Pagando mi error

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Narra Mael

En cuanto arribamos al lugar, encontramos un caos total. Los numerosos cadáveres de nuestros compañeros y hadas se encontraban regados por doquier, todos ellos mutilados de la peor manera posible, con sus rostros destrozados y sus entrañas expuestas saliendo de sus barrigas agujereadas. Era el peor escenario que había visto en tanto tiempo. Los hermosos árboles que adornaban el bosque floreciente ahora estaban hechos trizas mientras que en el suelo había un sinfín de profundos cráteres quizá provocados por fuertes ataques o más bien, por un feroz tornado que arrasó con todo a su paso.

—¡Mira, Mael! —dijo la peli rosa señalando en lo alto dos figuras que pude reconocer de inmediato.

—¡Ludociel! —exclamé el nombre de mi hermano mayor en un intento de que me viera, pero este ni se inmutó <<maldición, ¿por qué no hace nada?>> pensé —¡Nerobasta encárgate de sanar a los heridos y llévalos a un lugar seguro! —le ordené y ella asintió. Sabía que algo andaba mal con Ludociel, lo podía sentir. Así que pronto volé hacia donde él. Cuando estuve lo suficientemente cerca, me detuvo en cuanto habló.

—¡Huye Mael! ¡Es una trampa! ¡Ellos vinieron por ti! —exclamó sin poder moverse.

—¿Qué? —contesté confundido y pronto aquel demonio de vestimenta azul rey que lo acompañaba se dio la vuelta.

—Oh Mael, al fin has llegado. Ya ha pasado un tiempo desde la última vez que nos vimos —una sonrisa ladeada apareció en su sombrío rostro —oye, dime algo, ¿estás feliz por lo que le hiciste a Caeli? —movió su cabeza hacia un lado y cuando menos esperé ya lo tenía a unos centímetros de mí.

—Caeli… oh, con que ese era su nombre, lo había olvidado por completo… qué incompetente eres, Mael —pensé.

—¿Qué sentiste al hacerle todo eso a ella? golpearla, maltratarla y humillarla —me tomó del rostro con una de sus manos justo como yo había hecho con ella —Y por si eso no fuera poco, tuviste el puto valor de escupirle la cara —murmuró, la verdad es que podía percibir cuan enojado se encontraba, aun cuando su rostro parecía estar muy tranquilo y relajado. Yo no dije ni una sola palabra y me mantuve quieto mientras él trataba de provocarme —¿Por cuánto tiempo más planeas permanecer callado, maldito arcángel aburrido e incompetente? —dijo escupiendo mi rostro tal como yo le había hecho a ella.

—El tiempo necesario como para no caer en tu juego —espeté  de repente —sé muy bien lo que le hiciste a mi hermano, tiene algo que ver con tu mandamiento y no voy a ceder ante tu absurda palabrería ofensiva —murmuré mientras lo miraba a los ojos, unos tan oscuros justo como los de esa hermosa chica, los cuales me hicieron perderme en ellos por un instante.

—¿Qué tanto me ves, arcángel de mierda? ¿Acaso te parezco atractivo? —rio el mandamiento revolviendo su cabello de una manera… ¿provocativa? —aunque viéndolo bien, tú tampoco estás tan mal, nuestro color de cabello es casi igual y nuestros ojos tienen la misma forma… ahora entiendo por qué Caeli se enamoró de ti —murmuró mientras pasaba su húmeda lengua sobre una de mis mejillas, lo que provocó en mí un terrible escalofrío y repulsión.

—¡Mael, idiota! ¿Qué es lo que esperas? ¡Vete de una buena vez! —exclamó impaciente Ludociel aun sin poder moverse, mirando lo que ese demonio me hacía.

—Oh vamos, Estarossa. Deja de jugar con ese infeliz y date prisa —replicó Zeldris, el hijo menor del Rey Demonio, acercándose a nosotros con los brazos cruzados.

—Oye, Zel no seas aguafiestas. Ya te divertiste destruyendo el lugar con tu Ominous Nebula, así que déjame divertirme con este hijo de perra —aseguró sin quitarme la vista de encima —quizá antes de asesinarte haga algo más contigo —me susurró al oído de repente, mientras su aliento chocaba contra la piel de mi cuello, la cual se erizó al tenerle así de cerca.

Save me MaelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora