Al llegar a la embajada, pagué el taxi y con temple subí las escaleras hasta la recepción.
- Hola buenas tardes, me llamo Leah Hamilton, soy de Londres, tengo un grave problema, necesito su ayuda----le dije al chico rubio que estaba sentado tras el mostrador--- ¿con quién puedo hablar? Es importante.
- Buenas señorita---dijo el joven--- ahorita solo se encuentra el consejero general. Pero necesita una cita. En estos momentos está ocupado.
- Lo entiendo---dije desesperada--- pero joven, es grave mi problema. Yo tengo miedo. Necesito hablar con alguien. Temo por la vida de mi socio.
El joven la observó detenidamente. Y vio su cara desesperada.
- Muy bien señorita, respire hondo, siéntese en aquel asiento, mientras llamo al consejero.
- Muchas gracias---dije dirigiéndome al asiento que me dijo. Necesitaba tranquilizarme.
Diez minutos después, el joven rubio me hizo pasar a una oficina. Allí me encontré a un señor mayor. Estaba sentado tras su escritorio leyendo unas hojas.
- Buenas tardes señor
- Buenas señorita...
- Hamilton
- Bien, señorita Hamilton, mi nombre es Stefan Jones, puede sentarse---dijo él señalándome el asiento
- Gracias---dije sentándome
- Muy bien ¿cuál es su problema?
- Bueno déjeme comenzar presentándome---Respiré hondo---- Me llamo Leah Hamilton, he venido al Reino de Kalam por un proyecto de energía que queremos hacer con la monarquía y el gobierno catarí. Sin embargo, mi socio que se vino hace una semana, desapareció hace cuatro días. Por eso tuve que venir al país. Cuando llegué al hotel pregunté por él y me dijeron que se había hospedado allí, pero que se había ido tres días después de su llegada. Eso me alertó. Algo no iba bien. Esta mañana cuando estuve en el vestíbulo del hotel, uno de los trabajadores me entregó una carta de mi socio. En la carta, Anthony dijo que su vida corría peligro y que se tuvo que ir a otro sitio a refugiarse. Me dejó unas llaves y el mapa. Me dirigí al sitio y cuando llegué me conseguí con una casa vieja, y adentro todo estaba destrozado. En una de las habitaciones estaban las cosas de Anthony. Hasta hallé su pasaporte. Salí corriendo de esa casa y me vine para acá. No sabía que hacer.
- ¿Usted no estaba en cuenta si el antes de venir se encontraba en... negocios ocultos?---me respondió el consejero general con la vista de un halcón.
- No señor, para nada, es más, yo no quería venir, pero alguien debía exponer el proyecto---dije pasando mis manos por la cara.
Ambos nos quedamos en silencio, hasta que él habló de nuevo.
- Señorita, ¿su nombre de dónde me suena? Usted mencionó energía---dijo él pensativo--- ¿No será usted, por casualidad, una de las dueñas de las empresas de ingeniería solar HK?---dijo él viéndome fijamente
- Sí señor, esa soy yo---dije asombrada--- y mi socio perdido, es el otro dueño.
- Si eso es así señorita Hamilton, le aconsejo que se vaya del país inmediatamente---dijo él con el ceño puesto--- El caso de su socio es extraño pero por la descripción que me ha dado usted, él está metido en algo muy gordo. Me encargaré de averiguar de su paradero, sin embargo, si las personas que están metidas en este asunto, y que posiblemente se hayan llevado a su socio, se enteran que usted está en el país, no me imagino que podrían hacer. Así que mejor regrese a Inglaterra, yo activaré a mi gente para buscarlo.
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Cautiva por el Jeque- Serie Amigos De La Realeza N°1
RomanceElla era la mujer más imposible del mundo. Controladora, fría, sin corazon, acostumbrada a que le obedezcan sin rechistar. Piensa que todo gira a lo que ella diga y casi nunca toma en cuenta la opinión de los demás. No podía esperarse menos de la mu...