14.

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Becca.

Una semana.. una horrible y torturadora semana ha pasado desde que me aparte de Tom.

Estoy sentada en mi habitación triste porque el día de hoy no hemos hablado para nada. Los días anteriores solo hablamos unas cuantas palabras y aunque suene estúpido, de verdad lo extraño. Miro el reloj de mi habitación para después seguir coloreando un libro viejo que compre en un viaje, creo que esto es lo que me mantiene cuerda.

Es de madrugada y mis padres como siempre están en el trabajo o en alguna cena importante, en los últimos tres días no he visto a nadie, Lou está de viaje con sus hermanos, Bia está internada por unos meses a causa del último incidente; las drogas se estaban apoderando de ella y Thiago, lo ví hace tres días, dijo que tenía que planear una cosa para un amigo entonces estaría fuera por unos días.

Me siento sola.

Recuerdo que la última vez que hablé con Tom, prometió que la distancia nunca sería un inconveniente o impedimento para nosotros.

Bueno las promesas son para romperse.

Escucho la puerta abrirse y no me muevo, es Laila; una de las personas que limpian la casa, tiene 36 años y es chaparrita, viste un abrigo negro que la hace lucir aún más pequeña de lo habitual.

—Señorita Becca, aquí está su té. —Dice para pasarme una taza.

—Te dije que no me digas señorita, solo Becca. —Dije sin sonar mandona—. Además es tarde, deberías estar con Lolita.

—Disculpa Becca, no me podía ir sin traerte el té, se que no puedes dormir sin él, además la casa se siente vacía. —Suspiró—. Sin..

—William.. —Completé—. Tranquila, estaré bien. —Tomé un sorbo de té. Perfecto para mí gusto—. Gracias por esto, dile a Marc que te lleve a casa.

—Como crees, no. —Renegó—. Además si los señores se enteran me van a correr.

—No te van a correr, es una orden, es tarde no puedes irte sola. —Dije mientras dejaba la taza en la mesita de noche—. Vamos. —Dije tomando su mano bajando las escaleras. Ahí estaba Marc, nuestro chófer.

—Buenas noches señoritas. —Saludó cortésmente—. ¿Necesita algo señorita Becca?

—Necesito que lleves a Laila a su casa, lo más rápido posible.

—Pero señorita.. —interrumpió.

—Nada de peros, es una orden.

El asintió sin decir más encendiendo el auto.

Laila se despidió agradeciendo y se fueron. Regrese a mi habitación para terminar mi té e intentar conciliar el sueño, desde hace una semana que no logro dormir, no puedo comer bien, nada está bien.
Entro a la habitación y veo la taza, la tomo dando un sorbo grande para seguir coloreando. Han pasado solo unos minutos cuando escucho un ruido, alzó la cabeza en dirección a la puerta. Fue él aire, digo intentando convencerme, regreso a mi asunto. El sonido de mi celular me interrumpe.

“Hey.” digo restando importancia a los sonidos que acabo de escuchar.

“Becca. Sal, llevo media hora tocando”.  La voz de Thiago suena al otro lado del celular.

“¿Cómo?”. Salgo de mi habitación en dirección a la puerta trasera, abro y no hay nadie. “Santhiago, deja de jugar”. Digo en tono de represión. Escucho una risa de su parte.

“Olvide decirte que está vez quiero entrar por la puerta principal”.

Me dirigí a la puerta de enfrente, antes de abrir vuelvo a hablar.

𝑌𝑜𝑢 𝑠𝑎𝑣𝑒𝑑 𝑚𝑦 𝑙𝑖𝑓𝑒. // 𝑇𝑜𝑚 𝐹𝑒𝑙𝑡𝑜𝑛.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora