Me encotraba haciendo lo que siempre hacía, sentarme en la banca del parque y observar gente, gente cansada de la vida, gente cansada de trabajar y hasta gente cansada de el mundo, igual que yo.
La solución a este cansancio es simple: suicidio.
Pero la gente es tan tonta que se ilusiona, piensa que puede triunfar en este mundo, que puede ser alguien importante, que pueden destacar. Cuando la única verdad es que van a desaparecer como nacieron, como un simple estorbo más en este mundo.
Mientras observaba a la gente deprimida, pude ver a una chica que no se veía como las demás personas, deprimidas. Ella se veía feliz, tenía una sonrisa en sus labios diferente a las de las demás personas, ella sonreía natural, no fingía como lo hacían las demás personas, no la había visto jamás, por lo que pensé que era nueva en la ciudad. La observaba detenidamente, cuando noté que ella me estaba viendo, levanté mi cabeza para encontrarme con su mirada, ella me sonrió, luego de unos segundos se retiró sin decir o hacer nada más.
____________~*~*~______________
Como siempre voy al parque me enteré de que la chica siempre pasaba por el parque a las 3:00 p.m y siempre traía consigo unas bolsas extrañas. No sé porque pero desde que descubrí la hora en la que ella pasaba por el parque me he estado yendo a esa hora, solo para verla sonreír, con esa sonrisa que hacía que por un segundo todo fuera perfecto, esa sonrisa que si la miras una vez, deseas verla por todo el día, por toda la vida. Su sonrisa se había convertido en mi prioridad desde que la conocí, ya no iba al parque a ver a esas personas deprimidas, ahora solo iba para ver a la joven sonreír.
_______________________________________
Una semana después~...Ya había pasado una semana desde mi encuentro con la chica y todos los días que voy hace lo mismo: sonríe y se va.
Me encontraba mirando el reloj colgado en mi pared sin ninguna expresión en mi rostro.
— 2:49 P.m... — dije para mí mismo, ansiaba que llegaran a ser las 3:00 p.m y al ansiar tanto que llegara esa hora, el tiempo parecía ir como tortuga obesa en la luna.
— ¡Por fin! — Dije parándome de mi cama, agarrando la chaqueta y saliendo de casa rumbo a el parque donde frecuentaba la chica.
Ya estaba sentado en la banca y estaba esperando la llegada de la joven, pero ésta parecía tardar, mire a los lados buscando con mi mirada a esa chica, pero no la encontré.
— Oye, ¿otra vez estas por aquí? — dijo una voz suave a mis espaldas, giré mi cabeza hacia el lugar de donde provenía esa melodiosa voz, era tan suave como si cuando la escuchara pudiera volar, espera, ¿porqué estoy diciendo eso?
—Eh...umm... — fue lo único que pude decir, la dueña de la voz que me hablaba por detrás era la chica.
— He visto que siempre estás aquí, ¿esperas a alguien? ¡Oh! por cierto me llamo Misaki Mei, pero llámame nada más Mei — dijo la chica ahora con nombre.
— Yo me-me llamo Ki-Kiriu. Kitohara Kiriu — dije, nunca había hablado con alguien ni mucho menos con ella, así que estaba muy nervioso.— ¡Mucho gusto, Kiriu! ¿me puedo sentar? — dijo mientras señalaba un espacio vacío a mi lado de la banca. Yo asentí y ella se sentó.
— Oye, siempre te veo por aquí, que vienes a hacer aquí, ¿esperas a alguien?
— No, vengo a observar a la gente cansada de la vida, cansada de este mundo de mierda.
— ¿Crees que el mundo es una mierda?
— No lo creo, estoy seguro de que este mundo es una mierda.
— Yo pienso que el mundo es maravilloso, hay tantas cosas hermosas, tantos lugares preciosos, todo es perfecto.
— Estas loca, como puedes decir eso sabiendo que hay tanta violencia, tanto maltrato, tanto asesinato, este mundo se está pudriendo y las personas también, este mundo es una pocilga, lo odio.
— Ya veo... — dice Mei y mira su reloj, al parecer era un collar y al final de la cadena había una rueda colgando, apretó un botón y la rueda se abrió, dejando ver un reloj antiguo.
— ¡Oh, mira la hora! me tengo que ir hablamos mañana, ¿a las tres te parece bien?
— Esta bi-bien...
Nota: en la imagen, el reloj de Mei.
—Amante de las letras.