20._ Amarillo

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Voces desconocidas se escuchaban alrededor, diciéndole cosas que no alcanzaba a comprender. De pronto, un peso cálido es depositado en sus brazos y la oscuridad desaparece, los colores y formas se hacen nítidos. Dos mujeres le hablan, pero su ojos solo pueden enfocarse en aquella "cosa" que fue puesta en sus brazos.

Unos diminutos orbes azules le devolvieron la mirada. Un bebé recién nacido buscaba acomodarse entre sus brazos, removiéndose entre las mantas blancas en las que fue abrigado, aunque lo único que logró el infante fue que el gorro que cubría su cabecita se le cayera, revelando unos escasos y suaves mechones blancuzcos.

Con experticia acomodó sus brazos de manera correcta para acunar al bebé, logrando que este se tranquilizara. Miraba con adoración al pequeño ser, detallando la pequeña nariz que poseía una forma que a ella le resultaba extremadamente familiar, las mejillas rosáceas, la diminuta y definida boca, las finas hebras blancas de su cabello, las tupidas pestañas y cejas tan blancas como la nieve.

-¿Rowan? –susurró al infante como si este le entendiera.

Pero el bebé permaneció mirándola sin inmutarse ante el llamado. Con delicadeza acarició la mejilla regordeta y el infante se inclinó contra su mano.

-Les daremos un poco de privacidad, señora Mirana –dijo una voz femenina.

La albina levantó la cabeza y observó a la persona que le habló, era una muchacha vestida de enfermera y por primera vez reparó en su entorno con detalle. Se encontraba en una habitación de hospital, recostada en una cama clínica mientras arrullaba al bebé en sus brazos, vestida con la típica bata quirúrgica. Las dos mujeres cuyas voces escuchó aisladamente minutos antes, se retiraron, dejándola sola con el bebé.

-¿Por qué? –se preguntó a sí misma.

De repente todo el entorno cambió y se volvió oscuro, pero de la absoluta negrura emergió una nueva imagen, de un pasado distante, con la única diferencia de que ahora la miraba como espectadora.

Una pequeña niña peliblanca de abundante cabellera y grandes ojos azules miraba con tristeza a la mujer frente a ella. El porte de la adulta era intimidante, su presencia desprendía la sensación de poder y dominancia. Melena rubia platino, pulcramente recogida en un severo rodete, enfundada en un traje sastre de falda tubo color escarlata que combinaba con sus labios y unos glaciares ojos grises resaltados por maquillaje ahumado en tonos oscuros.

-¿Hasta cuándo tendré que lidiar contigo, Mirana? –reprochó la adulta a la niña.

-Yo...Yoo... -susurró la pequeña con las lágrimas cristalizando sus ojos.

-¡Te comportas como una consentida! Mira que salir corriendo así por el juzgado. ¡Te buscamos durante horas! –gritó la rubia- Preocupar así a tu padre... ¡Es inaceptable!

-¡Robert, no es mi padre! –exclamó la pequeña con toda la valentía de su cuerpo, empuñando fuertemente sus manos a cada lado del cuerpo en un vano intento por evitar que el coraje escapara de ella.

-¡Ingrata! –exclamó la mujer de rojo- ¡Robert es tu padre!

-¡NO! –gritó- ¡Mi papá es Alexandré Du...! –pero la niña no pudo terminar su oración, ya que la adulta le había volteado el rostro de una bofetada.

La pequeña posó su mano derecha sobre la mejilla lastimada, palpando con sus fríos dedos como el área pasaba a tener una temperatura mayor a la del resto de su cara.

-¡Eso se acabó! –gritó la adulta- Hoy realizamos los trámites legales, eres hija de Robert ahora. ¡Eres Mirana D'Crims! –vociferó con una sonrisa orgullosa.

Decadence ♥Melizabeth♥Donde viven las historias. Descúbrelo ahora