[Dieciséis].

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𝑳𝒖𝒕𝒉𝒐𝒓.

Verónica sonrió con burla hacia la fila de humanoides frente a ella, llevaban las manos atadas en la espalda y los pies solo eran separados por una cadena corta que brindaba el espacio suficiente para un paso.

Empujó la espalda de una mujer con su tacón, la anciana tropezó y cayó con la mejilla pegada al piso, el pecho le temblaba con cada respiración errante. La mujer había parado para descansar la caminata pesada, retrasando al resto del grupo, por lo que Roulette decidió que ese era un castigo mínimo adecuado.

La mujer gruñó, mostrando profundos dientes amarillos, los lados de su boca se expusieron al ritmo de su gruñido para dejarle paso a una cueva de oscuridad dentro de su boca, las fauces abiertas no fueron más que un rugido convertido en grito cuando Verónica lanzó una patada hacia su yugular negruzca.

"Llévensela de aquí" Ordenó, mirando su zapato con una mueca, un par de hombres se movieron, arrastraron a la criatura por sus brazos y se alejaron con ella siendo arrastrada, los demás en la fila soltaron chillidos y gruñidos que Verónica optó por ignorar.

"¿Ahora es esto a lo que te dedicas? Pensé que tendrías mucho mejor gusto, claramente me equivoqué" Lillian ondeó una mano hacia las criaturas que se subían a unos camiones grandes forrados en plomo y con sellos de silencio por dentro.

"Lillian Luthor, ¿estás en busca de alguno de tus hijos? Te puedo decir que ninguno ha estado aquí, la ausencia de tu hija en mi cama solo ha mostrado cuan mediocre es la gente actualmente" Suspiró y caminó hacia la matriarca Luthor con exceso de descaro y bravuconería.

La rubia mayor se rio, falsa.

"Querida Roulette, me complace decir que sé que quien entra a la cama de alguien aquí no es mi hija Lena, lo sé de buena fuente. Pero..." Echó una mirada a los tatuajes de la mujer, las serpientes enroscadas en sus piernas y en sus antebrazos, una se asomaba por su oreja y otra cruzaba sus clavículas bien notables "Después de todo son las víboras las que se arrastran".

Roulette dejó de fingir su sonrisa y la miró con los ojos entornados.

"Sé que no estás visitando a quienes han estado en la boca de tu hija, así que dime qué quieres, Lillian" Sentenció, ignorando cualquier indicio de molestia de parte de la mujer rubia.

"Te vendría bien aprender modales a esta edad, Roulette, nunca hace bien verse como un niño pequeño molesto, deberías poder controlarte" Sonrió mientras miraba el rostro joven de Roulette "De cualquier manera, vengo a esto... Por una conversación iluminadora que tuve con Lena hace un par de meses".

"¿Ah, sí? ¿Y necesitas mi ayuda? Eres estúpida al pensar que te ayudaré de buena fe en lo que sea que estés haciendo, necesitaría garantías y un pago generoso, lo que dudo que sea un problema con toda esa fortuna acumulada que has tenido desde la cuna escondida como un dragón viejo y codicioso en una cueva" Verónica caminó hacia un costado, llamó a un guardia y le anunció que una vez suba el último traidor partan hacia el destino previsto.

Lillian tenía los labios ligeramente crispados al momento que Verónica llegó de nuevo con la matriarca Luthor, ambas se dirigieron hacia la oficina de Roulette y se establecieron para mejor comodidad sin decir una sola palabra durante el trayecto.

"¿Y? ¿Ya comenzó a afectarte la edad, Lillian, o solo quieres ser dramática?"

"Insolente" Escupió la mayor, Verónica le guiñó un ojo desde el filo de su escritorio, tenía las largas piernas cruzadas y su falda tubo se abría por un costado dejando una franja de tersa piel tostada llena de marcas "¿Qué sabes sobre 'Vortex', Verónica?"

Auroras y Ocasos [Supercorp].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora