CAPITULO 10
Era sábado y me encontraba en estos momentos camino al centro comercial, acompañada por mi madre.
Prácticamente me tuvo que sacar de casa para acompañarla, ya que yo había planeado pasarme el día en la cama. Sí, me encantaba dormir y no podía tener otra cosa que hacer. El trabajo y mis estudios era lo que me obligaba a pasarme los fines de semana durmiendo aunque algunas veces era aburrido, en estos momentos le agradecía un poco a mamá por haberme sacado de casa al verme rodeada de tienda y tener algo de distracción sin pensar en Rubén.
Maldecí para mis adentros, se suponía que no iba a pronunciar su nombre ni recordarlo.
Algo que me estaba sacando de quicio últimamente era que…bueno era él. No lo había vuelto a ver desde el día en que salí con mis amigos al bar y ahora no sabía qué hacer, sin duda era algo frustrante y no sabía cómo tomarlo al respecto, algo me decía que tenía que volverlo a ver , pero por otro lado me negaba a hacerlo y que eso era lo mejor.
Sin embargo, en los últimos días estaba pensando mucho en él, no sabía por qué, pero había algo que no me dejaba en paz y siempre estaba como tonta, recordando lo que había pasado, y aunque trataba de no acordarme de el fracasaba en el intento. Incluso me había pasado varias noches en vela pensando en sus ojos.
Era algo muy estúpido.
Incluso se me estaba haciendo incomodo pensar en el o recordarlo todo el tiempo, apenas si lo conocía, no éramos absolutamente nada, ni siquiera amigos. Sobre todo no sabía que era lo que me atraía tanto de él, no sabía ni el porqué, ni cómo. Solo sabía que sus ojos eran muy hermosos eran como un paraíso para ser admirados en cualquier momento, y su mirada era irresistible, creo que podría pasar los días enteros admirándolo sin cansarme, y después estaba la forma en la que me miraba, era demasiado confuso. Que yo lo mirara estaba bien para mí, pero que él me mirara a mí era mi muerte segura.
Me mataba, me ponía en un manojo de nervios horrible, que incluso podría perder la cordura, Me hacía sentir cosas que ni siquiera estaba segura de sentir antes, era algo que no podía controlar.
Y no aún no estaba lista ni segura de verlo de nuevo pero quería y ansiaba verlo.
Estaba completamente loca. ¡Sin duda!
Y no sabía que hacer al respecto, ni como tomarlo.
—¡Mayra!—la voz de mi madre me saco de mis pensamientos y la mire, sostenía una blusa anaranjada holgada.
Mire a mi alrededor aturdida, ni siquiera me había dado cuenta de que habíamos entrado a uno de los establecimientos del centro comercial.
—Iré a probarme esta, En lo mientras escoge lo que quieras—respondió mientras se dirigía al probador y me dejaba ahí parada.
Me dirigí hacia el establecimiento de ropa juvenil y comencé a buscar algo que llevarme, todavía traía los cincuenta dólares que me había dado Rubén y ese dinero lógicamente lo había destinado a eso.
Saque una blusa roja con rayas verticales blancas y luego tome una sin mangas y floreada de color blanco y rojo. Después de asegurarme que era de mi talla, regrese a donde se encontraba mi madre. Ella al verme me sonrió y miro lo que había elegido para decirme que estaban hermosas las blusas. Nos dirigimos al área de cajas para pagar y salimos del establecimiento.
—¿Compraras otra cosa?—le pregunte una vez que nos detuvimos en una joyería.
—Si. Este día lo tendremos solo para nosotras, hace mucho que no salimos—respondió sonriendo.
—¿Por eso no quisiste traer a Matt?—pregunte sonriendo con diversión
—Así es—añadió para luego mirar el brazalete que se había puesto en la muñeca izquierda—pero le comprare algo para que se le pase el enojo.
—Lo tienes bien mimado—respondí.
—A ti también así que no hables señorita.—añadió con tono enojado.
La mire y las dos reímos mientras caminábamos para pagar lo que había comprado. A veces mamá resultaba ser muy graciosa. A pesar de que estaba en desacuerdo con muchas cosas respecto a mi vida, sabía llevar mejor la situación que mi padre y a veces me entendía como me sentía. Era una persona que siempre encontraba soluciones para todo, y aunque a veces era estricta conmigo siempre me decía que era así porque quería que sacara lo mejor de mí.
Pero a pesar de que congeniábamos muy bien había cosas que no podría entender…lo de Rubén por ejemplo.
Suspire fastidiada, se suponía que no tenía por qué estar pensando en eso ahora que tenía otros asuntos.
Entramos a otro local, no duramos mucho ya que estaba en oferta y había mucha gente que ni se podía pasar y salimos a unos cuantos minutos de haber entrado.
Después decidimos ir por una hamburguesa, entramos y pedimos nuestras ordenes estábamos junto a los ventanales que daban a la terraza. Mamá fue por las ordenes y yo me quede sentada, mirando hacia abajo, el restaurante se encontraba en el segundo piso y desde arriba se veía genial.
A los diez minutos mi madre llego con nuestros pedidos y nos dispusimos a comer, de inmediato empezamos a platicar de cosas triviales y me preguntaba sobre mis amigos y Jayden incluso decía que cuando vendría a cenar y que hace mucho que no lo veía.
Le platique todo lo que había pasado hasta ahora, omitiendo las partes de Rubén claro, ella quedo satisfecha cuando le termine de contar todo, todo estaba en calma éramos las únicas que se encontraban ahí así que cuando hacíamos una broma y reíamos procurábamos no alzar mucho la voz.
De repente el silencio fue interrumpido por unos chicos que llegaban en ese momento a dos mesas de la nuestra riendo escandalosamente y alzando mucho la voz casi gritando, mamá puso cara de fastidio y yo simplemente me limite a comer en silencio.
Por unos momentos se callaron pero después comenzaron a hacer mucho escándalo, tanto que uno de los encargados tuvo que ir a callarlos.
—¡Al fin!—casi exclamo mi madre.
—Shhhh—le susurre
—Ay Mayra era necesario, que niñatos tan irrespetuosos—respondió mirando con disimulo hacia donde se encontraban los chicos.
—¡Mamá!—respondí
—Bueno ya—respondió regresando su vista a mí. —Qué bueno que los callaron si no yo personalmente iba a hacerlo.—me susurro.
Tape mi rostro con mis manos, a veces mi madre era impulsiva por naturaleza y actuaba sin importar lo que dijeran los demás.
Terminamos de comer y después mi madre fue al baño a retocarse el maquillaje, mientras yo me quedaba otra vez sentada mirando a través del cristal. La voz de los chicos se volvió a escuchar y me concentre en sus voces.
Me llamo la atención una voz aterciopelada que sobresalía de entre todas y no pude evitar sentir un escalofrió. Mire de reojo hacia la mesa en donde se encontraban esos chicos ruidosos y llamo mi atención un chico alto enfundado en una chaqueta de cuero negra con el pelo largo que le llegaba a los hombros.
Me gire de repente y observe que mi madre llegaba del baño y empezaba a recoger sus cosas, anunciando nuestra salida del lugar, tome mis bolsas y salimos de aquel restaurante sin decir nada.
Estaba aturdida, no podía ser Rubén, no podía ser el había muchos chicos que podrían vestir igual. Estaba loca sin duda.
Caminamos por los pasillos en dirección a otra tienda y entramos, estaba un poco nerviosa. ¿Y si resultaba ser él?, ¿Y si lo encontraba?
Sacudí la cabeza de un lado a otro y me concentre en mi madre quien buscaba concentrada una playera de su talla. El centro comercial era lo bastante grande como para encontrármelo, aparte no estaba segura si era el o no. Y si estaba en lo cierto el centro comercial era tan grande que dudaba que se metiera a la misma tienda en donde yo estaba.
Aun así agradecía que no me hubiera visto.
Observe como mi madre deambulaba por los pasillos buscando más cosas que llevarse mientras la observaba, tratando de borrar a aquel chico de mi mente, después de salir como diez veces del probador se dedicó a ir al pasillo de caballeros a buscar un saco y una corbata azul para mi padre quien por esas fechas necesitaba renovar su guardarropa del trabajo.
—¿Crees que esta le guste?—respondió mi madre unos veinte minutos después mientras sostenía un saco color azul marino.
—Yo no sé.—respondí encogiéndome de hombros.—Es tu marido no el mío.—
—¡Que chistosita eres Mayra!—respondió con sarcasmo
Me reí.
—¡Ayúdame Mayra!—añadió con enfado. —¡Sabes que tu padre es tan especial con eso de los trajes!
—Usa más el negro—respondí
Saco del perchero un saco negro, examino la talla y sonrió.
—Entonces nos llevamos este—contesto decidida.
Sonreí y barrí el lugar con la mirada sintiendo una sensación rara, nos dirigimos al área de cajas.
—¡Oh!—exclamo mi madre antes de salir del lugar.
—¿Qué pasa?—respondí
—Olvidamos comprarle algo a Matthew—respondió y de inmediato se dirigió al establecimiento en donde vendían videojuegos y todo ese tipo de cosas.
Al llegar y poner un pie en ese lugar dude en entrar, algo me decía que me quedara ahí peor mi madre prácticamente me arrastro hacia ahí.
—¿Y qué le darás?—pregunte mientras caminábamos por los pasillos
—Me dijo que quería un videojuego de no sé qué cosa—añadió caminando rápidamente por los pasillos.
—¿Metal Slug?—pregunte.
—Si ese—añadió tronando los dedos.
Los hombres que se encontraban ahí obviamente nos miraban raro, y era súper curioso preguntarse: ¿Qué hacia una mujer en un establecimiento como este?.
Me dirigí a varias estanterías buscando el dichoso videojuego ya que mi madre prácticamente me obligo, y empecé a buscar, justamente al llegar al primer estante que vi, de inmediato me concentre en buscar el dichoso videojuego, la suerte estaba de mi lado porque lo encontré unos minutos después, sin embargo al dar la media vuelta mi costado derecho impacto con un cuerpo firme, duro y musculoso.
—¡Disculpa no me fije!—respondí.
—No te preocupes-añadió.
Alce la vista de golpe encontrándome con un par de ojos castaños mirándome, la boca se me abrió de la sorpresa, y solo pude contemplar la sonrisa socarrona que ahora bailaba en las comisuras de sus labios.
—Ru..¿Rubén?—tartamudee
—Hola preciosa —añadió con voz ronca.
Mis mejillas se tornaron de un rojo carmesí, pero aun así no podía quitar la vista de sus ojos. Ni siquiera pude responderle, solo me quede ahí contemplándolo como tonta mientras algo cálido inundaba mi estómago.
Sus ojos se tornaron obscuros, su mirada era penetrante, nos quedamos ahí mirándonos, concentrados solo en nosotros mismos, el corazón me latía con fuerza y los nervios se hicieron presentes, una revolución de emociones azoto con fuerza en mi estómago, el suelo debajo de mis pies pareció esfumarse de repente y solo pude concentrarme en él, en lo bello y perfecto que era.
— ¿Puedes decirme porque eres tan hermosa?—susurro
Sus palabras me dejaron sin aliento. ¿Pensaba que era hermosa? ¿Desde cuándo? ¿Por qué?.
Me quede sin habla y él sonrió. ¡Me encantaba su sonrisa!
Y entonces sentí algo clavarse en la piel de mi brazo derecho, que hizo devolverme a la realidad. La tormenta azoto con fuerza y las sensaciones que tenía, fueron cambiadas por vacío, terror y miedo.
Mi madre yacía a mi lado mirándome con una expresión dura, fría, irreconocible. Ésa expresión solo la ponía cuando no le gusta algo que se desarrollaba delante de sus ojos.
Al parecer mirarme tan cerca de un chico había sido la gota que derramo el vaso.
—¿¡QUE ESTAS HACIENDO!?—respondió mientras aumentaba la presión en mi brazo.
Me quede estática y no pude responder, tenía tanto miedo.
--¿Y TU QUIEN TE CREES QUE ERES?—casi grito. Se dirigía a Rubén estaba claro.
—Señora…. —empezó a decir el.
—¡ESCUCHAME BIEN! ¡NO TIENES NINGUN DERECHO DE VENIR A DECIRLE PALABRAS EMPALOGAS! ¡CONOZCO MUY BIEN ESE JUEGO! ¡Y A MI HIJA LA VAS A RESPETAR!—añadió para luego soltarme de golpe.
Gemí de dolor, la piel me ardía y pude notar unas pequeñas heridas.
—¡NOS VAMOS MAYRA! —respondió para luego dirigirse a la caja a pagar lo que había comprado.
Me quede unos minutos ahí contemplando, el piso tratando de tener la poca dignidad que me quedaba. Era humillante. Las lágrimas bajaron por mi rostro, no tenía derecho alguno de tratarme así.
—No llores pequeña—susurro Rubén
Alce la vista hacia él, su expresión era preocupada se acercó lentamente y me envolvió en sus brazos para luego depositar un beso en mi frente.
No pude evitar llorar, me sentía una inútil por no haberme defendido.
—Te veré luego.—susurro
—Lo siento—respondí con la voz distorsionada por el llanto.
—Shh…No te preocupes.—añadió regalándome una sonrisa.
Intente sonreírle de vuelta pero solo conseguí hacer una mueca.
—Te quiero Mayra pase lo que pase—susurro para luego posar sus labios en mi mejilla y depositar un beso en ella.
Y entonces salí del lugar para encontrarme al mismísimo satán en persona.
O peor.
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Luchando por tu amor
FanfictionAutora: Fernanda Cuecuecha. Todos los derechos reservados.℗ Nada de lo que sucede en la historia es real. Es meramente Ficción. Se prohíben las adaptaciones de esta historia sin el consentimiento de la autora. ¡Di no al plagio!