𝑶𝒊𝒅í𝒑𝒐𝒖𝒔.
Ardor, eso era lo único en lo que Lena podía pensar. El costado de su cuello ardía como si su piel se estuviera derritiendo poco a poco ahí mismo. Había un pitido especialmente agudo y molesto que aguijoneaba sus oídos. Y no podía abrir los ojos, porque todo lo que veía parecía agitarse y cambiar sin razón.
Cerró los ojos con la esperanza de que el inminente mareo que la alcanzaba se detuviera, se acuclilló en el piso sucio y protegió su cabeza con sus brazos. Ella no sabía dónde estaba, no entendía que le estaba pasando. Lu último que recuerda vívidamente era la pelea que hubo con esos hombres en la mañana, también recuerda que ella y Jack habían escapado con el sonido de la alarma de los coches policiales. De allí en más todo era una neblina de desorientación.
Sus alas se cerraron a su alrededor como un capullo, encerrándola en la oscuridad y alejándola del exterior, así su mente se convirtió en caos.
Una dulce y brillante sonrisa llena de dorado cálido, dos pares de ojos azules mirándola con curiosidad. El sonido de una risa infantil y un pequeño cuerpo removiéndose con diversión entre sus brazos, los ojos grandes castaños de Ruby bañados en risa.
La voz de Kara sonando a través del auricular de su celular, sonando sorprendida y nerviosa, preguntando sobre el número en su móvil y su mágica aparición de la cual no tenía idea. Sentía su propia risa burbujeando en su garganta, con diversión al responderle sobre cómo llegó allí. Hubo lindos balbuceos y pudo imaginarse las mejillas rojas de la rubia, sus labios alzados en una sonrisa brillante. Entonces el recuerdo se volvió borroso y fue suplantado por otro.
Revivió el chillido del ruido golpeando sus oídos con intensidad, las llamas del fuego tan cerca de su cuerpo que podía sentir que se quemaba. Sus compañeras gritaban y corrían, el sonido aullante de la alarma de incendios tronando en su cabeza, rebotando con dolorosa claridad.
La oscuridad cayendo sobre ella mientras el sonido de pasos se alejaba de ella, brazos cargándola y un pecho contra el que se acurrucó inconscientemente. Había un cielo rojo espolvoreado de blanco armiño y negro azabache, sentía la tierra arañando sus brazos desnudos, hacía frío y podía saborear el humo y las cenizas, saliva espesa acumulada en su boca. Lena se removió, mordiéndose el interior de la mejilla para evitar gritar, su cuello empezó a punzar y arder, su ojo derecho comenzó a abrirse y cerrarse reiteradamente, de su nariz se derramó sangre y sus manos se apretaron en su cabello.
Escuchó una voz... Susurrando dentro de su cabeza, riéndose...
Hubo un pitido y sus ojos se llenaron de venas rojas, los filos de sus alas comenzaron a irradiar nuevamente el brillo plateado y su cuello dejó de doler, en su cabeza hubo silencio plano mientras se levantaba y dejaba salir una risa irónica. Limpió la sangre de su nariz y labios con el dorso de su mano y miró con desdén la mancha roja que quedó allí, con una mueca en sus labios y sacudiendo su ropa, Lena volvió a elevarse por los aires.
Ven a mí, pequeña escoria... Sí lo recuerdas, ¿no?
Las alas de Lena brillaron y aletearon, cogiendo rumbo hacia Metrópolis, tomándose su tiempo, evadiendo el mundo y sobrevolando junto a las nubes. Aquellas personas que disfrutaban de un mundo tan contaminado y mundano no merecían su atención.
Bienvenida a Oidípous, Lena Luthor.
Lena fue testigo de cómo sus ojos parpadeaban en rojo, imágenes de sus amigos, todos gritando y luchando contra ella, sus nudillos rojos y con sangre goteando. Su piel intacta. El filo de sus alas cortando los brazos de Jack. El rostro de Sam manchado de lágrimas y sangre.
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Auroras y Ocasos [Supercorp].
Fanfiction𝔸𝕦𝕣𝕠𝕣𝕒𝕤 𝕪 𝕆𝕔𝕒𝕤𝕠𝕤 [𝕊𝕦𝕡𝕖𝕣𝕔𝕠𝕣𝕡]. En pausa. Kara Danvers llevaba un año usando el traje de Supergirl, y tres años siendo madre. Ejercía en CatCo cómo asistente de Cat Grant y se sentía feliz. Ella estaba bien, pensaba que podía...