𝐑𝐨𝐣𝐨.
La niña estaba gateando por el suelo de la pequeña casa, arrastrando sus pies pequeños y tocando cualquier cosa con sus manos. Sus extremidades se enredaron y cayó hacia adelante en el suelo duro, golpeando su infanta boca y logrando que sangre se escurriera por sus labios.
Una mujer se acercó, moviendo su cabellera rubio cenizo, ella se agachó para recoger a la niña llorosa y sollozante con sus brazos, la levantó a la altura de sus ojos claros y tomó las mejillas del bebé en una de sus manos.
"Esto no está bien, se echará a perder" Dijo mirando más cerca cómo la herida se regeneraba, lenta y cauta. Ella dejó a la niña en un mueble cercano, sin importarle las lágrimas que manchaban el rosto de la niña, ignorando sus sollozos de dolor.
Recogió un hisopo que guardaba en el botiquín del laboratorio en el que trabajaba a mitad de tiempo y cogió una funda hermética. Pasó el hisopo por los labios de la niña para limpiar la sangre y lo resguardó en una nevera pequeña con todas las medidas necesarias para el transporte de muestras de microbiología. Se alejó del lugar con paso ligero, dejando a la pequeña niña pelinegra sola en el mueble, con el rostro rojo y los ojos verdes azulados acuosos.
La niña tenía un año, su madre la tenía encima de un cojín y le inyectó una jeringa en el bíceps pequeño. Como era de esperar, la pequeña bebé se echó a llorar y se removió, balbuceando y sollozando. Lutessa hizo una mueca y golpeó la palma de mano contra la barriga descubierta y suave de la niña.
"Deja de llorar, pequeña escoria" Se quejó, caminando hacia un costado de la habitación y tomando un par de cosas que guardaba allí. Eran cuatro correas y un pañal de tela, también tenía un látigo negro atado a su cintura. Metió la tela en la boca de la niña, verificando que aun pueda respirar. No le serviría muerta.
Tomó las cuerdas y ató los brazos y las piernas de la niña de cabello negro. Ella siguió inyectando la forma modificada del ADN de magos con ligeras modificaciones. Con suerte, eso neutralizaría levemente la naturaleza poderosa de la niña. La niña era un monstruo.
Ella tenía dos años, y había aprendido a guardar silencio y no pedir nada. Si no, Lutessa se enojaría. Y ella no quería que su mamá se enojara. También tenía una hermana mayor, pero dejó de verla de pronto, y su mamá pasaba mucho más tiempo en los laboratorios con ella. Lutessa parecía más conflictiva desde que dejó de ver a su otra hija. Y nunca se alejaba, también le dijo que ella ya no existía, y que todo está mal. Muy mal. No sabía a qué se refería. Había aprendido que cada día estaría mucho tiempo atada a una camilla. Su mamá dijo que era un virus, ella no la entendía, pero era su mamá y ella sabía lo que hacía.
Cuando tenía tres años, ya sabía hablar, pero su mamá no la dejaba. Le decía que se mantuviera quieta y no se moviera. Le decía que todo era para mejor, que todo era para salvar a las personas. Descubrió que las agujas pinchaban siempre que hubiera una extraña piedra blanca cerca de ella. O raras luces rojas. Los pinchazos dolían, pero ella tenía prohibido llorar.
A los cuatro años, su mamá le hacía dolor mucho los brazos, los cuales estaban marcados por moretones y cardenales gigantes. Sus piernas también estaban cubiertas de negro, morado y verde. Ella estaba muy delgada, había veces que mamá no le daba comida y pasaba viéndola a través de un vidrio y anotando muchas cosas en una libreta. Cumplió cinco años, y nunca había estado fuera de aquel cuarto blanco donde su mamá la tenía confinada.
Su mamá le pagaba muchos cables y le inyectaba muchas cosas, a ella le dolían. Ardían y quería llorar. Pero estaba prohibido llorar cuando su mamá estaba al frente. Su mamá la golpeaba. Cinco años y cinco meses con una semana, esa era su edad cuando cayó en coma porque su cuerpo debía acostumbrarse a todo lo que mamá le hizo. Despertó cuatro meses después y su mamá parecía enojada, muy enojada y asustada. Ella se disculpó con Lutessa, aunque no sabía por qué. Ese día, notó que su piel era muy blanca y que el mundo no era tan lento y difuso como creía. Tenía casi siete años cuando un hombre elegante la rescató.
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Auroras y Ocasos [Supercorp].
Fanfic𝔸𝕦𝕣𝕠𝕣𝕒𝕤 𝕪 𝕆𝕔𝕒𝕤𝕠𝕤 [𝕊𝕦𝕡𝕖𝕣𝕔𝕠𝕣𝕡]. En pausa. Kara Danvers llevaba un año usando el traje de Supergirl, y tres años siendo madre. Ejercía en CatCo cómo asistente de Cat Grant y se sentía feliz. Ella estaba bien, pensaba que podía...