— Hola querida, no ibas a descansar hasta tenerlo en tus redes — Jenny Slate arrastraba palabra por palabra con sumo resentimiento; ardía en celos al ver cómo Chris y Scarlett habían logrado estar juntos.
—El amor verdadero gana al final.
— Tu no lo amas, te has aprovechado de lo que él siente por ti, lo has manejado a tu conveniencia, nadie pasa de ser tu amante a ser el amor de tu vida.
Scarlett rodó los ojos, comenzaba a fastidiarse además de que atraían a curiosos.
— ¿Porqué no aceptas que has perdido Jenny? Además te recuerdo que estas casada, asi que dejanos en paz.
— ¡ERES UNA MALDITA ZORRA!
Scarlett le sonrió con ironía, no podía irse asi nadamas.
— Quiza lo sea, quiza no, pero tengo algo que tú no Jenny, tengo el amor y el cariño de un hombre maravilloso el cual me ama.
— No les doy ni un año juntos, Chris quiere estabilidad y tú no la tienes.
Scarlett apretó sus nudillos, estaba harta de tanta blasfemia.
— Eso lo veremos querida.
Scarlett tomó sus cosas y emprendió camino a la salida, ya no quería estar cerca de esa mujer.
La idea de comprar un anillo se le había esfumado, aquella tarde ya había sido arruinada.
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— Parecemos dos adolescentes enamorados — Scarlett soltó una carcajada al escuchar al hombre que tanto amaba, ambos se encargaban de desvestirse mutuamente hasta encontrar algo sólido donde recargarse.
— Te amo mi amor, por si no te basta saberlo.
— Puedes decírmelo a cada rato, yo feliz.
Chris ágilmente la colocó encima de la barra de la cocina, sus voces callaron pero sus gemidos iniciaron sin tregua ni vergüenza.
Las semanas pasaron dentro de aquella burbuja de amor para ambos quienes después de terminar con sus compromisos huyeron del ojo público instalándose en una de las playas de México; en la más remota y escondida.
