Amante de ocasión

343 23 64
                                    

Narra Caeli

Estoy segura de que me vio. Demasiado segura. Me dio un vuelco al corazón en cuanto vi su pequeña figura inerte frente a la puerta y aunque fue sólo una milésima de segundo, en verdad me asusté bastante...

Me encontraba recostada en la enorme y suave cama de Cusack, mientras esperaba a que él se desocupara y Zeldris se marchara. Estaba pensando en tantas cosas en ese momento, que no me percaté de que la puerta se había abierto de golpe. Y antes de que yo pudiera esconderme debajo de la cama, alcancé a ver una pequeña silueta inerte en la entrada.

<<He sido descubierta >> pensé asustada con el ritmo cardíaco acelerado, mientras mis manos cubrían mi boca, intentando silenciar cualquier sonido que intentase salir de mí.

Solo era cuestión de segundos para que Zeldris encarara a Cusack, tal como lo había hecho con 'Rossa justo como aquel día en que él sin querer reveló algo que yo no debía saber nunca.

—¡Cusack! ¿Qué significa esto? —lo escuché decir muy molesto.

<<¡En la torre, si me vio! >> pensé alarmada, con el cuerpo todo tembloroso.

—¿Qué sucede, joven príncipe? —escuché decir al segador dormilón, igual de nervioso que yo.

—¿Cómo pudiste? —exclamó Zeldris.

—¿Cómo pude qué? —preguntó tontamente.

—¡Eres un completo idiota, Cusack! —espetó —¿Cómo es posible que pudieras combinar sábanas a rayas y cubre almohadas con puntos? —vociferó molesto.

—¿Qué? —dijo el mayor algo confundido.

—Lo que oíste, ¿cómo te atreviste a hacer semejante barbarie? —alegó.

—Pero joven príncipe, siempre hay que probar cosas nuevas y atreverse a utilizar looks diferentes —contestó el mayor tratando de sonar relajado ante aquel inesperado reclamo.

—Tienes un pésimo sentido de la moda, Cusack —recalcó el chico.

—Lo dice también por mi bigote, ¿cierto? —bromeó.

—Por eso y muchas cosas más —suspiró —Bueno, como sea. ¿Ya está mi cena? —cambió de tema de inmediato.

—Por supuesto, sólo deme un segundo —dijo y luego de eso escuché que ambos salieron de la habitación, pues se escuchó un fuerte portazo.

En cuanto me di cuenta de que el peligro había pasado, pude respirar relajada nuevamente y sólo así me decidí a salir de mi escondite.

Comencé a recorrer la recámara de Cusack, mientras veía sus pertenencias sin tocarlas. Él tenía extraños objetos brillantes que probablemente habían sido elaborados por manos humanas. Suponía que eran de allá pues aquí en el purgatorio no había nada parecido a eso y tampoco habría imaginado que a él le interesara coleccionar ese tipo de cosas, especialmente las de una raza inferior a la nuestra.

Cusack era un hombre interesante, más de lo que había imaginado al principio. La verdad es que estaba considerando que podía intentar algo con él, después de todo, él era demasiado diferente de Estarossa y mucho mejor que Mael. Y en realidad así era. Cusack siempre me había demostrado lo mucho que me quería y nunca me había hecho a un lado como 'Rossa, ni me había herido el corazón como Mael.

De solo pensar en todo eso, pronto una extraña sensación se apoderó de mi estómago, era como un malestar agradable de esos que solo duraban unos cortos segundos, ¿acaso era eso a lo que llamaban mariposas en el estómago? Era lo más probable.

Save me MaelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora