Prólogo

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"Seamos honestos, Don Fernando. A usted lo que menos le importa es que Doña Marcia se entere que estuvo aquí. O que estuvo cariñoso conmigo. Pero sería gravísimo para su imagen de galán conquistador, que sus amigos lo vean besándose con Lety la fea."

Fernando golpeó la mesa indignado. "No diga eso, Leticia." Si algo el detestaba, era que ella misma se menospreciara, usando su imagen de excusa.

"¿No? ¿De verdad? A ver, béseme. Béseme por favor, béseme." Lo retó ella.

"Lety, aquí no puedo." Fernando hizo un esfuerzo para negarse a lo que su corazón le pedía a gritos.

"Ya ve, Don Fernando." Lety lo señala con la mano abierta. "En esta relación, quien se porta raro es usted no yo."

Fernando suspiró, sintiéndose como basura al negarle algo que él deseaba con todas sus fuerzas. "Leticia por favor se lo ruego, no me obligue a besarla aquí. Si quiere vamos a otra parte y con mucho gusto, pero aquí no." Fernando maldecía una y otra vez a Marcia y a todos los Villaroel que en este momento lo separaban de la mujer que él amaba.

"Ay, ay, sí. Si. ¿En dónde podría ser Don Fernando? Me encantaría saberlo. Digo, nada más para saber si llevo una linterna, una velita..." Le respondió ella sarcásticamente. Lety ya estaba cansada de su jueguito.

"¿Por qué lo dice?" Preguntó Fernando a pesar de conocer muy bien la respuesta.

"Porque a los lugares a donde acostumbra a llevarme les falta luz. Bueno, claro, para usted es mucho mejor porque así no tiene que ver a la que besa."

"No, no. Alto ahí Lety, eso no es verdad. La he besado a plena luz del día." Fernando la señaló con el dedo índice. "¿O qué? ¿Ya no se acuerda del viaje a Alemania? ¿O de aquel fin de semana en Cuernavaca? ¿Ya se le olvidó?"

"Si. Si me acuerdo." Lety prácticamente escupió las palabras. "Pero yo creo que usted cerraba bien fuerte los ojos para no verme."

"No invente tonterías Lety por favor." Fernando se sintió ofendido con sus palabras, porque para él era un placer inexplicable besarla, pero él sabía que ella se refería a otra cosa con su reclamo. "Nosotros quedamos en ser discretos con esta relación. Yo jamás le dije que esto iba a salir a la luz pública."

Fernando estaba jugando con la verdad y lo sabía, pero las cosas se le habían salido demasiado de control. El amaba a la mujer que tenia frente a él, pero también amaba la empresa que su padre había construido con tanto esfuerzo y el se sentía incapaz de elegir. Su corazón le pedía una cosa, pero su mente le gritaba otra y solo una podría ganar. Para Fernando Mendiola, escoger entre Lety y su empresa, sería su perdición.

La Fea Más Bella: Amor del BuenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora