Capítulo 5: Llamadas y Mentiras.

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Fernando iba entrando a su casa completamente exasperado por la conversación agotadora que intentaba sostener con la mujer con la que se suponía se uniría en matrimonio en pocos días. Justo en estos momentos, Fernando escogería la guillotina francesa mil veces, a prometerle amor eterno a la mujer que no era la dueña de su corazón.

"Marcia, por Dios, déjame en paz, ¿quieres? Estoy llegando a mi casa con un dolor de cabeza de los mil demonios. Lo menos que quiero es pelear contigo. Llámame al teléfono de la casa si quieres para que duermas tranquila, pero ya deja de perseguirme por favor."

Fernando le colgó el teléfono, no queriendo saber nada mas de ella. De verdad que Fernando lo único que quería era un poco de paz. La paz que solo tenía al lado de Lety. Aquella paz tan relajante que habían disfrutado en Cuernavaca, donde no existían ni Conceptos, ni Marcia, ni nada que los separara. Aquel fin de semana en ese paraíso donde habían sido libres de vivir su amor y desnudar sus almas el uno con el otro. El sonar del teléfono lo sacó bruscamente de sus pensamientos, y el caminó hacia la mesa donde estaba para contestarlo, aventando su saco y corbata sobre el sofá en el camino.

"Marcia Villarroel. Genio y figura hasta la sepultura. ¿De verdad te sorprende que no me entusiasme la idea de casarme contigo cuando me controlas así?" Fernando contestó el teléfono amargamente, desahogándose sin importarle las consecuencias.

"Perdón, Don Fernando, soy yo."

"Mi Lety, mi amor." Fernando suspiró aliviado. "Perdóneme, pensé que..."

"Si, ya sé lo que pensó." Lo interrumpió ella. "Perdóneme por llamar así, y a su casa, pero pues no tengo celular y marcando a número de casa no se darán cuenta mis papás que ando en el teléfono a estas horas."

"No se preocupe en lo más mínimo por eso. Al contario me gusta que tenga la confianza de llamarme. ¿Qué pasó? ¿Se siente peor? ¿Quiere que la lleve al doctor? Voy para allá." Fernando tomó sus llaves sin pensar que estaba usando el teléfono de la casa.

"No, calme Don Fernando, calme." Dijo Lety, sonriendo al escucharlo preocuparse por ella. Tal vez Tomas tenía razón después de todo. "Estoy bien."

"Oh." Fernando suspiró tirándose sobre el sofá de la sala con una mano detrás de la cabeza y sosteniendo el teléfono con la otra. "Entonces, mi Lety, ¿ya me va a decir que le pasa?"

"Don Fernando, ni yo estoy segura de que es lo que me pasa." Cuando Leticia levantó el teléfono esa noche para hablarle, había decidido que sería lo más sincera posible con él, porque los dos lo merecían. "¿Usted de verdad le contesta las llamadas de esa forma a Doña Marcia?"

"Solo cuando me harta; lo que últimamente es todos los días y a todas horas." Fernando suspiró. "Yo tampoco sé que es lo que me pasa Lety. Lo que, sí sé, es que me estoy volviendo loco. Loco por su rechazo. Loco por no tenerla a mi lado. Y loco por que siento que Tomas Mora me la está quitando."

"No me lo tome a mal Don Fernando, pero sí se está volviendo loco." Leticia se sintió un poco culpable. Aunque al principio ella había disfrutado torturándolo con Tomas, ese juego y a la había cansado. "Ya le he dicho hasta el cansancio que entre Tomas y yo no hay nada. ¿Me quiere decir por qué me besó hoy frente a todos?"

"Hay mi Lety, yo la besé primero porque la necesitaba. No sabe lo que me han dolido estos días de distancia y frialdad. No aguanté tenerla cerca y no sentirla mía. La besé porque de repente me quise imaginar que éramos libres, y que era libre de hacer con usted precisamente lo que nos diera la gana de hacer, donde nos diera la gana de hacerlo. Segundo, la besé porque usted me lo pidió, y yo le quiero dar todo. Y tercero, la besé porque había como una fuerza magnética que me hacía imposible alejarme de usted. Yo nunca quiero estar lejos de usted, pero últimamente esa necesidad ha dominado la mayoría de mis decisiones diarias."

La Fea Más Bella: Amor del BuenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora