Verdad en tus mentiras

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Después de que 'Rossa me golpeara, lo abandoné dejándolo con una triste expresión de sufrimiento en su rostro, el sentimiento de culpa y el arrepentimiento se habían apoderado de su inestable mente. Pues si bien, Estarossa se caracterizaba por ser alguien de naturaleza difícil y arbitraria, en muchas ocasiones era todo lo contrario, de tal manera que se mostraba franco y sincero, pero ese día incluso yo me había sorprendido de mí misma, ¿por qué había sido tan impulsiva? ¿por qué el verlo convertido en Mael me había incitado a besarle? ¿eso era lo que realmente yo quería hacer? ¿quería besar a ese arcángel? No sabía con exactitud lo que realmente sentía. Estaba tan confundida, aunque sabía que tenía un inmenso deseo de verle de nuevo. Quería hablar con él, ver su fornida figura masculina y deleitarme con cada detalle de su cuerpo, desde su físico hasta su pulcra vestimenta, que se caracterizaba por botas metálicas, un pantalón oscuro, una túnica que envolvía su cintura, una armadura que cubría su torso que y dejaba ver solo sus musculosos brazos. Oh sí, tal parecía que me estaba enamorando de Mael.

En cuanto hube llegado a mi habitación, me dejé caer a la cama, esta se sentía suave y acogedora, cuando menos esperé me quedé dormida, con mil y una ideas en la cabeza.

En mis sueños estaba mi padre de espaldas, su gabardina azul se ondeaba con la fuerte brisa de aquel lugar solitario. Caminé hacia él con paso veloz, pues quería disculparme por lo que había hecho, ¿disculparme? Si yo solo lo había besado y él en cambio, me había abofeteado, bueno besarle de esa manera no era bien visto por él, pues quería respetar nuestro falso parentesco.

Quizá solo debía marcar mi límite con él y ya. Así que en cuanto mi mano tocó su amplia espalda, su cabello comenzó a crecer inesperadamente y sus ropas oscuras cambiaron a unas de una tonalidad clara y pulcra y dos hermosos pares de alas aparecieron enseguida. ¿Qué demonios había sido eso? ¿Por qué mi padre se había transformado en ese arcángel? Caí de espaldas ante la impresión y desperté con la respiración agitada y con una leve sudoración en el cuerpo. Me levanté enseguida y me dirigí al baño para tomar una larga ducha. Cerré los ojos para relajarme con el chorro de agua fría y pronto escuché la puerta de mi habitación abrirse. Por el gran silencio que reinaba en el lugar, podía asegurar que se trataba de mi padre. Ya era de noche, así que quizá me traía la cena. Daba lo mismo, de todos modos, planeaba huir después de que se marchara.

Pasados unos minutos escuché de nuevo la puerta cerrarse, al fin se había ido y eso me tranquilizaba. Sin él cerca de mí, podría ir a donde yo quisiera. Salí de la ducha y me encaminé a mi cama, en donde tenía mi cambio de ropa: una falda, mi blusa de manga larga ombliguera, mis medias y mis botas. Me cambié rápidamente y luego salí volando por la ventana. Las noches eran de lo mejor para salir a despejar mi mente y estar a solas conmigo misma. Volé por varios minutos sin rumbo fijo.

Narra Mael

Esa noche mi hermano me había citado inesperadamente, yo estaba a punto de dormir cuando escuché que llamaban a la puerta de mi hogar. De un salto me levanté de mi amplia cama y enseguida abrí la puerta. Nerobasta me miró con notable preocupación y agachó la mirada.

—Mael, estoy segura de que el señor Ludociel ha estado preocupado por ti —dijo con timidez mientras volábamos rumbo a la base de Stigma.

—Es normal que lo esté, últimamente me he enfrentado a muchos demonios —sonreí para que la pobre chica se tranquilizara un poco, pues se notaba que también se veía afectada por ello.

—Lo sé, has derrotado a tantos, que incluso te has vuelto más fuerte que él —dijo y el semblante de Nerobasta cambió, mostrándome ahora una amplia sonrisa, yo solo hice lo mismo y en menos de lo que esperé ya habíamos llegado. Me despedí de ella y rápidamente me encaminé hacia la puerta de su recámara.

Save me MaelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora