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Las sacudidas de Claire se detuvieron cuando ella misma le dio un fuerte empujón.
No dejaba de pensar en Sebastian, en lo que había visto, en el puente, los ángeles, todo... Cuando logró armonizar los pensamientos, su cerebro reaccionó. Ya había visto a Zoe, Isis y Liana en el suelo de aquella estrecha habitación, de hecho estaban casi que amontonadas una sobre otra.
Cuando logró reaccionar se quitó a Claire de encima e intentó controlar la respiración.
—¿Volviste? —Le preguntó Claire con agitación. Robin asintió.
—¿Qué viste? —Se apresuró a preguntarle Meiling—. ¡Habla, Robin!
Robin apretó la boca y luego le sonrió a Vakandi que olfateaba sus piernas, le acarició tras las orejas esperando a poder apaciguar la avalancha de pensamientos.
El can apoyó su hocico sobre las rodillas y finalmente ella suspiró.
Se puso de pie con cuidado para no estar en aquella posición doblada bajo la litera de Zoe y organizó las ideas en su cabeza.
—Estaba con Sebastian...—comenzó.
—¡Eso ya lo sabemos! —Gritó Meiling—. ¡A mala hora se te ocurre irte de trance! ¡Dinos que viste! —Le exigió alterada. Robin alzó una ceja hacia ella con calma.