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La chica de rulosa cabellera apoyó su codo sobre su pupitre y dejó que su cabeza cayera sobre su palma mientras sus ojos se cerraban involuntariamente. Ya era lo segunda vez en la semana que no lograba mantenerse despierta en las clases ¿y sinceramente? Eso era lo que menos le interesaba en este momento, debido a que las palabras que su madre le había dicho dos noches atrás aún seguían atascadas en su dormilón cerebro, causando que en sus sueños sólo ocurrieran escenas de ella y Ricky siendo una linda y feliz pareja.
Y la verdad no era que aquella idea le desagradara completamente, después de todo si podía admitir ━para ella sola, nada más━ que el chico sí lograba causar algo en ella, como por ejemplo esas estúpidas mariposas revoloteando en su estómago cada vez que él tomaba de su mano o besaba la coronilla de su cabeza o, simplemente, sonreía. Pero esto de estar "enamorada" eran sólo bobadas que a su madre y sus amigos les gustaba creer y hacerle creer, ya que para ella todo esto era sólo una pasajera e insignificante atracción que sentía por su amigo, que en un par de días o semanas se esfumaría tan rápido como la rápida ida del otoño en Salt Lake City.
Levantó levemente su cabeza al sentir el tacto de algún elemento chocar en su mejilla izquierda. Giró su cuello y buscó a quien había interrumpido su descanso; su vista paró en la mitad del salón, cuando una sonriente Ashlyn Caswell la saludó discretamente con su mano y le dio una señal de que leyera el papel que había lanzado. Asintió devolviendole la sonrisa.
─Ay, por Merlin. ─gruñó entre dientes, creyendo que nadie a su alrededor la escucharía, sin embargo tres de los estudiantes que más cerca se encontraba de ella le dieron una mala mirada, la que ella pasó por alto al estar concentrada en deslizar su cuerpo en la silla y así acercar la bolita de papel con su pie.
Agachó su tronco y estiró su brazo al tener el papel a su lado y la tomó, para después desarmar la esfera y leer su contenido.
«¿Estás bien, Callie? Te he visto durmiendo la mitad de la clase». Terminó de leer, sintiendo como la sangre subía a sus mejillas, caléntandolas rápidamente.
Tomó un bolígrafo morado de su lapicera y, bajo la pulida letra de la pelirroja, escribió: «Sólo estoy un poco cansada. Anoche no logré dormir muy bien que digamos. Gracias por preocuparte, Ash». Luego volvió a hacerlo una bolita y lo lanzó a la chica, preocupándose que el maestro Knight no lo notara.
