Fiesta +18

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Advertencia

Este capítulo contiene lenguaje vulgar y narraciones sexuales explícitas.

An Airad

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Habían pasado ya algunos días de que Mael y Caeli llegaran a Luz de Gracia, donde Ludociel los había recibido con los brazos abiertos. Bueno, sólo al albino ya que la joven súcubo no era de su agrado por las cosas obscenas que le había hecho sentir.

Luego de que Caeli se desmayara el mismo día en que llegó, ambos hermanos la atendieron de inmediato y la llevaron a una habitación para su pronta recuperación. Por fortuna la chica mejoró bastante gracias al poder y a los cuidados de ambos arcángeles en menos de lo esperado.

—Ha ganado algo de peso —dijo Ludociel, llegando con una bandeja con comida a la habitación donde se encontraba Mael con su adorada chica.

—Quizá el cambio de ambiente afectó su metabolismo. Ya sabes, ellos se alimentan de bestias que habitan en el inframundo —explicó el albino.

—Es verdad y de sólo imaginarlo se me eriza la piel —dijo el mayor con total repugnancia, pues le asqueaba que los demonios no cocinaran sus alimentos adecuadamente.

—Por fortuna no comí ese clase de cosas cuando estuve allí —agregó Mael.

—Los hubiera hecho comer mierda si te daban esas porquerías —murmuró Ludociel con enfado.

—No lo dudo —dijo el menor con una sonrisa.

—Pero ahora que estás a salvo ya no pasarás por ese tipo de cosas nunca más. No mientras tu hermano mayor esté para protegerte —afirmó de manera cálida.

—Te lo agradezco hermano. Prometo no volver a darte problemas... Aunque ahora me preocupa ella —Mael miró a Caeli, quien dormía profundamente en aquella cómoda cama.

—Estará bien —murmuró Ludociel restándole importancia y dejando la bandeja con alimentos sobre una mesita de noche que se situaba cerca de su hermano menor.

—Gracias por permitir que ella se quedara aquí.

—Bueno, agradece también a Meliodas y a Elizabeth. Ellos estuvieron aquí hace unos minutos y me pidieron que ella se quedara, supongo que sabían que yo no estaba del todo de acuerdo con su presencia —afirmó.

—Bien, entonces luego les agradeceré apropiadamente.

—Como quieras —dijo Ludociel y luego salió de la habitación sin decir nada más.

El peli negro estaba algo preocupado por la situación actual y quería evitar a toda costa el hablar de más con su hermano, pues este notaría su angustia, ya que no le había dicho que esa mañana algunos demonios habían estado merodeando por la zona y junto a ellos uno muy peligroso: Estarossa.

—Nerobasta, necesito que estés al tanto de mi hermano y esa chica —le pidió Ludociel a la mujer, quien asintió casi al instante.

—Cómo usted diga, señor Ludociel —dijo de manera suave y ligeramente emocionada por la petición que este le había hecho.

Cuando Caeli despertó horas más tarde, se encontró con Mael, quien estaba de pie frente a la ventana mirando el cielo estrellado.

—Lo siento, creo que sólo les he dado problemas —dijo la joven quien miraba la figura del albino.

—Descuida, yo haré lo que sea para que estés bien y sé que mi hermano no tendrá problemas con eso —le dijo para tranquilizarla

—Gracias Mael.

Save me MaelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora