ANGEL ━ CAPÍTULO CUATRO: ❛ EN EL BORDE DEL ÉXITO ❜
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Por un microsegundo, Athena Kane quitó su fija mirada del camino y la posó en el espejo retrovisor. Mordió el interior de su mejilla, evitando reír ante la escena que su hija, Calíope, se encontraba montando con su mejor amigo ━quien, por una razón, se encontraba en un pequeño trance━. Dejó escapar de sus labios un pequeño sonido al sentir el golpe que la palma de su pequeña había producido al chocar con el rostro del ruloso... Por segunda vez.
─Mierda, Ricky ─pronunció la latina al ver como su mejor amigo no lograba salir de su pequeño trance─. Llegaremos tarde a la escuela.
─¡Lenguaje, niña! ─exclamó Athena Kane desde el asiento del piloto del automóvil. Su hija murmuró un "perdón"─. Además, deja de golpear a tu amigo o terminarás dejando su mejilla más roja de lo que está.
Obedeciendo las palabras que su madre le había dicho, pasó su mano frente a su rostro, acción que no tuvo respuesta en absoluto.
─Juro que si decidiste morir en el sueño, encontraré la manera de meterme ahí en tu cabecita y volveré a matarte.
Calíope, al ver que su madre había aparcado el auto frente a la entrada de East High, bufó cansada. ¿Por qué tenía que asistir tan seguido a aquel aburrido lugar, sabiendo que podría ocupar esas horas soñando con el personaje ficticio que estuviera ocupando su mente últimamente? Y si, también tenía claro que necesitaba aprender lo que sus profesores les enseñaran, pero muchas veces ellos sólo se dedicaban a leer el pizarrón y no explicaban absolutamente nada o simplemente preferían ocupar ese tiempo en contarles alguna historia se su vida.
Después de todo, lo único que le había dado ánimos para levantarse de la cama de Ricky era saber que era jueves y que en doce horas más Cosmic Dreams tocarían frente a gente importante en la industria de la música.
Al encontrarse desesperada, volvió a girar la parte superior de su cuerpo y estiró su brazo al rostro de Ricky Bowen y lo golpeó otra vez, logrando que el chico pestañara un par de veces procesando que había ocurrido.
Athena Kane miró mal a su hija.
─¿¡Por qué hiciste eso!? ─exclamó con voz un poco más aguda.
Tratando de reprimir una risa, habló: ─Llegamos a la escuela.
Ricky puso sus ojos en blanco y se acomodó en el asiento trasero.
─¿Estás bien? ─preguntó en tono de madre preocupada. Ricky asintió levemente.
─Estoy bien ─asintió mientras abría la puerta─. Oh, y gracias, señora Kane, por su preocupación y también por traerme a la escuela.
