Del odio al amor [DAL - DxD]

Capítulo 9

Shido dejó libre a Ellen después de haber llegado al departamento y en esos momentos, Ellen no tenía el mejor de los humores. Ella apenas y se había contenido de atravesar a Shido con su espada, pero Shido de alguna manera logró obtener su perdón cocinando algo delicioso para ella.

Ellen se había escapado a su habitación dejando a Shido lavando los platos, aunque Shido ya estaba acostumbrado a ello así que no podía quejarse. Shido pensaba en algunas cosas mientras lavaba los platos, sus pensamientos rondaban básicamente en lo que había ocurrido por la tarde, ¿Cómo lograría regresar a la academia y fingir que nada había sucedido? Realmente eso sería algo fácil de hacer para Shido, pero no podía decir lo mismo de Rias y los demás.

Soltando un suspiro terminó de lavar el último de los platos y después se quitó el delantal observando que tanto la cocina como el comedor estaban limpios. Shido sonrió para sí mismo para después regresar a su habitación pensando en alguna manera de fingir que lo que sucedió en la tarde nunca había pasado.

Antes de dormirse, Shido tuvo un escalofrío.

----------

Shido caminaba tranquilamente en dirección a la academia Kuoh, él había pensando en dejar de asistir por un tiempo, pero eso a Ellen no le agrado en lo más mínimo y básicamente lo obligo a ir con la amenaza de que si se atrevía a faltar, ella misma lo llevaría aún si necesita cortarle los pies y manos para evitar resistencia alguna.

Justo antes de cruzar la entrada de la academia, Shido fue jalado hacía un lateral bajo la mirada sorprendida y confundida de los demás estudiantes. Shido se sorprendió, pero se preparó para pelear con quien sea que lo haya jalado bruscamente, sin embargo, se sorprendió aún más al ver a una linda chica de cabello castaño y de estatura un poco más baja que la de él.

—¿Eh? —fue todo lo que pudo articular Shido mirando a la chica que mostraba una mirada que solo desprendía furia, aunque tenía sus ojos algo llorosos además de una mueca enfadada.

—¡Tú!

Shido seguía sin comprender quien era aquella chica que parecía tener deseos de darle una paliza, aunque debido a que ella llevaba puesto el uniforme femenino de la academia Kuoh se dio cuenta de que también era una estudiante.

—Parece ser una pelea de novios.

—La chica es bastante linda.

—Que envidia.

Tanto hombres como mujeres los miraban mientras se dirigían al interior del edificio, aunque los chicos eran los que demostraban más envidia y las chicas simplemente sonreían ante la que parecía ser la típica discusión de novios.

—Disculpa —Shido miró a la chica con amabilidad—. ¿Quién eres? ¿No conocemos de algún lado?

—¡¿Cómo pudiste olvidarte de mí?! —aquel grito de la chica sorprendió a Shido mientras trataba de recordar haber conocido a una chica castaña en su llegada a ese mundo, pero no pudo recordar a ninguna.

—Vaya, la chica es algo pequeña, pero peligrosa.

—Siento pena por el chico.

Shido pudo escuchar las palabras de los demás chicos y solo pudo suspirar, aquella chica estaba armando un gran lío y ni siquiera la conocía.

—Escucha —Shido elevó un poco la voz apartando las manos de la chica—. Creo que te has equivocado, nunca te he conocido.

La chica bajo sus brazos mientras enfocaba su mirada en el suelo. Shido la miró por unos momentos, pero después se movió rápidamente en dirección a la entrada de la academia donde más y más estudiantes la cruzaban.

—Maldito bastardo.

Shido pudo sentir peligro venir detrás de él y se terminó dando la vuelta solo para ver que la chica se había lanzado contra él liberando su aura, mordiendo su labio inferior Shido estaba preparado, sin embargo, antes de poder invocar algún ángel otra chica se interpuso entre ambos y abrazó a la chica sujetándola con fuerza.

La nueva chica era incluso más pequeña que la otra además de tener cabello blanco y un rostro estoico.

—Será mejor que se tranquilice, Isari-sempai.

Si Shido no se equivocaba, aquella chica peliblanca era la misma que se encontraba en el lugar donde Irina lo había llevado. Las ganas de Shido de ir a la academia disminuyeron ya que si así sería de ahora en adelante, sería realmente problemático.

—Itsuka Shido —el nombrado volteó hacía atrás para saber quien lo había llamado y se encontró con una hermosa chica pelinegra de largo cabello peinado en una cola de caballo, ojos violeta y una sonrisa—. Rias desea hablar contigo, prometemos que no te atacaremos y esperamos el mismo trató.

Aquello debía ser una escena artística. Una chica peliblanca de pequeño cuerpo que parecía estar gozando la situación levantando a otra que luchaba por liberarse y otra chica sonriendo como si todo esto no estuviera sucediendo. Los estudiantes miraban la escena confundidos y sorprendidos, Shido se dio cuenta de que estaban dando un pequeño show ahí afuera y lo mejor sería ir a un lugar más privado para hablar.

—De acuerdo —aceptó devolviendo la sonrisa—. Por favor, llévame con ella.

----------

Shido terminó siguiendo a las chicas, aunque más bien la castaña le estaba lanzando una mirada asesina mientras la peliblanca cargaba con ella. Todos ellos estaban caminando en dirección al antiguo edificio escolar donde se supone que estaría Rias, la compañera de clase de Shido que deseaba hablar con él.

—Espero y  no traten de tenderme otra trampa —advirtió Shido viendo como se alejaban del edificio escolar además de los estudiantes y docentes—. Está vez no me contendré e iré con todo.

Shido no mentía ya que se había contenido las veces anteriores, pero pensaba en usar a Gabriel y Haniel imitando a Gabriel para potenciar su poder para después usar a Metatrón que era un ángel con un gran poder de fuego igualando a Camael. En esos momentos, Shido no contaba con la paciencia necesaria para dejar pasar una nueva trampa.

—No planeamos nada —aseguro la pelinegra, pero Shido comenzaba a dudar de ello al seguir recibiendo la mirada asesina de la castaña—. Solo deseamos hablar.

Con un asentimiento, Shido decidió continuar siguiendo a las chicas esperando tener una charla pacifica con ellos y comprender quien rayos era esa chica castaña que al parecer tenía deseos de matarlo.

.

.

.

.