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Noel

Tiritaba como un pequeño perro chihuahua. Impactado e impaciente. Las emociones de las últimas dos horas no me dejaban respirar con normalidad.

Primavera y flores de naranjo. Primavera y flores de naranjo. Repetía la obsesa vocecilla del lobo en mi cabeza.

<<Tan hermosa.>>

Me hervía la sangre y las manos me picaban por correr a su lado y tocarla. Sin embargo, y como siempre, me había quedado cobardemente quieto y sumiso cuando mis hermanos trajeron a la bonita vampiresa y a su madre hasta nuestra residencia vacacional.

Melissa.

Su nombre sonaba suave y como mantequilla derritiéndose en mi lengua. Era una sensación agridulce. Por un lado, lamentaba que la hermosa vampiresa cayera en manos de mi hermano, pero eso me permitiría conocerla, y el otro punto a mi favor, egoístamente era que la atención del antiguo Alpha, mi padre, ya no estaría enfocada a mí.

—Madre... —volví al presente cuando la vi entrar a mi habitación. —¿Qué sucede?

Ella sonrió cálidamente y se acercó a besar mi mejilla.

—Silas ha convocado una reunión con los ancianos —informó. Ni siquiera tuve que preguntar si yo podría estar ahí. La respuesta era siempre la misma; no. — ¿Dónde está Keira?

Me encogí de hombros no teniendo idea donde podría encontrarse la salvaje que tenía como hermana menor.

—Esa niña bárbara... —regresó su mirada a los cuadernos que tenía en el mueble de mi recamara y su mirada se iluminó. —¿Has vuelto a escribir mi niño?

Negué.

—No. En realidad, los traje para ver si mi inspiración regresaba —tomé uno de los cuadernos. —Las ideas parecen haberse evaporado de mi cerebro.

Si, y yo bien sabia a que se debía eso. Mi padre se había empeñado en que rindiera al cien por cien en mi carrera y que de esa forma aprobase con honores los exámenes de mi tercer año de medicina.

Lo había logrado, al costo de permanecer en aislamiento durante seis largos meses.

Mi madre me observó con lastima, pero ¿Qué podría yo reprocharle a ella? Suficiente tenía con ser la Luna más desdichada en la historia de nuestra manada, no sería yo quien le amargase más la existencia.

**

<<Frente en alto y sin dudar.>>

Caminaba fingiendo confianza hasta el lugar donde sabia habían dejado a Melissa y su madre. Silas y el resto de la familia, me referiría a los miembros honorarios, se encontrarían en la dichosa reunión convocada por mi hermano. Lo que me daba un tiempo exacto de cuarenta minutos o una hora para acercarme a Melissa.

—Príncipe... —dijo uno de los hombres que custodiaban el pasillo de la habitación. —¿Qué se le ofrece?

—¿Puedo pasar? — en su mirada se grabó la pregunta que nunca llegó a formular. El "para qué" moriría en su cabeza. Los miembros de la familia real nunca eran cuestionados o contradichos. Nosotros teníamos esa ventaja sobre los otros miembros de la manada. Él asintió. —Muchas gracias.

Las manos me temblaban y estúpidamente golpee la puerta pidiendo permiso para entrar. La respuesta de "Esta cerrada desde fuera, Einstein", envió por tierra mis planes de mostrarme confiado y sereno frente a las vampiresas.

Tan solo traspasar el umbral su exquisito aroma me golpeo como un puñetazo directo a la barbilla.

La personificación de una diosa, eso parecía Melissa. Su cabello ondulado se rebelaba a mantenerse ordenado tras su oreja, sus mejillas rojizas contrastaban con la lozanía de su piel y pequeñas pecas bañaban como en el firmamento su rostro. La estela de pequitas descendía por su cuello hasta el escote y...

FUEGO EN LA SANGREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora