ANGEL ━ CAPÍTULO VEINTICUATRO: ❛ NO EXACTAMENTE QUINCE VELAS ❜
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Finalmente había llegado el día del cumpleaños de Carlos Rodríguez para festejar sus dieciséis años con una fiesta de quinceañero, y el grupo del departamento de artes dramáticas ya estaba casi listo para la gran noche, con algunos de sus integrantes en el granero de Seb finalizando los últimos detalles de decoración mientras que en el apartamento de Ricky se encontraban Jesse, Calíope, Nini y, obviamente, el dueño de casa, realizando los arreglos para los centros de las mesas de los cuales ellos se habían ofrecido a hacer.
Mientras Ricky trabajaba junto al fregadero de la cocina y Jesse recogía las rosas esparcidas por la habitación, Calíope charlaba animadamente con Nini sobre el nuevo pasatiempo que la joven había comenzado a disfrutar desde su llegada a Salt Lake unas semanas atrás, mientras trataban de concentrarse en colocar las flores de tal manera para que formaran un lindo y elegante patrón sobre la espuma dentro del macetero.
La morena soltó un bufido. Definitivamente esto de armar decoraciones no era para nada lo suyo, o al menos no si contenían un alto grado ━ para ella ━ de concentración; lo cual, si lo vemos de cierta manera, no tenía mucho sentido, pues ella sí podía tocar el piano, guitarra y bajo mientras cantaba sin ningún problemas. Bueno, tal vez, el trabajar con flores donde tenía que sacar todas las espinas que encontrara y cortar la parte del tronco que sobraba no era lo suyo, pues sólo podía concentrarse en no dañar sus manos o la parte de su ropa.
─El día de la gran fiesta ─saludó Mike Bowen, entrando a la cocina. Los cuatro adolescentes levantaron su vista de sus trabajos y sonrieron en su dirección, notando como abría la puerta del refrigerador y sacaba una pequeña botella de agua─. Parece que están hasta las orejas con los pétalos de rosas.
─Sí, y estoy seguro de que jamás en mi vida querré ver una rosa otra vez ─confesó Jesse, llevando una de las flores a su nariz y alejándola rápidamente─. Siento que huelo a mi tía Grace. Nunca me agradó esa señora.
Nini ahogó una risa ante el comentario del chico Donovan, y asintiendo dijo: ─Al menos hasta ahora no hay espinas, así que...
─¿Eso es eufemismo? ─preguntó Ricky, volteándose levemente hacia ella.
─Dices "eufemismo", pero aún así repruebas la clase de literatura ─señaló Mike.
Ricky observó rápidamente a su novia y le regaló una sonrisa, antes de volver a posar su mirada en su padre. Calíope bajó su cabeza mientras sentía sus mejillas tomar un color rojizo y los latidos de su corazón acelerar en un mil por segundo. Para la chica aún se le hacía increíble que, sin importar la cantidad de tiempo que ella y Ricky llevarán juntos, su corazón siempre solía acelerarse como la primera vez que tuvieron una verdadera conversación el verano ya pasado.
