Capítulo 19 "En Londres"

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Recorro los pasillos adornados de telas tan brillantes como el sol y el oro. No sé a dónde voy pero me da igual. Los pasillos son largos y hermosos. Es como si estuviera en el palacio de Zayn. Como si nunca me hubiese ido de allí. Todo es tan silencioso que puedo escuchar el eco de mis pasos. Al final del pasillo está el mágico jardín real, me acerco con entusiasmo y ahí lo veo sentado. Mi corazón se acelera y el aire a mí alrededor se detiene. Es tan bello que mis ojos no se lo creen. Tiene los ojos cerrados y con el rostro mirando hacia arriba. Es como si disfrutara de su tranquilidad. Trasmitía paz. Quiero acariciar su mejilla. Di un paso hacia adelante, luego le siguió otro, y cuando me di cuenta corría para alcanzarlo, pero es como si nunca llegara. La imagen de Zayn se alejaba de mí. No lo podía alcanzar. Tropecé con mis pies y caí. Al poner mi vista en él otra vez, ya se estaba difuminando. “No te vayas” fue en lo que pensé. Pero no podía hablar, mi lengua estaba trabada. Ante mis ojos desapareció el último vestigio de su imagen.

-          ¡Leah cariño, despierta!--- dijo la voz de mi madre para despertarme--- hoy es tu primer día de trabajo.

-          Mamá---dije cansinamente---desde hace años que ya pasé mi primer día de trabajo---me senté la cama y vi a mi madre sentada en la orilla.

-          Lo sé, pero han pasado casi dos meses desde que no pisas tu oficina, y eso cariño---dijo acariciando mi mejilla---es demasiado tiempo para ti.--- sonreí y resoplé.

-          Pues señora Hamilton, usted tiene mucha razón---dije con una leve sonrisa y bajé la cabeza para ver mis manos.

-          Oh cariño, gracias a dios estas a salvo---dijo abrazándome. Dejé que lo hiciera. En estas dos semanas ya me acostumbré a su actitud sobreprotectora, y sus infinitos abrazos. Al principio me incomodaba, ya que nosotras nunca fuimos de esas madres e hijas que se abrazan a menudo, si no, lo normal, por la cortesía--- pensé que nunca te volvería a ver. Por un momento pensé que mi vida se había acabado. Pero pensé en Allegra y ella me dio mucho apoyo. No sé qué haría sin ustedes dos.

-          Todo pasó mamá---dije acariciando su espalda.

-          Prométeme que más nunca volverás a ese sitio, y a ningún otro de origen árabe---se deshizo de mi abrazo y me sostuvo por los hombros para mirarme fijamente---prométemelo Leah.

-          Si mamá yo te lo prometo---aguantando las ganas de girar los ojos por clemencia y paciencia. Me lo hacía prometer cada mañana, desde hace dos semanas que regresé a Londres

-          Gracias cariño, no sabes cómo me alivia eso---dijo ella dándome otro abrazo. Luego lo volvió a terminar y levantarse de su puesto--- es hora de que te arregles. Mientras más rápido vuelvas a tu rutina mejor para ti a adaptarte. Así que vamos---ella fue hasta la puerta--- Sandra ya te preparó el baño como a ti te gusta.

-          Gracias mamá---sonreí falsamente y cuando vi que ella salió dejé de sonreír. Resoplé y pasé mis manos por la cara. ¿Cómo pretende que vuelva a mi rutina, si ella cambió de forma tan radical? Jamás se ha preocupado por mi baño, bueno quizás hasta los 12 años o algo así. Miré toda mi habitación y aun recuerdo como me sentí pisarlo después de tanto tiempo sin estar en ella.

Hace dos semanas que estoy de vuelta a Londres. Al llegar, el doctor Real cumplió con su deber y me trajo al hospital de St. Jules, donde el amigo de la infancia de mi mamá trabaja. Es el director general, y que resulta también es amigo del doctor Farid, que es como se llama el doctor de Zayn. Me trataron con la mayor discreción posible y gracias a dios los medios de comunicación no se enteraron. Solo duré internada, cuatro días, ya que al llegar hablaba solo de la mujer de mi sueño, ellos creían que eran efectos de la droga, así que simplemente dejé de hacerlo, quería dejar el hospital. Las nauseas pararon con la medicación y los dolores de cabeza también. Ya solo tengo las pastillas que toda la vida he tomado para la migraña. A veces siento que debo duplicar o triplicar el medicamento para sentirme mejor, pero calmo mis ansias y me encierro en mi habitación para no caer en la tentación. No quiero volverme adicta a la droga de las pastillas. Yo siempre he sido fuerte y ahora no caeré. No lo hice en mi infancia y adolescencia con mi padre, no lo haré ahora.

Cautiva por el Jeque- Serie Amigos De La Realeza N°1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora