Capítulo Siete

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Capítulo siete

Siento el sol colarse a través de mi ventana entre las cortinas, y un rayo de él dándome justo en el ojo izquierdo, siento mucho calor, y por alguna razón hay un peso en mi cadera y más arriba de él a mitad de mi espalda siento otra cosa recostada.

Estoy bocabajo en mi cama, y tengo calor, estoy sudando y puedo sentir baba en mi mejilla derecha la cuál reposaba en la almohada. Alzo un poco mi cabeza y la giro para sorprenderme cuando encuentro a Jason acostado, su pierna y mano derecha son las que descansan en mi espalda.

¿Cómo llegó él a dormir conmigo?

Me volteo bajando su pierna y su brazo de mi torso, él aún dormido, parece replicar, pero se da la vuelta y sigue durmiendo. Levanto la sábana que me cubre y un grito se queda atorado en mi garganta al darme cuenta que solo estoy en ropa interior.

¿Qué pasó anoche?

Me levanto de la cama y a paso rápido me adentro en el baño, luego de hacer mis necesidades, cepillo mis dientes para luego hacer lo mismo con mi cabello, mientras me ordeno recordar que fue lo que sucedió, el cómo Jason llegó a mi cama, y además saber por qué estoy en ropa interior con Jason en mi cama.

Mientras recuerdo todo puedo comenzar a sonrojarme, me le declaré a Jason...

¡Ay por dios!

Tiene que ser mentira, luego de esa pelea me emborraché por lo mal que me sentía, además mi mente aún no analizaba lo de Theresa y Dylan... Aún no lo hace la verdad, trato de no pensar mucho en esa escena que vi, ni tampoco en las locuras que hice después.

Mi yo borracho me cae mal, luego de tremenda pelea con Jason, él me tiene que aguantar borracha en la fiesta, me tiene que traer, aguantarse mis vómitos en su auto y además de ello, tener que dormir conmigo.

Todo es tan confuso, por que casi siempre sucede igual, nosotros peleamos, pasan horas y yo siempre hago cualquier estupidez que me hace arrastrarme a sus pies, y que sea él quién me recoja y levante.

Al principio me dolía el regresar a sus brazos, me confundía como él me trataba y daba ánimos, cada palabra o acción que hacía o decía para hacerme sentir mejor, me hacían pensar que sentía igual que yo, que me quería tal cual como yo lo quería.

Pero no pasaba más de 3 días para volver a decirme a través de acciones que lo que yo creía era mentira. Volvíamos a pelear, yo hacía una estupidez me arrastraba a sus brazos y así, era un círculo vicioso, que hasta el sol de hoy no me he atrevido a romper.

Luego de cepillar mi cabello y estar segura de que no hay ningún nudo, lo recojo en una cola alta, y dejando algunos mechones rebeldes afuera, salgo del baño para buscar un poco de ropa cómoda que ponerme.

Agarro lo primero que encuentro que es un suéter color negro que mandé a hacer el año pasado el doble de mi talla con la intensión de que me quedara por encima de las rodillas y me fuera cómodo para estos casos, y para no estar descalza por la casa me coloqué unas tobilleras del mismo color del suéter.

Jason aún duerme y como no quiero despertarlo decido salir a la cocina por un vaso de agua, a pesar de no tener dolor de cabeza tengo muchísima sed, casi nunca me da dolor de cabeza después de emborracharme así, al menos que sea Ron con Coca – Cola.

—Hola señor me beso a las amigas de mi hermana.

Dylan nota mi presencia y se voltea a mi encuentro.

—¿Hailey? ¿Reviviste? —me pregunta divertido.

—¿A caso morí? —respondo acercándome a la nevera y abriéndola.

La otra cara del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora