Interludio Liana

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Estaba harta de aquella habitación estrecha

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Estaba harta de aquella habitación estrecha.

Quería irse, ya.

Tenía permiso de moverse y caminar y eso estaba haciendo. Por suerte, debido a que estaba ocupando un cupo que necesitaba alguna especie de seguro internacional (que no tenía) tendría que dejar pronto el hospital. Y además, estaba levantando sospechas porque sus acompañantes eran todos de diferentes lugares.

Claire seguía manteniendo el escudo a su alrededor, así que tampoco podía salir de la habitación sin que la sintiera.

Estaba mirando por la ventana, ya de noche, con la ciudad brillante y alborotada a sus pies, cuando escuchó el sonido de su celular.

Fue la llamada más inesperada que hubiera esperado recibir, y tuvo suerte de haberse encontrado sola. No podía tener visitas luego de las seis de la tarde, así que los demás se habían ido. Pero tenían que estar cerca si el escudo seguía activo.

Se mordió el labio y las uñas. Era un código de área que nunca había visto, pero no había que ser demasiado inteligente para saber de dónde la llamaban.

La llamada no duró más de quince minutos. Entre amenazas con colgar y disculpas de por medio, al final no pudo negar la oferta de Alabaster.

Todo lo que estaba haciendo, unirse a los equipos, dar indicaciones y ubicaciones y contar los planes de Phoenix, eran únicamente para dar con el paradero de Sebastian. Su mecanismo para conseguir lo que quería implicaba mover sus fichas en el tablero de mayor conveniencia.

Lo había sido con los equipos, hasta que recibió la llamada.

Phoenix le había prometido tener a Sebastian y a grandes rasgos le explicó lo que tenía pensado hacer. Liana solo aceptó porque entre todas las cosas que le dijo, le propuso matar a Robin.

Sabía que el plan tenía fallas, porque si Robin moría la maldición caería sobre ella tarde o temprano y también vería su muerte prematura, pero, si quería sobrevivir junto a Sebastian tenía que encontrar un modo de hacerla desaparecer sin que su vida se viera comprometida, aunque le era más tentadora la idea de matarla.

Después de todo, ya lo había hecho antes.

Pero ahora debía irse con cuidado.

Tenía todas las opciones para ganar. Le dejaría el rastro a Alabaster para que la siguiera hasta Papua. Con el Dios que habitaba en esa región posiblemente podrían despertar al de las dimensiones. Ella tenía que estar presente cuando Sebastian saliera de Ramaya, y entonces Phoenix haría lo suyo junto a Pedro.

El plan no parecía tener vacíos. Era simple y práctico.

Sería la mejor compañía en el viaje por el sur hasta que se reunieran todos, entonces Phoenix tendría lo que quería, y ella también.

Comenzó a reírse sola mientras golpeaba sus labios con la esquina redondeada del celular.

Se tuvo que detener cuando la herida le dio un tirón.

Crossroads • A Través del Mundo {Libro 2}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora