Capítulo 15: Buenos Días.

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Al despertar, Lety se sintió feliz de abrir los ojos en un lugar que era tan desconocido como era familiar. El aroma seductor de Fernando la embriagaba y una sonrisa involuntaria se dibujó en su rostro. Era la segunda vez que despertaba en esa habitación, pero todo era diferente.

La primera vez, había vivido una noche de pasiones desbordadas que a la misma vez eran prohibidas. Hoy, no había ninguna sensación de culpa o de miedo. Solo sentía paz.

Como una niña pequeña se estiró en la cama y se dio la vuelta para encontrarse con el hombre de su vida. Parecía increíble que solamente unos días antes había pensado que lo odiaba. Pero hoy, despertando en su cama, sabiendo que esperaba un hijo suyo, y a pesar de los moretones que adornaban su rostro y pecho, tenía que admitir que nada estaba más lejos de la verdad. Ella nunca lo había odiado; jamás podría sentir algo así por él.

Sí. Le había dolido su engaño, negarlo sería incoherente, pero el amor que sentía por él iba mucho más allá de eso; especialmente cuando él le había demostrado que él también la amaba a ella.

La noche anterior él había buscado la muerte, impulsado por el dolor y la vergüenza de haberla lastimado. Después de rescatarlo de aquel bar, le había dicho cosas que no se podían encontrar en ningún libro de poseía barata o en cualquier obra de teatro Shakesperiana. Fernando Mendiola la amaba y había llegado la hora de aceptar que lo merecía y darse la oportunidad de vivir lo que eso representaba. Si era sincera consigo misma, de ahí provenía su paz. De salirse de su propio camino y darse la oportunidad de aceptar que alguien como Fernando Mendiola la podía amar más allá de su apariencia; que la veía por quien realmente era y aceptaba el amor que ella le ofrecía.

Leticia quería disfrutar de esa paz para siempre, pero unos fuertes golpes en la puerta le recordaron que las nubes de amor siempre serían pasajeras para ellos dos.

"Cinco minutos más." Dijo Fernando medio dormido, atrayéndola a su pecho en el proceso.

"Don... Don Fernando..." Lety intentaba hablar, pero la estaba abrazando tan fuerte que no la dejaba respirar. "Aigre... Aigree Don Fernando."

"Perdón mi amor." Fernando se recostó sobre su espalda y se quiso estrujar los ojos, pero solo consiguió lastimarse. "Auch. Si serás imbécil Fernandito."

"Jijijiji. Se lo dije Don Fernando." Lety lo miraba con la cabeza recostada sobre su mano.

"¿Don?" Fernando levantó una ceja.

"Perdón. Es la costumbre."

Fernando se acercó a ella dándole un dulce beso. "Muy pronto te acostumbraras a una nueva realidad. No quiero que todas las mañanas tenga que recordarte que ya no soy Don Fernando."

"¿Todas?" Le preguntó Lety con una sonrisa.

"Todas."

"Tú siempre adelantándote a la realidad, jijijiji." Los golpes en la puerta volvieron a sonar y Lety lo miró curiosa. "¿Acostumbras a recibir visitas a estas horas?"

"Seguro es el jardinero. Es su día de pago." Fernando besó su cabeza y su vientre y se paró de la cama, sorprendiéndose cuando el dolor en sus costillas era mínimo. "Ya vengo. No te muevas." Fernando se puso la pijama con agilidad y bajó las escaleras, sonriendo al escuchar la risa de Lety.

"Lety, Lety, ¡LETY!" Tomas Mora entró a la casa de Don Fernando como remolino gritando por su mejor amiga, ignorando por completo la furia del hombre de la expresión asesina.

"A ver, a ver, a ver. Primero, se calma." Fernando aventó la puerta. "Y segundo, ¿me quiere explicar que hace en mi casa a esta hora levantando semejante tempestad?"

La Fea Más Bella: Amor del BuenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora