36._ Teeth (Adelanto)

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Damián's POV

En el pasado fui muy afortunado en el amor, encontré a la mujer perfecta para mí, y tuve dos maravillosos hijos con ella. Mi familia era mi orgullo y sustento, por ellos me levantaba cada día con la certeza de poner el mundo a sus pies, no había algo que no haría por Meliodas, Zeldris y Elise.

Tenía treinta y ocho cuando el mundo decidió darme mi primera lección de modestia, demostrándome que a pesar de que todo mi gran capital, había cosas que no podría derrotar.

Elise fue diagnosticada con un tipo de tumor cerebral agresivo e inoperable, la esperanza de vida que le dieron fue muy corta, apenas un año más.

Lo intentamos todo porque mi esposa estaba decidida a aferrarse a la vida para criar juntos a nuestros hijos. Los tratamientos hicieron más mal que bien. La vi adelgazar a niveles insanos, perder su dorada cabellera y energías, marchitándose como una flor. Mi Elise apenas era un fantasma de sí misma luego de ocho meses de agresivas terapias.

Hasta que Mirana intervino.

La ojiazul nos convenció de que era mejor disfrutar lo que nos quedaba juntos como familia a continuar desperdiciando el tiempo en viajes alrededor del mundo para visitar a cada especialista temerario que literalmente solo experimentaba con la exigua salud de mi esposa.

Incluso se ofreció a pausar sus estudios para cuidar personalmente a Elise las veinticuatro horas; pero Elise, como digna cónyuge mía que era, no lo permitió. Entre ambas establecieron todo un régimen de estrictos horarios para compaginar la atención de mi rubia y los estudios de la albina, además de darle a Meliodas y Zeldris toda la atención que necesitaban. La mansión funcionaba como un reloj suizo por aquel entonces, aun cuando Mirana estaba en clases. Y al regresar, la albina de ojos azules se empeñaba en cuidar por sí misma de Lise y los niños.

Siempre supe que si la vida de Elise duró un poco más, fue gracias a Mirana y su manía por encargarse de todo ella misma.

No obstante, nunca dejamos de buscar la opción más viable para salvarla. Solo cambiamos de estrategia. Evitando probar cada tratamiento pseudo milagroso a ciegas. Tanto Mirana como yo pasábamos largas horas de la noche al teléfono asesorándonos con los mejores especialistas, pero al final tuvimos que darnos por vencidos.

Le di a Lise la mejor calidad de vida posible, sus comidas eran planificadas por un nutricionista bastante reconocido en Japón y cada una de ellas cocinada por un chef profesional especializado en dietética, se instaló un elevador en la mansión para que no tuviera que agotarse subiendo y bajando escaleras, dispuse asistentes a su servicio las veinticuatro horas para que la ayudaran con lo que quisiera hacer e incontables medidas más, prácticamente la rodeé de algodones, y aún en mi fuero interno dudo de si fue lo correcto o no.

Pero siempre Mirana estuvo presente para impulsarnos más allá. Convencía a Elise de pasear por el jardín todas las tardes, le proporcionaba pequeñas meriendas al día cuando mi amada estaba inapetente, evitaba que se distanciara de nuestros hijos, la animaba y acompañaba a cada instante que podía. Infundiéndole su vitalidad excesiva a mi esposa.

Solo esa albina fue capaz de poner color a la gris tragedia.

Salvo que, inevitablemente el gris nos arropó.

Yo tenía 40 cuando finalmente mi amada falleció, y estoy seguro de que pudo morir en paz, su expresión tranquila en la urna me lo dijo. Elise tuvo el tiempo suficiente para arreglar sus asuntos y confiar las responsabilidades más grandes de su vida a alguien perfectamente capaz. Pero yo no me sentía de esa manera cuando la perdí.

No estaba preparado para vivir sin ella, mucho menos para criar a nuestros hijos sin su guía ¡Gracias a Dios que mi Elise siempre fue una mujer precavida!

Decadence ♥Melizabeth♥Donde viven las historias. Descúbrelo ahora