Capítulo 4: Piénsalo Lety.

585 43 20
                                    

Cuando Don Erasmo y Doña Julieta entraron a su casa encontraron a Lety saliendo del baño.

"Hija, que rico tenerte en casa temprano." Doña Julieta abrazó a su hija.

"Señorita Leticia Padilla Solís, ¿me quiere explicar que hace dando esos espectáculos en la colonia? ¿Qué van a decir los vecinos? Ninguno de ellos sabe que ese señor es tu jefe. Y si a esas vamos, ¿Qué hace tu jefe abrazándote así, tan cariñosamente? Esas confiancitas no van con una señorita de casa honorable."

El ojo de Leticia temblaba descontroladamente, mientras ella intentaba inventarse un pretexto que convenciera a su papá. ¿Qué más le podría pasar esa noche?

"Erasmo, tú no te mides ¿verdad? Ni siquiera has saludado a la niña y ya estas con tus reclamos."

"Tú no la defiendas Julieta, no seas alcahueta. A ver, Lety, sigo esperando."

"Ay papacito. Don Fernando y yo tuvimos un problema en el trabajo, y cuando salimos de la empresa insistió en traerme a la casa para que habláramos y pues me abrazó por que se sentía muy culpable de haberme gritado en la mañana y así... Papito tú mismo le dijiste a él que no te gusta que me esté gritando y pues a el ahora también le da remordimiento. Eso es todo."

"Muy bien, muy bien. Me da gusto que ese señor te respete. Pero no te andes abrazando con él por ahí, la gente puede mal interpretar esas cosas."

"No creo papá. Pero bueno, no vuelve a pasar. ¿Tranquilo?"

Don Erasmo iba a insistir con el asunto, pero en ese instante el timbre los interrumpió gratamente, y Lety fue a abrir la puerta. Tomas entró a la casa, y después de comerse su plato y el de Lety, solicitó junta con su jefa y ambos se fueron a su recamara.

"Lety, otra vez no comiste nada. ¿Sigues mal verdad?" Tomas se sentó sobre el baúl mientras Lety se sentaba en la cama como hacían usualmente.

"Ay si, Tomas, para que te miento. Me siento horrible, y tus ideas ahora también me están atormentando."

"Yo sabía, yo sabía. Es que, de menso, solo tengo la pinta Lety."

"Ay ya Tomas." Lety le aventó un peluche. "Mejor dime que mañana me acompañas bien temprano al doctor, ¿sí? Sin saberlo Don Fernando me dio unas horas libres en la mañana."

"Lety yo te acompañaría hasta la luna." Tomas se acercó para tomar la mano de Lety. "Cuenta conmigo."

"Gracias Tomas. Yo no podría hacer nada de esto sin ti, sin tu apoyo."

"Bueno Lety, ¿ahora si vamos a hablar del tema? ¿Qué vas a hacer si resulta que estas embarazada?"

"Sshhhhh, Tomas, no hables tan fuerte." Lety le dio un golpe en la cabeza.

"Está bien Lety, pero ¿le vas a decir a Don Fernando?"

"Pues tendría que, ¿o no?"

"La verdad sí. Él tiene todo el derecho a saberlo, tanto legal como moral. Pero igual es tu decisión."

"Ya lo sé. Pero Tomas, si resulta que tus sospechas son ciertas, yo no me imagino compartiendo a mi hijo con ese señor."

"Bueno Lety, eso lo hubieras pensado antes de... pues ya sabes, ¿no?"

"Ay ya Tomas, no me regañes."

"Déjame seguir, para que te vayas imaginando como te irá cuando le digas a tu papá."

"No me atormentes más, ¿quieres? A lo mejor y no es necesaria tanta angustia. Seguro es el estrés de tanta mentira lo que me tiene así."

"No te hagas Lety. Pero bueno, ya que quieres cambiar el tema... Cuéntame, ¿Cómo te fue en la cena con tu jefe?"

La Fea Más Bella: Amor del BuenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora