Capítulo Dieciocho

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Semana Dos.

Día Ocho.

Luego del primer día donde mis tíos me han recibido muy animados y felices mi ánimos estuvieron por el subsuelo, los días siguientes se volvieron repetitivos: Despertaba con los ojos hinchados, el corazón hecho añicos sin ganas de que siquiera entrase el sol a mi habitación, iba al baño me aseaba para estar normal frente a mis tíos y mi primo —aunque él conocía perfectamente mi estado emocional—, comía pocas porciones de las comidas diarias, incluso me llegue a saltar algunos platos sin que mis mayores se diesen cuenta, hablaba un poco con Henner y sin más preámbulos volvía a la que es mi habitación a revisar mis fotos con él, recordar y llorar lo que llevaba a quedarme dormida y comenzar el día con el mismo ciclo.

Fue grandioso tener a Henner conmigo esos primeros días que fueron duros, siempre estuvo abrazándome y dándome apoyo, cuando lo dejaba, ya que siempre me encerré a pasar esto sola, sin embargo siempre estuvo allí, dándome ánimos para comer —los cuales tenían resultados unos tres de diez— e invitándome a salir para que dejara las cuatro paredes que —según él— se volverían parte de mí si no salía —cosa que nunca pasó, todas las veces me negué a salir— y en eso se basó mi primera semana de jasonticaxión.

Ahora, me siento más sola la verdad, y mis ánimos han decaído el doble, Henner hace unos tres días me comentó que había aceptado ir a un Campamento de verano por que no sabía que yo vendría a pasar tiempo acá...

—... seran sólo un par de semanas, prometo regresar y pasar muchísimo tiempo contigo —dijo dándome una mirada de disculpas, yo que andaba sensible en ese preciso instante sentí mi vista volverse borrosa y una lágrima recorrió mi mejilla— no llores primita, por favor, no será tanto tiempo sin este galanazo —finalizó secando mi mejilla mientras yo sonreía.

Por eso amaba a mi primo, en mis peores situaciones sacándome sonrisas.

—Tranquilo... estoy... —un nudo se posó en mi garganta y mi voz se entrecortó— estaré bien, no tengo pensado irme pronto —dije antes de darle un abrazo y volver a llorar por aquel a quien mi corazón le costaba dejar ir.

Hoy era el día en que él iniciaría el campamento, es por ello que nos encontramos en su habitación, él terminando de organizar su equipaje, mientras yo estoy sentada en la cama, pensando en muchas cosas y en una sola persona.

—Yujuuu —agita su mano frente a mi rostro para que pueda prestarle atención—, tierra llamando a Hailey, tierra Hailey —una pequeña sonrisa adorna mis labios mientras que el sólo se agacha para quedar al mismo tamaño que yo colocando sus manos en mis rodillas y viéndome directamente a los ojos— Hailey no puedes dejar que él siga llevando tu vida, has adelgazado demasiado esta ultima semana y eso para ti no está bien —comienza con un tono de voz aterciopelado, mi corazón se estremece y encoje mientras él toma asiento a mi lado en la cama pasando su brazo por mi espalda hasta llegar al hombro de ese lado y halarme haciéndome apoyar la cabeza en su hombro antes de continuar.

» Tal vez mis palabras sean duras en este momento, pero debes entender que él no es tu mundo, él no es tu aire para respirar ni mucho menos quién te va a hacer vivir o morir como desee, no, él es solo un ser humano que triste y lamentablemente es un imbécil que nunca supo hablar contigo sinceramente o tener la suficiente madurez de decirte las cosas tal cual como eran o son. Él no debe tener poder sobre ti, tú eres una chica grandiosa y maravillosa como para estar decaída por quien no le correspondió sentimentalmente, hay muchos peces en el agua, aún eres joven y vendrán muchos más amores, muchos más hombres con los que tener experiencias nuevas, Jason no merece tus lágrimas y tú mereces dejarlo ir, mereces ser feliz.

La otra cara del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora