Capítulo 11
Seque mis lágrimas con el dorso de mi mano, no había dejado de llorar en todo el camino hasta la salida del centro comercial, aunque Rubén me hubiera abrazado no cambiaba nada. Estaba en serios problemas.
Inspire fuertemente por la nariz y me apresure a caminar por el estacionamiento esquivando los autos hasta visualizar el auto de mi madre. La piel se me puso de gallina y la ansiedad y el miedo aumentaron.
Me había metido en la boca del lobo.
Camine lentamente hasta el auto. El pequeño trayecto me pareció una eternidad, abrí la puerta del copilotó y entre sin decir nada.
Un silencio tedioso e incómodo se instaló en el aire después de haber cerrado la puerta del auto y quedarme ahí sentada con la mirada gacha y los hombros hundidos esperando el primer reprendimiento, sin embargo mi madre no abrió la boca.
Presa de la curiosidad, me atreví a mirarla, permanecía con la vista fija en el retrovisor, sus cejas estaban fruncidas y una arruga se asomaba entre ellas, las comisuras de sus labios ligeramente fruncidos, en una mueca de desprecio.
Se atrevió a mirarme, en sus ojos castaños reinaba una extraña ferocidad que nunca le había visto, se podía observar su molestia a kilómetros de distancia.
—¿Quién diablos es ese chico Mayra?—pregunto enfurecida.
—Puees…. —Balbucee con temor.
—¿Quién es? —pregunto impaciente
—Se llama Rubén—respondí rápidamente.
—¿Y desde cuando lo conoces?—pregunto.
Trague saliva ruidosamente.
—No se… Como dos semanas supongo.—añadí temerosa
—¡DOS SEMANAS!—grito.
Me encogí en el asiento.
—¿Qué tiene de malo?—añadí mirándola.
—¿Qué tiene de malo?—se dijo para sí misma escandalizada, y luego me miro furiosamente.—¿¡Que tiene de malo!?. ¡Por el amor de dios Mayra!, ¡estaba casi a punto de besarte enfrente de mis narices!. ¿Y todavía preguntas que tiene de malo?.
Abrí los ojos como platos.
¿Enserio estaba punto de hacer eso?, ¿Era estopada tal vez?. Como no me había dado cuenta desde antes. En estos momentos solo podía revivir lo que había pasado hace un rato una y otra vez en mi mente.
—Estoy pensando en decírselo a tu padre—la voz de mi madre llego a mis oídos.
Un frio helado recorrió mi espina dorsal y los ojos se me aguaron, mientras pequeñas lágrimas asomaban de ellos, y el horror se instalaba en la boca de mi estómago.
—Mamá, no lo hagas—añadí con suplica.
Nunca pensé que mi madre era capaz de llegar a ese límite. Me sentía ligeramente…Decepcionada.
—Si no lo hago ¿Qué va a pasar después?—pregunto con sorna.
—“Nada”—respondí en mi subconsciente.
“Sí, claro” “Miéntete a ti misma”.
—No tiene por qué pasar algo—añadí bajito.
Mi madre frunció el ceño.
—Mayra. ¿Te gusta?—pregunto.
Un ligero rubor se instaló en mis mejillas.
—No—añadí rodando los ojos—¿Por qué preguntas eso?
—Eres mi hija—añadió—Claramente se intuir cuando te pasa algo, y esta vez no es la excepción.
—Mamá—respondí mirándola.
El rubor aún no se había desaparecido por completo de mis mejillas, pero ahora estaba furiosa, porque simplemente no podían decir otra cosa, ya me estaba cansando de repetirlo una y mi. Rubén no me gustaba.
“Engáñate mientras puedas”
“Cállate”
Rodé los ojos.
—Lo tomare como un si—respondió mi mamá.
—¿¡QUEE!?-Grite saltando del asiento.
Mi madre se echó a reír.
La fulmine con la mirada y mire hacia la ventanilla con los brazos cruzados.
—¿Por qué no lo aceptas?—añadió curiosa.
—¡Porque no es cierto!— exclame alzando los brazos. — ¿Y no se supone que estas enojada?—respondí cambiando el tema.
Su rostro se tornó serio.
--Se supone—añadió.
—¿Cómo que se supone?—respondí.
Ella sonrió.
—El tipo…—empezó a decir.--¿Tiene tu edad?—añadió.
Rodee los ojos,. “El tipo” ha valla hasta sobre nombre le había puesto.
—Se llama Rubén—respondí para luego morder mi labio. —No. La verdad no sé.
—¿Qué?—respondió—¿Cómo es que no sabes su edad?
Ay. Diosito ayúdame por favor.
—Pue…s—respondí vacilando.
Sabía su nombre, pero no su edad. ¿Por qué nunca se lo había preguntado?
—No le he preguntado—respondí.
—¿Y qué hace? ¿A qué se dedica?. —pregunto.
—Mamá. ¿No se supone que estas enojada?—pregunte confundida.
—Cállate y responde.—me regaño.
Rodee los ojos.
—Solo sé que es boxeador.
—¿Qué?—agrego mirándome con los ojos abiertos de par en par. —¿Lo has visto?.
—Una vez—admití. —También Matthew—agregue para luego tapar mi boca con mis dos manos.
—¡Lo llevaste!—grito escandalizada.
—Estábamos solos—me defendí.—Aparte fue Jayden, y no fue la gran cosa.—respondí para finalizar.
Una sensación de Deja Vu me inundo al recordarme en aquellas gradas, sintiéndome un fenómeno y después chocando y haciendo el ridículo con Rubén.
Sonreí como tonta.
—¿Por qué te interesa tanto?—pregunte curiosamente mientras la miraba fijamente.
Sus facciones se habían suavizado, ya no tenía esa mascara de enojo y frialdad desde hace unos momentos.
Me sonrió.
—Creo que el tipo esta enamorado de ti.
No sé por qué. Pero en ese instante me eche a reír. O más bien rompí en carcajadas histéricas.
—¡Mayra!—añadió cubriéndose el rostro.
—¡Mamá! ¡Eso es lo más gracioso que he escuchado en toda mi vida!—respondí limpiando las lágrimas de mis ojos.
—Dios eres tan despistada—agrego.
—Ya me lo han dicho varias veces. Gracias—respondí sonriendo.
Me miro molesta y después suspiro moviendo la cabeza varias veces.
—Créeme te darás cuenta por ti misma. Y cuando lo hagas será demasiado tarde.
Me quede en silencio, tratando de analizar sus palabras.
—¿A qué te refieres?.
—Date cuenta por ti misma—añadió.
Suspire con cansancio.
Esas palabras enserio me estaban hartando.
—¿Y qué quieres que haga?—respondí
—Cuando te des cuenta. ¿Qué es lo que harás tú?—ataco.
—Nada. Porque no va a pasar “Nada”—respondí resaltando el nada.
—¿Cómo es que estas tan segura?—pregunto entrecerrando los ojos.
—Porque no me gusta.—respondí sinceramente.
Ella sonrió.
—Terca.—añadió.
—Que gran mamá eres.—añadí con sarcasmo.
El silencio se volvió a instalar en el auto y entonces me obligue a hacer la pregunta bomba.
—¿Se lo dirás a papá?—añadí temerosa.
Ella me miro, sus ojos eran cálidos.
—No Mayra.—respondió y después se quedó callada.
Suspire con alivio.
Al menos algo bueno salió de esto.
—Gracias mamá—respondí.
—Por nada.—añadió sonriéndome. Y después me miro seriamente.
—¿Qué pasa?—añadí.
Ella negó con la cabeza y después tomo mi mano.
—Mayra tienes que escucharme bien.—añadió.
Mire sus ojos, detonaba preocupación.
—Tienes que seguir a tu corazón, no importa lo que pase. Arriésgate a explorar nuevos mundos.
No pasa nada. Esto quedara entre nosotros, pero tienes que tener mucho cuidado, sabes cómo es tu padre, debes ser cautelosa. Por mi parte no diré nada y mantendré mi boca cerrada.
Estas a punto de iniciar una gran aventura.
Si tu padre se entera, tendrás que ver la forma de que el acepte lo que quieres, ya eres mayor y sabrás como afrontar tus propias decisiones. Y no tengas miedo, sé que alguien está cuidándote y listo para protegerte cada vez que lo necesites.
Sus palabras hicieron eco en mi cabeza, me quede confundida más de lo que ya estaba.
—Suenas como si estuviera a punto de irme a vivir a otro lugar—respondí.
—Te acordaras de mis palabras después—añadió sonriendo.
Encendió el auto, y puso en marcha el motor, al menos el asunto me había dejado un poco tranquila. Mi madre no estaba enfadada.
Solo que ahora tenía que ser más cuidadosa, esperaba que esto no pasara mayores porque si lo hacía no sabía lo que podría pasar, y en que lio me podría meter. No solo a mí, sino también a Rubén. Tenía que protegerme y ocultar cualquier evidencia.
Tenía que protegerlo a él. .
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Luchando por tu amor
FanfictionAutora: Fernanda Cuecuecha. Todos los derechos reservados.℗ Nada de lo que sucede en la historia es real. Es meramente Ficción. Se prohíben las adaptaciones de esta historia sin el consentimiento de la autora. ¡Di no al plagio!