Había pasado un mes desde que volvieron de la gira, que por cierto terminó muy bien, y Hao aún no se acostumbraba a la comida refinada ni a la mullida cama de su habitación, pero no se quejaba, era muy agradable. Qing insistía en que lo tenía más duro que los demás, ser un concubino implicaba no poder mostrarse fuera del harén en los días festivos y ceremonias oficiales, no poder usar joyas de plata en su cabello y tener que inclinarse siempre ante los consortes y gente con mayor jerarquía en el harén.
Entendía que su posición era difícil y no muy bien vista. Jun le explicó que el título de concubino había sido creado para los consortes que perdían el favor, los desdichados del harén. Si un consorte no recibía el favor del emperador o cometía algún error que hiciera enfadar a su majestad, sería degradado. Por supuesto, la emperatriz también podía aplicar estos castigos para controlar el harén. Pero al fin y al cabo, seguían siendo nobles o príncipes de algún reino. No plebeyos como él.
Todo esto implicaba que algunos de los sirvientes hablaran a sus espaldas cuando la emperatriz no estaba cerca y que durante el resto de la gira estuviera en su habitación la mayor parte del tiempo. A él no le importaba, los lujos no eran lo suyo y aunque seguramente jamás volvería a bailar frente a una multitud, tenía lo que siempre había querido. Un techo sobre su cabeza y un lugar a donde pertenecer. Y vaya que se sentía a gusto, ya que al llegar al palacio, se dio cuenta de que nadie lo trató diferente o lo miró con desdén. Las reglas no aplicaban bajo el mando de la emperatriz.
Además el ambiente había mejorado mucho desde la pelea en el harén. El Consorte Jihoon ya llevaba casi cuatro meses de embarazo y había progresado bien, aunque aún seguía algo débil y debía cuidarse.
Hao pudo acercarse a los Consortes con el paso de los días, incluso retomó las charlas con Mingyu que habían perdido durante estos años que estuvieron lejos. Se alegró de saber que su amigo seguía siendo el mismo y que no lo culpaba por enamorarse de Seungcheol.
Hablando del Emperador no habían podido pasar mucho tiempo juntos y el tiempo que tenían se pasaba entre besos, que poco a poco iban subiendo de intensidad, pero que no llegaban a nada más.
Por otro lado, pronto sería el cumpleaños de su majestad y con ello el único evento en el que Hao podría presentarse públicamente, por lo que Seungkwan llegó a su habitación esa mañana, con un traje para él de color rojo y bordados dorados.
- Te quedará hermoso, mi diseñadora lo hizo a la medida.
- Gracias, alteza.
- No me hables así, soy menor que tú, me hace sentir extraño. En mi pueblo la edad es más importante que el rango... Bueno, la mayoría de las veces, así que ya deja de decirme así.
- Si, lo entiendo.- Hao acarició la suave tela carmesí, y delineó el bordado con sus dedos- En verdad es hermoso, me pone algo nervioso, siento que con este color todos los ojos estarán en mí.
- Estarán en ti sin importar que color uses. Además, todos usamos el color que nos queda mejor, como un pequeño regalo a Cheol. Mingyu es azul, Jun es dorado, Jihoon es verde, Shua es rosa y yo soy naranja.
- Ya veo, es un buen regalo, le gustará vernos así.
- Por supuesto, aunque eso no se compara con el regalo que le preparé este año- dijo con un tono coqueto.
- ¿Debemos preparar regalos? ¡¿Nosotros?!
- ¿No te lo dijeron?
- ¡No! ¡Dios mío! ¡Su cumpleaños es en una semana! ¿Que hago?
Minghao empezó a dar vueltas de un lado a otro, pensando en qué podría darle que pudiese hacer en una semana.
- Bien, relájate. Tienes muchos talentos seguro... ¡Ooh! ¡Ya sé!
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El imperio Diamante (jeongcheol x Seventeen) (Editando)
FanfictionSer el emperador y la emperatriz del reino más grande del continente no es nada fácil, pero cuando tienes a la persona indicada a tu lado y a once más en tu corazón sabes que finalmente todo vale la pena... Donde Seungcheol es el emperador y Jeongha...