Momentos +18

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Narra Estarossa

Después de salir satisfecho de la habitación de Caeli, me reuní con Grayroad y Fraudrin. Estos sabían perfectamente lo que había hecho allí adentro, más no dijeron ni una sola palabra al respecto.

De alguna forma, mientras iba caminando, llegaron sentimientos extraños a mí. Sí, comenzaba a sentirme mal por lo que había hecho y eso me resultaba bastante incómodo. No quería lidiar con esa clase de cosas, así que supuse que sería buena idea contárselo a Zeldris.

Grayroad y Fraudrin me escoltaron hasta llegar con mi hermano menor, quien me esperaba con los brazos cruzados. Una vez llegado a él, mis acompañantes se marcharon cuchicheando entre ellos.
Probablemente hablaban sobre lo que había hecho con mi pequeña Caeli y eso aumentaba mi malestar.

—¿Por qué tardaste tanto? —me cuestionó el bajito algo irritado.

—Caeli se puso agresiva —toqué una de mis mejillas al instante, pues esta tenía un visible rasguño que ardía como los mil infiernos.

—No me sorprende eso. Te lo tienes bien merecido —dijo mi hermano al ver mi herida.

—Soy una mierda, Zel —espeté desanimado.

—¿Hasta ahora te percatas de ello? —alzó una ceja, incrédulo.

—No, desde siempre lo he pensado —aseguré avergonzado, mientras agachaba la mirada.

—Ve al grano —me dijo enseguida.

—Debería sentirme feliz por todo lo que he conseguido. Logré capturar y encerrar a Mael, incluso alejé a mi pequeña de él... Pero no me siento bien al respecto —afirmé con amargura.

—Y jamás te sentirás bien si sigues  haciendo lo que te venga en gana con ella. Hermano, deberías aceptar que esa chica no es para ti. Caeli merece a alguien que no la hiera a cada instante... Alguien que la deje ser libre —cada una de las palabras de Zel eran como puñaladas directas a mis siete corazones.

—Eres cruel con lo que dices, pero debo admitir que tienes razón. Para ser un crío enano, eres muy maduro —le dije, llevando mi mano a su cabeza.

—Y tú eres todo lo contrario —puso los ojos en blanco en cuanto sintió mi mano encima de él.

—Venga, ya no me lastimes. No puedo creer que mi hermanito me hable de esa forma —chillé.

—Sólo soy sincero, Estarossa —suspiró.

—Lo sé y lo agradezco demasiado. Creo que tendré que hacer las cosas de manera diferente —murmuré con desgano.

—Tómalo como tu objetivo principal —me dijo.

—Sí, así será.

Retiré mi mano de él y me puse a pensar sobre todas las cosas que debía cambiar en mi vida. Era algo nuevo en mí. Jamás me imaginé verme tan afectado por algo que disfrutaba hacer y lo peor de todo, ¡en tan poco tiempo!

—Oye, tengo una pregunta —la voz de mi hermano se tornó seria y me sacó de mis pensamientos —¿Qué planes tienes para el arcángel? —me preguntó.

—Realmente no he pensado algo en concreto... Pero creo que quizá deba matarlo —respondí a secas.

—Bien. Haz lo que creas conveniente, después de todo siempre ha sido nuestro enemigo —dijo mi hermano antes de seguir su camino.

Narra Cusack

Continué haciéndolo mío por largo rato, disfrutando cada detalle de él; desde su tersa piel hasta los sonidos placenteros que emitía cada que me movía dentro de él. Mael ya tenía las nalgas enrojecidas por los golpeteos feroces de mis embestidas y se encontraba sin aliento debajo de mí, mordiendo una de las toallas que había llevado para él.

Save me MaelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora