. —respondí mientras me encogía de hombros
—Mayra—respondió mientras alargaba la y
—Bueno conozco a uno. —respondí
—Algo así se me hacía. Tardaste mucho chica. —Respondió sonriendo—¿Cómo se llama?
—No me acuerdo—dije riendo
— ¿Cómo? ¿Lo conoces pero no sabes su nombre?—respondió sorprendida.
—Pues sí. —Dije riendo—Lo conocí cuando acompañe a Jaydeen a una pelea de Boxeo.
Le relate todo lo que había pasado.
— ¿Enserio chocaste con él?—pregunto mientras reía.
—Si. Pensé que me había roto la nariz. —respondí mientras ponía mi cara de preocupación.

Ella exploto en risas.
—Eres tonta. —Respondió.--¿Y qué te dijo?
—Que tuviera más cuidado porque a la próxima tendría que necesitar cirugía. Y me dijo niña. —respondí con una mueca. —Y ahora que me dio su orden me dijo preciosa. —Chasquee la lengua disgustada.
—Jajaja. Ese chico quiere algo. —respondió sonriendo.

Rodee los ojos y tome las bandejas para luego dirigirme hacia la mesa. Una vez al llegar los cinco me miraron fijamente mientras decía sus órdenes y entregaba los platos correspondientes. Me dirigí a otra mesa para pedir órdenes y volví a la cocina.
Mientras deambulaba por las mesas que me tocaban atender, pude observar unos momentos a esos chicos y los atrape mirándome unas cuantas veces.
Regrese a su mesa para ver si se les ofrecía otra cosa al recibir un no por respuesta fui a la cocina por una jarra de agua y me asegure que los vasos de los clientes estuvieran llenos.
Paso una hora hasta que Salí de la cocina y en la mesa de los cinco una mano levantada llamo mi atención, me acerque para que el chico al que había visto en el ring pidiera la cuenta.

Extraje una carpetita negra de mi delantal la deje en la mesa y fui hacia la mesa contigua para llenar unos cuantos vasos. Regresé tome la carpetita entre las manos y la guarde en el delantal.
—Gracias por venir. Qué tengan un buen día. —Respondí sonriendo.
—Igualmente preciosa.—respondió aquel chico de melena castaña.
Sus amigos rieron al ver que la sonrisa se había borrado de mi rostro.

A él no le importo y dejo un billete en la mesa para luego levantarse y salir del lugar sin antes echarme una mirada.
Una vez que se fueron me dedique a poner los platos sucios en la bandeja limpié la mesa y tome el billete enrollado que se encontraba ahí. Lo desdoble y eran 50 dólares.

Ay madre mía nunca había recibido tanto de propina, estuve a punto de dar saltitos, me contuve y guarde el billete en mi delantal junto con la carpeta, tome la bandeja con los platos sucios y fui a la cocina para dejar la bandeja.

— ¿Ya se fueron?—pregunto Wendy.
—Si ya. — Conteste sonriendo.
—¿Te dijo algo?—pregunto.
—Me volvió a decir preciosa—respondí mientras hacia una mueca.—Y de propina me dio 50 dólares.
Ella abrió la boca sorprendida.
—Wow. ¿Crees que vuelva a venir?—pregunto.
—No sé—respondí encogiéndome de hombros y estire la mano para sacar de mi delantal la carpretita.
—Tienes suerte.—Se quejó.—En mis mesas solo vienen puros viejos feos y abuelitas.
Me reí mientras abría la carpetita y contaba el dinero. Llamó mi atención un trozo de papel que se encontraba entre los billetes.

—¿Qué es eso? —pregunto con curiosidad Wendy
—Una nota—respondí mientras tomaba el papel con mis manos.
Leí lo que decía. Y me quede helada.

''Me dio gusto volver a verte. Esperó que choques conmigo más seguido, me gustaría poder conocerte preciosa''

-Rubén.

—Así que se llama Rubén—respondió riendo
—No es gracioso. —respondí mientras guardaba la nota en la carpeta.
—Sabía que ese chico quería algo. —respondió mientras sonreía.
—Pues lo único que va a conseguir es que le reviente la cabeza a patadas. —respondí mientras rodaba los ojos.
— ¡Mayra!—respondió a regañadientes
— ¡Que!—respondí mientras la miraba exasperada.
—Creo que deberías mandarle una notita también—dijo sonriendo.
— ¡Estás loca!—chille
—Te dijo que estabas guapa. —Dijo riendo—Al menos devuélvele el favor.
—¡Me estaba ligando prácticamente!—casi chille
—¡No me digas eso!—respondió mientras se tapaba la boca con una mano.
—Hubieras visto como me miraba. —rodee los ojos de solo recordar eso.
—Pues se me hace que lo vas a ver muy seguido por aquí. —respondió mientras tomaba su bandeja y salía dejándome entre todo el barullo de la cocina.

Metí la puerta en la cerradura y abrí. Fui directo a mi habitación y una vez ahí me enfundé en mis viejos pantalones de pijama y mi camiseta de tirantes.
Fui por un tazón de cereales y regrese a mi habitación para luego mirar un rato la televisión. La casa estaba prácticamente sola, mis padres llegarían a media noche, según decía la nota en la cocina y Matthew se encontraba con mi tía en su apartamento.

Deje el platón de cereal en la mesita que tenía al lado de la cama y saque el dinero que guardaba celosamente en mi armario en un frasco de vidrio. Los 50 dólares los usaría para comprarme un par de camisetas.Guarde el frasquito de nuevo y deposite mi uniforme de trabajo en el cesto de la ropa sucia saque la carpetita y la deje en la mesita junto al tazón.

A mi mente vino aquel chico, y la vez en que nos encontramos por primera vez. Tenía que admitirlo era guapo. Pero a la vez sus actitudes resultaban un poco socarronas. Miré la carpetita y sin dudarlo saque el papelito que tenía. Estudié con atención el mensaje, su letra cuidadosamente elaborada y al final me detuve en su nombre.
—Rubén—respondí en un susurro.
Tenía un nombre muy bonito.

Relamí mis labios mientras me preguntaba si lo volvería a ver. Había algo atractivo en el como un imán. Sus ojos eran demasiado bonitos como para dejar de mirarlos y el sonido de su voz parecía terciopelo. Me recosté en la cama mientras poco a poco me quedaba dormida y se reproducía en mi mente el momento en el que se había aparecido de nuevo ante mis ojos y la forma en la que me había llamado. ¿Qué quería ese chico?.

Luchando por tu amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora