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ARIANNA SHARP
📍INSTITUTO CLAUSTRO SAGRADO





EL PARTIDO FINALIZÓ, ÉPSILON NOS ASEGURÓ que tendríamos otro encuentro dentro de poco.

Celia, felicitaba a Scotty por parar aquel chut.

Por mi parte, fui a hablar con Lina.

—¿Por qué yo? ¿Hay algo que este haciendo mal? Cuál es la razón por la cual me sacas del campo.—Le pregunté.

—No estás al mismo nivel.

—¡Si lo estoy!—Obviamente algo me faltaba. Pero nunca lo aceptaría en público.

—Demuéstramelo, saldrás en el próximo partido, quiero que me enseñes lo que sabes hacer.—Dijo, sin mirarme a la cara.

Me di vuelta, fui a felicitar a Scotty como todos los demás y volví a sentarme mirando hacia el suelo, pensando en que hacer.

Sentí como alguien se sentaba a mi lado. Era Jude.

—¿Que hablabas con la entrenadora?—Interrogó.

—Piensa que no estoy a vuestra altura, quiere que le demuestre que de verdad merezco salir a jugar.

—Hazlo entonces—. Dijo sin más.

—¿Cómo? Ese es el problema.

—Se que descubrirás cómo.—Me miró.

Asentí, agradeciendole su compañía.

(...)

Nos estábamos despidiendo del Claustro.

—Disculpad los problemas que os hemos causado. Os damos las gracias por haber luchado en nuestro lugar y haber salvado la escuela.

—Lo mismo digo, gracias por todo.—Contestó Mark sonriente.

—Perdone—interrumpió Celia.—¿Donde está Scotty?—Pregunta.

—Ahora que lo dices no lo hemos visto por aquí.

—Vaya chico, podría haber venido a devolvernos el uniforme por lo menos.—Habló Tod.

—Bueno no importa, que se lo quede como recuerdo del partido ¿no?—Le contestó Nelly.

—Decirle de nuestra parte a Scotty, que buena suerte con el fútbol.

Yo aburrida de estar aquí, decidí irme.

Una vez entre en la caravana, me senté en mi lugar, cerré los ojos, pensando en cualquier cosa que se me venga a la mente.

No me había dado cuenta de que se escuchaba una segunda respiración.

Abrí los ojos y caminé sigilosamente hacia el final de la caravana.

Una vez llegué, encontré a Scotty escondiéndose detrás de los asientos.

Bufé.

—Por lo menos podrías avisar que estabas aquí, digo, para no pensar que alguien quería matarme.—Dije, elevando la voz.

Él hizo el signo de silencio.—Baja la voz, y no dijas nada, por favor.—Balbuceó lo último.

—¿Cómo?—Pregunté.

—Lo has escuchado.

—Repite porfa.—Pedí.

—No digas nada, porfavor.—Repitió entrecerrando los ojos.

Sonreí satisfecha y volví a mi sitio.

—Procura no pintarme la cara mientras duermo.—Le dije una vez llegué a mi asiento.

𝐋𝐀 𝐑𝐄𝐈𝐍𝐀 𝐃𝐄 𝐋𝐎𝐒 𝐃𝐄𝐋𝐀𝐍𝐓𝐄𝐑𝐎𝐒 || 𝐈𝐧𝐚𝐳𝐮𝐦𝐚 𝐞𝐥𝐞𝐯𝐞𝐧¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora