Corrí por las calles mientras mi conciencia me decía que no pasaría nada, que pronto estaría a salvo. Me detuve en seco mientras observaba enfrente de mi dos callejones, alguno de ellos me llevaría hacia la avenida principal, solo tenía que recordar cual era.
Me detuve debatiendo en cual ir girando la cabeza a ambos lados, se escuchó el sonido de una rama pisada y gire mi cabeza hacia atrás, pude distinguir las sombras de 3 chicos acercándose. Empecé a temblar de miedo, y rápidamente me interne en el primer callejón a mi alcance, y comencé a correr de nuevo. El pecho me ardía y las lágrimas comenzaron a salir de mis ojos al llegar al final del callejón al parecer sin salida. Me detuve frente la gran pared de ladrillos mirándola con desesperación.
Si no salía de ahí tal vez podría encontrar un escondite. Miré a mí alrededor, localizando solo algunos envases de agua. Me alegre un poco, si llegaban y me encontraban tal vez les podría hacer daño dándoles con el bolso o lanzándoles algunas botellas que había regadas por ahí. Aunque tampoco estaría mal darles su merecido por haberme dado el susto más grande de mi vida.
Estaba tan metida en mis pensamientos, hasta que sentí una mano tapar mi boca, y susurrarme al oído. La alerta y el terror se instalaron en mi sistema mientras intentaba forcejear para zafarme de su agarre.
—SHHH—Susurro alguien contra mi oído.
Olía a tabaco y alcohol.
Abrí los ojos como platos, y me sacudí de un lado a otro, mientras él me tomaba con fuerza, con un brazo libre aproveche que estaba agachado en mi dirección hice mi codo hacia atrás, y le propine un golpe, el tipo grito mientras se llevaba una mano a la parte que le había golpeado y con la otra me lanzaba contra el suelo.
Apenas conseguí amortiguar la caída, estaba a punto de levantarme cuando sentí como tiraban de mi cabello con fuerza. La acción hizo que lanzara un grito y las lágrimas se acumularan en mis ojos. Intente quitar las manos que sostenían mi cuero cabelludo parecía que me lo arrancarían de un momento a otro, fue en vano, el tipo al que había golpeado yacía a mi lado tratando de detener la hemorragia.
Tiraron de mi cabello otra vez y grite mientras trataba de quitar esas manos.
— ¡Por favor no me hagan daño!—suplique al borde del llanto.
Los dos hombres rieron.
Estaba perdida.
Mire al cielo con desesperación. ¿Qué me iban a hacer?.
''Por favor que se aparezca alguien'' ''Por favor que venga alguien aquí''-Pensé aterrada.
El hombre me indico que me levantara y lo hice temblando de miedo, cerré los ojos ignorando el dolor punzante de mi cabeza. Al abrirlos note que los tres me rodeaban, una sonrisa maligna se dibujó en los labios del que tenía enfrente mientras estiraba la mano para tocar mi mejilla.
''No.no,no''—susurre en mi interior.
Su palma se posó en mi mejilla, y me dieron arcadas, su tacto caliente y áspero me hizo pensar lo peor. Cerré los ojos con fuerza mientras sentía bajar por mi cuello y mis clavículas varias veces.
El sonido de unas llantas derrapando por el pavimento me hizo abrir los ojos de golpe. Contemple con desesperación como un auto se estacionaba enfrente de nosotros con las luces delanteras encendidas. Los tres hombres voltearon mientras lanzaban un gruñido, y contemplaron como se abría la puerta del conductor y bajaba alguien del auto. Su postura desgravada se ilumino por las luces y a pesar de la escasa luz pude distinguir quien era. Sus ojos lucían salvajes y furiosos, mientras apretaba las manos en puños y encorvaba el cuerpo hacia adelante haciéndolo lucir imponente.
— ¡QUITALE LAS MANOS DE ENCIMA!—rugió.
Su voz trono en medio del silencio erizándome los vellos de la piel.
Los dos hombres que estaban enfrente de mi rieron, y el que estaba tocándome empezó a bajar su mano más. El terror se arraigó en mis venas mientras, intentaba quitarme sus asquerosas manos de encima. Sin previo aviso un puño impacto en el rostro del tipo mandándolo al suelo directamente. Abrí la boca de sorpresa para luego mirarlo, el boxeador yacía con el puño cerrado, mientras apretaba la mandíbula con fuerza. Al encarar al otro le dio una patada en la ingle provocando que este se quedara en el suelo y se retorciera del dolor. No me dio tiempo de reaccionar cuando ya tenía quitándome de encima al último y lo tomaba de la playera con fuerza.
—Sube al auto. —inquirió con dureza.
Corrí hasta la puerta de copiloto me trepe y cerré de un portazo mientras me abrazaba a mí misma y comenzaba a llorar.
Ni siquiera me inmute cuando el subió y arranco el auto, al levantar la vista observe que estábamos en una de las principales avenidas, las lágrimas seguían derramándose de mis ojos, estaba demasiado asustada como para decir algo.
—Tranquila. Nadie te hará daño pequeña. —susurro.
Lo mire a través de mis lágrimas y me las seque rápidamente con el dorso de mi mano. Pude notar como me temblaban bajo el delgado suéter de algodón que llevaba. El pareció percatarse de aquello, porque de inmediato se quitó la chaqueta de piel y me la ofreció. La tome rápidamente y me la coloque, mientras el me miraba.
—Gracias—susurre bajito.
—No hay de que—respondió el.--¿Estás bien?—pregunto un segundo después.
Asentí rápidamente con la cabeza.
—Si. Solo que estoy asustada. Acabo de pasar una de las peores horas de mi vida.—murmure mientras me volvía a encoger en el asiento y lanzaba un sollozo.
—Oye tranquila, estas bien ahora, nadie te hará daño. —Añadió con voz tranquilizadora.
Inspire y exhale unas cuantas veces para calmarme, cuando lo logre, solo pude mirar a través del cristal y de inmediato pensé en mis padres, habrían de estar preocupados. Lo mire tímidamente, él se dio cuenta y retire la vista mirando hacia la ventanilla.
—Te llevare a casa. —replico un momento después.
Me gire lentamente y le ofrecí una sonrisa de disculpa.
Rápidamente encendió el auto y nos volvimos a poner en marcha, el silencio que se apodero del auto resultaba incomodo, solo abría la boca para decirle por donde era el camino. Sin embargo sé que le debía de agradecer por lo que había hecho, pero me daba una tremenda vergüenza, se lo tendría que decir a fuerza, aunque hiciera el ridículo.
Recargue la cabeza contra el cuero del asiento, aún tenía un poco de temor, pero al menos las lágrimas ya se habían ido, me abrigue con la chamarra para tener otro poco de calor, olisquee el aroma varonil que desprendía y me entretuve con eso unos instantes, al menos para que se me olvidara lo que había pasado aunque solo fuera por un rato.
Volvía a la realidad, cuando el chico a mi lado me preguntaba si íbamos en la dirección correcta, o para darle una que otra instrucción sobre cómo llegar.
— ¿Estas mejor?—pregunto unos momentos después.
—Si gracias.— respondí suspirando.
—Me alegro. —Respondió.--¿Cómo es que lograste meterte en este lio?—pregunto.
Hay hacia muchas preguntas.
—Bueno. Iba a tomar el autobús y me perdí. —respondí mientras mordisqueaba mi labio.
El rio entre dientes.
—¿Por qué te perdiste?—volvió a preguntar.
—Tome el camino equivocado. —añadí frunciendo los labios. — ¿ Cómo supiste que había alguien en el callejón?.—Pregunte yo esta vez con curiosidad.
Adopto una postura tensa mientras apretaba el volante con fuerza. Sus nudillos se marcaron y frunció el ceño.
—Simplemente, pase por ahí. —respondió con nerviosismo.
Trague saliva ruidosamente.
Era imposible, sin embargo había sido un milagro que hubiera escuchado los ruidos, las calles en ese sitio eran tan desiertas, que difícilmente había alguien que se apareciera por ahí. Agradecí para mis adentros que hubiera llegado en ese instante.
—Escuche tus gritos. —susurro mientras me miraba. —Y supe que pasaba algo. Entonces fui hacia allí.
Sus ojos emitieron un brillo, contemple aquellos orbes castaños, eran tan bonitos que podías perderte en ellos las veces que quisieras y perfectamente pude ver mi reflejo. Quite la vista exhalando el aire de mis pulmones lentamente. Dios hasta se me había olvidado respirar. Mordí mi labio y me mantuve en silencio.
—Creo que... —empezó a decir.— Deberías no irte tan tarde, las calles son más peligrosas a estas horas.
—Lo tomare en cuenta—añadí
Pude notar algo de preocupación en su voz, y no pude evitar sentirme algo emocionada. Alguien se estaba preocupando por mi bienestar en estos instantes, aparte de salvarme se preocupaba por mí, bueno creo que tal vez no era tan mal chico como pensaba. Inclusive me sentía mal por haber pensado cosas malas de él.
— ¿Puedo preguntarte algo?—pregunto atrayendo mi atención
Lo mire, permanecía tranquilo y la tensión de sus hombros se había esfumado.
—Si claro. —respondí con nerviosismo.
— ¿Cómo te llamas?—pregunto con curiosidad.
—Para que quieres saber— inquirí
--Solo por saber. —respondió con diversión.
—¿No eres un asesino en serie o algo así?—pregunte.
El rio.
Su voz era ronca y varonil.
—Si fuera un asesino en serie ni siquiera te hubieras subido al auto.—respondió sonriendo.
Baje la mira avergonzada. Tenía razón. Pero aun así me exponía a que me fuera a hacer algo, mis padres me habían inculcado a no confiar en la gente tan repentinamente, porque te podías llevar muchas sorpresas. Pero también algo en mi cerebro me decía que le dijera tal vez, solo tal vez no me haría nada.
Me quede unos minutos en silencio debatiéndome si decirle o no, al final me atreví a desafiar a mi medio.
—Me llamo Mayra. —susurre.
Él se quedó unos instantes en silencio, y me miro mientras el semáforo estaba en rojo.Sus ojos revolotearon y me miro con intensidad para luego sonreír.
—Mayra – respondió probando el nombre en sus labios. —Se escucha bien.
Sentí un nudo en el estómago, y tampoco puede evitar sonreír. Había dicho mi nombre, y debía admitir que se escuchaba muy bien diciéndolo de sus labios con su voz aterciopelada.
—Llegamos. —Anuncio sacándome de mi burbuja.
Sentí un vacío en el estómago, mientras miraba por la ventana mi casa. Suspire y me quede inmóvil. Apenas si había tenido de decirle mi nombre, era como si el tiempo hubiera sido acortado de repente. Moje mis labios y después lo mire llenándome de valor.
—¿Y tú cómo te llamas?—le pregunte.
El sonrió permitiéndome ver unos perfectos dientes blancos.
—Ya lo sabes. —respondió todavía sonriendo, estaba claro que se refería a la nota.
—Si pero...quiero ver si es verdad. —pregunte con curiosidad.
Entrecerró los ojos mientras colocaba una mano en el volante. Se mordió el labio y luego suspiro.
—Me llamo Rubén. —respondió unos segundos después.
—Valla...—susurre sorprendida como si me hubieran enseñado un objeto de gran valor y quise golpearme por eso. Volvió a reír entre dientes. Así que salí del auto y lego asome la cabeza por la ventanilla mientras sonreía.
—Muchas gracias—respondí amablemente.
—Buenas noches Mayra. --Respondió mientras ponía en marcha el motor y observaba como se perdía entre las sombras.
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Luchando por tu amor
Fiksi PenggemarAutora: Fernanda Cuecuecha. Todos los derechos reservados.℗ Nada de lo que sucede en la historia es real. Es meramente Ficción. Se prohíben las adaptaciones de esta historia sin el consentimiento de la autora. ¡Di no al plagio!