ADVERTENCIA:
Recomiendo leer con pañuelos, helado y en un espacio apartado. Porque esto está para reír y llorar. Guerra avisada no mata soldado, pastelillos.
Dedicado a la fiel y amorosa Lopito_Copito
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Después de las últimas palabras que Mirana dirigió a su ex pareja, esta no volvió ni a cruzarse en su camino, afortunadamente la mansión Demon era lo suficientemente grande para este fin. La albina tomó sus tres comidas del domingo en su habitación, pero de igual manera realizó sus tareas diarias de manera impecable; Zeldris al ver el gesto abatido del empresario intuyó que algo había sucedido, algo grave, pero no se atrevió a preguntarle a su progenitor por su estado anímico.
El lunes auguraba ser un día implicado para los habitantes de la casona Demon, pero ni sus empleados o propietarios se podrían imaginar que tanto.
Antes del despunte del alba ya había movimiento en la enorme edificación. Una dama silente como ratón concluía la extenuante labor de empacar todas sus posesiones, Mirana pasó toda la madrugada sin dormir, con su corazón y mente inquietos por los posibles eventos de su futuro inmediato, estaba aterrada, confrontar el pasado era su mayor temor; pero estaba determinada a hacer lo que fuera necesario para proteger a Meliodas y Zeldris.
Cuando las dudas y temores estuvieron a punto de someter a la ojiazul, ella decidió buscar la serenidad en su mejor amiga. Caminando sobre la punta de sus pies descalzos, Mirana abandonó la habitación que le pertenecía y descendió las escaleras. Pasos vacilantes la condujeron hasta un pequeño salón de descanso de la planta baja con vista al enorme patio.
Mirana pasó de largo los bonitos muebles, mesas y estanterías, parando frente a una elaborada estructura de madera con diversos y simbólicos objetos en ella. Siguiendo la tradición japonesa, la albina tomó asiento en los almohadones color ciruela que reposaban en el suelo frente al altar. Observando con infinito cariño la fotografía de la rubia y sonriente Elise, tomó uno de los inciensos que había en una vasija, con la otra mano tomó un encendedor y con la llama de este prendió una pequeña vela, segundos después de que la flama permaneció danzando ante la atenta mirada de la albina, esta le acercó la varilla de incienso.
El delgado palillo que desprendía aromático humo fue usado por unos instantes como una especie de varita mágica, creando intrincados diseños con la estela blancuzca que desprendía, hasta que la dama que lo sostenía decidió ponerlo sobre la base correspondiente. Un suave golpe con el cilindro metálico al cuenco del mismo material, el armonioso sonido de campana reverberando por la habitación, una palmada y silencio. Por los siguientes cinco minutos Mirana permaneció con la cabeza levemente inclinada y con la palma de las manos juntas, elevando una plegaria por el alma de su amiga.
-Ayúdame, Elise -suplicó con la voz rota- Solo tu entiendes lo duro que me resultan las pruebas venideras, acompáñame, dame de tu valor. Tú que me conoces incluso más que mi hermano, a quien he rogado en mis momentos de aflicción -susurró llena de pena mientras sentía los ojos arder por las incipientes lagrimas que amenazaban con abandonar sus cerrados ojos- Quiero hacerlo, no solo por ti, no es por nuestra promesa. Deseo ayudar a Meliodas y Zeldris porque los amo. Quisiera también rescatar a Damián de su oscuridad, pero yo no soy tú, no podría hacerlo de la manera en que tú lo hiciste, temo no poder salvar su corazón ni su relación con los chicos -respiró profundamente- Te lo suplico, por favor.
Luego de vocalizar su temor y que las amargas lágrimas se deslizaran por la blanquecina piel, extrañamente, Mirana se sintió ligera como pluma, con una inusual sensación de seguridad que hacía años que no sentía. Inevitablemente la mujer evocó aquella época en la que solia vivir sobre patines de hielo, la sensación de libertad y fluidez que tenía cuando rápidamente las navajas se deslizaban en la fría superficie, la impresión de abandonar toda carga en cuanto entraba al hielo y se mostraba tal cual es.
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Decadence ♥Melizabeth♥
FanfictionElla no creía en el amor, era partidaria del placer que el sexo le podía brindar, no necesitaba un novio en aquel mundo lleno de máscaras de la alta sociedad. Elizabeth Goddess Liones ama salir a bailar con sus amigas, es creativa con los disfraces...