CAPÍTULO 25

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Dos semanas más tarde, después de que Lucas la visitará casi todos los días y también Rubén, Darío, Lorena y Marc y algunos compañeros de la universidad, creía sentirse un tanto mejor. 

Aún no había salido afuera ni había asistido a clase, pero se duchaba sola, se intentaba familiarizar con la silla, puesto que iban a ser uña y carne. 

Cuando el despertador sonó esta mañana quiso salir de la habitación, fue un pensamiento rotundo y decisivo. Abrió la ventana y vio el sol, extendió una mano hacia fuera para que el sol le insuflara fuerzas con su calor. 

"Iré al médico y después a clase"

Había pospuesto su visita al médico, necesitaba prepararse psicológicamente para las posibles malas noticias que obtuviera. 

Tenía hambre, le apetecían tostadas. 

Con cuidado hizo el ritual de cada mañana, acercándose la silla lo máximo posibles y luego sentarse y procedió a realizarse el desayuno. 

Casi toda la comida la había adaptado a su nueva altura, menos al parecer la mermelada que sentía en un estante más arriba. 

"Puedo hacerlo"

Hizo fuerza con los brazos, extendió uno pero la silla se echó hacia atrás y cayó al suelo. Por suerte puso las manos y no se golpeó la cabeza contra el suelo. Sin embargo, se quedó unos minutos en el suelo asimilando la situación. 

"Has tenido caídas por cosas más insignificantes"

Con precaución volvió a subirse a la silla pero no volvió a intentar coger la mermelada. 

                                                                         ............................

Lucas podría haberla acompañado al médico pero Alba sabía que se jugaba mucho faltando al examen que tenía ese día y logró convencerlo y en su lugar fue su madre quien la llevo. 

"Tengo que mirar tantas cosas. Un coche que se adapte a mí. Encontrar ejercicios que me mantengan activa"

Antes de entrar a la consulta le llegó un mensaje de Lucas. 

"Te quiero despeinada y enferma, 

  te quiero sin maquillaje, sudando, borracha, con las medias rotas

  te quiero en pijama

 te quiero con ojeras y con los labios cortados

 te quiero en tus peores días

 te quiero al natural"

A pesar de no haber taquillas en sus vidas, Lucas mantiene la costumbre de dedicarle un pequeño poema. Este pequeño gesto casi le hace olvidar el accidente de esta mañana. 

Casi. 

- Uy, ¿qué te ha mandado Lucas?- preguntó su madre intentando ver. 

- Nada, es privado- se quejó. 

Su madre no podría estar más agradecida con ese chico, el muchacho se desvivía por ella, lo que necesitará en ese momento él se lo traería. Nadie sabía aparte de su marido el gran alivio que suponía para ella que su hija tuviera a alguien más, que no la dejará sentirse sola. 

Salió la persona que estaba en la consulta y entraron ellas. Su madre intentó empujarle la silla. 

- Mamá, puedo yo, no te preocupes- dijo con voz calmada. 

Anteriormente habría explotado de rabia por el mismo motivo. 

- El instinto materno- se excusó su madre. 

Dulce y SaladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora