29._ Dopamina

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La noticia de que el heredero de Demon Enterprises, quizás la compañía más lucrativa y bien posicionada de Europa y Asia, estaba comprometido oficialmente se propagó con una virulencia tal que solo podía ser comparada con la mecha corta en una bomba.

Sin embargo, no fue hasta varias horas después que la conmoción arropó al grupo de amigos del principal implicado en el hecho, comenzando por los que se encontraban en el mismo país.

El miércoles por la mañana fue caótico para el rubio. Las notificaciones le llovían, socios felicitándolo, correos de cadenas televisivas y periódicos solicitando entrevistas, cientos de mensajes de sus conocidos e incluso de un par de ex novias "dolidas"; pero nada de su grupo de amigos más íntimo.

Totalmente irritado, Meliodas llegó a su oficina, donde Chandler se pegó tras él como una lapa, exponiéndole sus diversas objeciones y torturándolos con sus comentarios, y fue cuestión de escasos minutos que el peliverde colmara su paciencia.

—¡Chandler! –exclamó para silenciar al mayor- ¿Podrías por favor, por lo que más quieras, dejar tus sermones para después? Te juro que los escucharé atentamente y en versión extendida en otro momento, pero por ahora necesito ayuda –suplicó mostrándole al mayor la expresión torturada en su rostro.

-Erm, sí, lo que pida señorito Meliodas –respondió solicito el mayor de dientes afilados- ¿En qué puedo serle útil?

-Necesito que... -paró un instante para poder organizar sus ideas- Contactes al personal de seguridad, voy a requerir un equipo conmigo y uno con Lizzette, veinticuatro siete. También quiero que filtres todo el contenido de mi correo, no voy a dar declaraciones personales a la prensa –dictaminó con el ceño fruncido- No acepto citas sociales, solo reuniones de negocios.

-Sí, amo Meliodas –aceptó en modo sumiso.

Chandler se retiró de la oficina principal, dejando al atormentado rubio solo, quien quería desesperadamente apagar todos sus dispositivos electrónicos y mudarse a una isla desierta de manera ipso facta*.

Mientras Meliodas tenía un enorme problema entre manos, el resto de la familia Demon desayunaba en un tenso silencio. Mirana y Zeldris permanecían concentrados en sus alimentos, moviendo los cubiertos con fríos modales, ambos con la mente ocupada en la terrible noticia diurna, un total sinsentido para las personas más allegadas a Meliodas y su relación.

Por otro lado, Damián no parecía comprender el lúgubre estado de ánimo en la mesa, en especial viniendo de una persona tan vivaz como la albina, para él ese era un magnifico día, tenía el sentimiento de plenitud típico de quien ve sus objetivos cumplirse, lo que él ignoraba era el verdadero costo de sus acciones.

Al terminar sus alimentos, los presentes fueron a sus habitaciones, recogieron lo que necesitaban y se reunieron en la entrada.

-¿Piensas salir? –inquirió Damián.

-Sí, Meliodas me pidió que supervisara unas reparaciones por él y no tengo llaves –respondió la ojiazul.

Zeldris frunció el ceño al detectar la mentira, después de todo, él mismo le contó a la albina sobre la discusión con su hermano menor en un vano intento porque ella revelara lo ocurrido entre ambos, pero su plan falló estrepitosamente.

Los adultos y el joven viajaron por separado a la compañía. En la limusina donde viajaban los mayores, el silencio era absoluto; la peliblanca miraba el paisaje exterior con el anhelo de un ave enjaulada y el azabache luchaba por entender la extraña actitud de su pareja.

-Qué raro que necesites pedirle llaves a Meliodas, creí que tenías una copia –comentó el ojiverde tratando de alivianar el ambiente.

-Hace unas semanas hubo una falla de seguridad en el complejo y Mel mandó a sustituir las cerraduras –mintió sin apartar la vista de la ventana- Y anoche me pidió que supervisara el cambio de sus puertas del balcón por unas de mejor seguridad –explicó.

Decadence ♥Melizabeth♥Donde viven las historias. Descúbrelo ahora