ANGEL ━ CAPÍTULO CUARENTA Y DOS: ❛ UN VERANO PARA COMENZAR DE NUEVO ❜
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Calíope Kane amaría decir que la pasada noche logró descansar las ocho e incluso más horas de las que ya estaba acostumbrada a dormir, pero eso sólo sería una gran y terrible mentira, pues a duras penas había logrado cerrar sus ojos por a lo menos una hora y media si es que no era mucho decir.
Y antes de que lo piensen, no, no se debía para nada con la llegada de Ricky al campamento y la necesidad de ambos por pasar el tiempo juntos para así recuperar el perdido, tampoco se debía a pasar la noche escribiendo nuevas canciones, tampoco a quedarse hasta el amanecer usando su móvil para jugar, leer y/o escuchar música de la playlist que había creado especialmente para su estadía de dos semanas en Shallow Lake, o las nuevas charlas de chicas que había tenido con sus compañeras de cuarto, y mucho menos se debía al hecho de que ella se encontraba con los nervios de punta gracias a aquellas benditas audiciones para el musical que podría cambiar un poco su vida al aparecer en un documental que sería estrenado en sesenta y tres países a través de Disney Plus y que, por alguna razón de la que ella no tenía ganas de pensar, ahora sólo se encontraban más cerca de lo que podía ella podría creer... Oh, esperen, esa era exactamente la razón.
Y Calíope Kane se encontraba odiando un poco eso, pues sentir su estómago voltearse tras un sólo pensamiento no era como le gustaba estar exactamente, especialmente cuando ella sabía sobre como los procesos de audiciones eran y lo que es estar sobre un escenario con personas observándote con atención. Ella era una artista, llevaba siendo una desde que tenía tan sólo un poco más de cinco años. Ya había sido parte del musical organizado por su escuela dos veces, claro, la primera sólo como el reemplazo de Gina a última hora, pero ¿la segunda? Dios, ella había sido la protagonista de un show que pudo haber sido parte de los Premios Alan Menken a las artes dramáticas escolares; ambas veces ya siendo parte de una conocida banda tanto en la ciudad como en otros estados del país.
No debería de estar nerviosa, lo sabía. No tenía razones para estarlo, sin embargo lo estaba y lo detestaba más que nada en el mundo. Este era un verano para comenzar de nuevo, divertirse y olvidar todos los problemas en casa, pero sólo parecía que ahora había agregado un pequeño y nuevo problema a su ya extensa lista.
Así que aquí se encontraba, dándose vueltas y vueltas por la cama en la que aún se encontraba acurrucada y tapada con su edredón, esperando al menos tener un minuto más de descanso, donde Morfeo estuviera listo para tomarla en sus brazos y acariciar su rostro con delicadeza hasta que lo único en lo que ella debiera de ver fueran sus más intensos sueños.
