Capítulo Uno

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Capítulo uno

Estoy sentada en mi pupitre, y la profesora de arte no se calla, dios mío ya quiero ir a último año y dejar de ver esta materia. Saco mi teléfono a escondidas para pasar los pocos minutos que me quedan distraída mientras la miss parlanchina habla sin parar.

Desbloqueo el teléfono y me dispongo a entrar a mis conversaciones en Facebook, y tengo un mensaje sin leer.

Jason: Holaaa, ¿Qué tal miss parlanchina?

Sólo él y yo la llamamos así. A pesar de estudiar en el mismo instituto cada año tiene dos secciones, desde que pasamos a 8vo grado nos ha tocado secciones separadas y nuestro método de comunicación durante las clases es a través de mensajes de texto.

Hailey: Pues hablando y hablando ya me está estresando. Ya me quiero irr.

Su respuesta no tarda mucho en llegar.

Jason: Agradece que tú sales más temprano que yo, a mí todavía me quedan dos materias después de esta.

Hailey: Entonces... ¿En qué materiask nalksdnajkldgn

— Decomisaré esto hasta dada terminada mi clase, si está en desacuerdo puede ir directamente a dirección y plantear el problema.

Solamente me quedo en silencio observando como miss parlanchina se lleva mi teléfono hasta su escritorio y lo mete en uno de los gabinetes.

Fantástico, ahora me decomisaron el teléfono, de paso el mensaje para Jason quedó incompleto y con unas letras marcadas al azar, espero que no se haya enviado. Será el fin de mi poca dignidad si ese mensaje se envía.

Recuerdo cuando comencé a tratar con Jason, esa pequeña primera conversación por messenger esa primera red social por la que todos chateábamos en ese momento nada comparada con las redes sociales de ahora.

Recuerdo cuando lo corregí por haber escrito mal También y ahí desde pequeña he tenido esa obsesión —sí se le puede llamar así— por la escritura, aunque a esa corta edad —9 años— aún desconocía mucho acerca de la gramática, acentuación y otras cosas, me encantaba escribir lo mejor que podía, ahora que tengo 16 años escribo mejor que muchas personas y eso me llena de mucha felicidad.

—Hailey, ¿Me estás escuchando? —Me habla Fernanda tocando mi hombro con su dedo indice varias veces.

—Estaba recordando, ¿Qué sucede?

—No me digas que pensabas en Jason —Espeta Fernanda, mi mejor amiga, con quien llevo más de 9 años de amistad, ella conoce cada aspecto de mi vida y cada pequeño detalle de sí. No me logro ver sin ella a mi lado.

—Si no quieres que te diga eso, ¿Qué te diré entonces? —Bromeo.

—Si eres tonta —Masculla mientras ríe. Ambas reímos bajito para que miss parlanchina no nos vaya a sacar del aula.

—¿Qué querías?

—Sólo te decía que Jason venía pasando por el pasillo y se detuvo a verte por un momento, pero claro como estabas pensando en él ni cuenta te diste —Dice esto último con un tono de ironía y sarcasmo.

No respondo nada y continúo esperando a que suene el timbre de salida... Dios estos últimos minutos de clases siempre son eternos.

Evalúo mi salón de clases como último método de distracción, veo a las chicas inteligentes aunque no sean llamativas físicamente tienen un gran cerebro que cualquier persona allegadas a ellas amaría, de ahí mi mirada pasa a las "creídas" del salón, esas que van con 3kg de maquillaje y además creen que están súper buenas, puede que sí estén así, pero ellas como que exageran la situación, una de ellas es rubia, no tan alta y al igual que sus amigas tienen un cuerpo y curvas que envidian.

La otra cara del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora