[Diecisiete].

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𝑱𝒂𝒄𝒌.

Por primero vez en mucho tiempo Jack Spheer sentía la impetuosa sensación de querer destruir todo en su camino bajo la influencia de su magia. Arrasar con todo cuanto se expusiera frente a él, sacar toda su frustración y dolor. Entregarse al lado oscuro que su magia poseía.

El podía ver todo lo que pasaba, se escuchó a si mismo responder a las preguntas que les hacían, sintió el hosco material de la manta que cubría su cuerpo cada noche, saboreó la pasta de dientes cada mañana y se estremeció al tacto de la pegajosidad de la gomina que usaba cada día solo para aparentar. Todo se seguía sintiendo tan... frío.

Estuvo así por un par de días mientras todo se asentaba, todos parecían estar metidos en su propia mente, en una ruina parecida a la suya. Nadie sabía qué hacer para hallar a Lena, ella era... quien los unía, era quien siempre acudía a golpearlos con su dosis de debida realidad cuando alguno volvía a sus antiguas pesadillas. Pero eso hizo que ella se cerrase más en sí misma, ella era un contenedor hermético lleno de secretos suyos y ajenos, colmado hasta arriba de miedos y dolores.

Solo entonces lo aceptaron, solo entonces pudieron ver con claridad más allá de su organismo ensimismado de miseria interna y se detuvieron a pensar en los detalles que antes pasaron por alto a propósito. Aceptaron que ella era la que más había dado por ellos, Jack aceptó que ella era quien lo mantenía de pie y se preguntó el por qué. Si era por ella o por él.

Aun así, ella era quien más sostenía, un bastón de apoyo. Uno con fisuras tan finas que lo dejaron pasar, dejaron que se hagan tan profundas que ya no se sentía que hubiese forma de arreglarlas del todo. Y ahora no estaba ahí con ellos. Jack sentía que el piso era arena movediza y se estaba hundiendo... Moviéndose de un lado para otro con el afán instintivo de vivir, agitándose y golpeando inútilmente; solo que eso lo estaba hundiendo cada más.

"... también podemos mandar a un grupo de cambiantes de lobo para que busquen en cada esquina de Metrópolis y National City, necesitamos guardias en las entradas hacia Inframundo y Celestial, que haya grupos de vampiros a otros lugares del país. No podemos dejar que..."

"Está bien" Jack dijo, asintiendo a las palabras de Elicia y pasando los ojos por las letras expuestas en la pantalla frente a él. Sus ojos vagando sin retener nada de lo que leía, no había más que planos y palabras. Búsquedas inservibles en su camino.

No entendía por qué se molestaban. Lena los había estado siguiendo por años, había estado obsesionada por hallarla por años. Si ella no pudo, ¿qué decía que ellos la hallarían con sus mierdas tácticas y pacientes?

Se separó de la mesa y salió de la habitación poco después. Nadie fue detrás de él. Quizás en el fondo todavía deseaba que Lena estuviese allí y que todo se tratase de una de sus tantos terrores nocturnos que seguían despiertos en su interior incluso en la mañana, sumiéndolo en esa destrucción mental que lo hacía sentir tan impotente y decepcionado de su debilidad.

Todo se sintió aún más frío.

Tal vez fuese egoísta desear que ella estuviese ahí para ayudarlo a lidiar con sus problemas, que estuviese para ayudarlo a sanar cuando ella también estaba herida. Sin embargo todavía quería sentir los ojos verdes furiosos clavarse en los suyos y escucharla decirle que debía aceptar la maldita realidad. Que ella no se iría de su lado aunque estuviese a mundos de distancia.

Que ella sería su sombra hasta que tuviese la valentía suficiente para decirse que sí, que esa era su realidad y ese era buen momento para plantar los pies en la tierra porque ya estaba lejos de esos malditos abusos de personas que le tienen miedo a lo desconocido y todavía se niegan a aprender sobre ello.

Auroras y Ocasos [Supercorp].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora