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Noel

Temblando como una hoja al viento traté de memorizar su número telefónico. Las heridas en mi cuerpo y la pérdida de sangre amenazan con mandarme a la inconsciencia en cualquier momento. Coloqué el numero completo y esperé a que la llamada entrara. Ella no contestó hasta el tercer timbrado.

—¿Hola? —contestaron sin ganas del otro lado. —Hola, ¿Quién habla?

—Mamá—dije casi sin aliento. —Necesito que grabes esta conversación.

—¿Noel, que demonios sucede? Tu padre y Silas están como locos...

Melissa

Me ardían los ojos y tenía los parpados hinchados de tanto llorar. No había pegado un ojo en toda la noche desde que Silas me había visitado el día anterior. Temía que él regresara a matarme o peor aún... para llevarme con él.

No había creído en absoluto su mentira de que yo ya no le servía.

Estaba sentada en las escaleras de la entrada a la cabaña cuando vi un vehículo acercarse. No era el mismo en el que se habían ido Märco y Noel. Era distinto.

Vi a Darius, el amigo de Märco, bajar primero y después correr al lado del copiloto, donde la puerta se abrió de repente.

—¿Qué sucedió? —me acerque a Thara que bajó de ese lado del vehículo echa un zombi. Su mirada estaba gacha y no alejaba a su perrito de su pecho. —¿Thara? ¿Estás bien?

Ella caminó sin rumbo, aunque parecía que se acercaba a mi.

—¡No me toques! —le gritó a Darius cuando llegó a su lado y quiso tomarla en brazos. —¡Tenías que defenderlo! Era tu deber —habló con voz desgarrada y dejando salir su frustración. — ¿Por qué?... ¿Por qué dejaste que le hicieran eso? ¿Por qué lo traicionaste una vez más?

Mi hermana se desplomó en el piso húmedo y no dejó que Darius o yo la tocáramos.

—Déjenme sola —apretó su rostro contra el cachorro que disfrutaba de ser apachado. —Quiero estar sola.

El tipo me miró compungido y yo me encogí de hombros. No entendía absolutamente nada.

—Thara, escúchame. Mi lealtad está contigo, Märco me hizo prometerle que nada te sucedería —habló Darius arrodillándose a su lado. — Tengo que volver a arreglar ciertos asuntos con...

—Lárgate. No quiero saber más nada de ti, de ese inmundo clan o de cualquiera que tenga algo que ver con lo que le sucedió a mi esposo.

Toqué el hombro de Darius y le dije que yo me hacía cargo. Mi hermana estaba negada a dejarse ayudar por él.

—Volveré en un par de días —me dijo y miró a Thara con tristeza. —Lo lamento, mi señora. Hubiese deseado que las cosas resultaran de otra manera.

Y ella volvió a llorar con fuerzas.

—Thara ¿qué ha sucedido? —pregunté cuando el auto de Darius se nos perdió de vista. Me senté al lado de mi hermana y dejé que apoyara su cabeza sobre mi hombro.

Obviamente el contrario al que Noel me había mordido.

—Marco está muerto, Melissa. Todos están muertos... ya no existe el clan Sneider...—se lamentó entre hipidos. — Ellos lo mataron...

Mi hermana lloró todo ese día, el siguiente y los que le siguieron a ese. Nada parecía calmarla.

Yo no me encontraba mucho mejor. Noel tampoco había regresado y ya había perdido la cuenta de cuantas veces había preguntado a Thara si él no estaba en la masacre de los Sneider. Su respuestas eran siempre las mismas, monosílabos y negaciones.

FUEGO EN LA SANGREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora